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Los cuentos y las cuentas de la independencia de Josep Borrell y Joan Llorach – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en martes, 3 de octubre, 2017


© Josep Borrell y Joan Llorach, 2015
Editorial: Los libros de la Catarata.

La aritmética usada como arma arrojadiza suele parecer infalible, a no ser que se pongan en duda las hipótesis en las que se basan los cálculos. Esto es lo que sucede con los miles de millones de euros que España “le roba” a Catalunya que sirven a Artur Mas y a Oriol Junqueras para justificar la independencia de Catalunya.

Pero ¿cómo se ha calculado esa cifra? ¿Por qué son tan diferentes los saldos de las balanzas fiscales según quien las calcule? ¿Sufre realmente Catalunya un “expolio” fiscal? ¿Cuán marginada está en las inversiones del Estado? En este momento crítico para el futuro de Catalunya y de España, son muchas las preguntas que surgen, también en torno al cumplimiento del Estatut o la adhesión de Catalunya a la UE. ¿Cuál es la posición de la comunidad internacional ante el derecho de autodeterminación?

Parece que los líderes independentistas tienen las respuestas para garantizar una “secesión sin costes”, pero sus argumentos, tan contundentes a primera vista, se resienten ante un análisis documentado y razonado como el que ofrecen los autores de este libro.

Josep Borrell, ingeniero aeronáutico con máster en matemáticas aplicadas en la Universidad de Stanford, ha sido secretario de Estado de Hacienda, ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, y presidente del Parlamento Europeo.

Joan LLorach estudió ingeniería industrial, realizó un máster en administración de empresas en el MIT y es fundador de una empresa tecnológica especializada en medios de comunicación y telefonía.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Mucha gente desconocía que para contar esos 16.000 millones que «España nos roba», no se tiene en cuenta el coste de los servicios públicos que el Estado español presta a los catalanes desde fuera del territorio de Catalunya y que la Catalunya independiente tendría que asumir y pagar.
  • El gobierno federal de los EE.UU. nunca ha calculado las balanzas fiscales, ni se propone hacerlo. Y el de Alemania tampoco. Sí, ya sabemos que le han contado y asegurado que Alemania y todos los países democráticos lo hacen. Luego demostraremos que no es cierto.
  • Los «integracionistas» a escala europea, o los «unionistas» en los países con tendencias separatistas internas, como España, el Reino Unido o Bélgica, no tenemos un relato movilizador.
  • El independentismo es cultural, mediática y socieconómicamente hegemónico. Pero hegemonía no es mayoría, y no está nada claro que, por el momento, la opción a favor de la independencia sea mayoritaria. Más bien las encuestas dicen que no lo es y con tendencia a la baja.
  • Lo que sí sabemos es que la cuestión de la independencia ha fragmentado, desde el punto de vista identitario, territorial y socioeconómico, a Catalunya y a los catalanes.
  • Jean Charest, primer ministro de Quebec entre 2003 y 2012: «Los referéndum no son la panacea: dan una respuesta pero también dividen, bloquean, crean tensiones, dejan heridas».
  • Junqueras: «Aunque el Estado español fuese el más democrático, el más próspero, el más justo y el más simpático del mundo, seguiría pidiendo la independencia por una cuestión de dignidad».
  • Creen, creemos, que los costes de la transición hacia un nuevo Estado serían muy grandes, y los beneficios inciertos y a largo plazo.
  • Creemos que la demanda de independencia ha sido para una parte de la sociedad catalana una forma de canalizar la frustración social creada por la crisis. Las dramáticas consecuencias sociales de la crisis del euro y de las políticas de austeridad decretadas por Europa han sido aprovechadas hábilmente para canalizar la irritación social de una forma interclasista.
  • Jordi Sánchez, líder de la ANC: «Hablar de la independencia sea hablar […] de cómo se acaban los atascos en las carreteras, de cómo dejamos de pagar peajes, de cómo mejoramos las escuelas».
  • A los catalanes que desean la independencia de Catalunya por una «cuestión de dignidad», cualquier que sea su coste, este libro no les va a interesar ni les aportaría gran cosa, porque precisamente trata de esos costes y beneficios.
  • El llamado «problema catalán», que en realidad no es un problema catalán sino un problema de España, de su proyecto político como país, de su cohesión territorial, del mantenimiento de su unidad respetando su diversidad, y de las razones por las que hoy ambas están en cuestión.
  • Como dice el filósofo Gustavo Bueno, las formas de nombrar condicionan las formas de pensar.
  • En el capítulo 3 analizaremos en detalle el pretendido maltrato que sufre Catalunya en comparación con lo que ocurre en la República Federal de Alemania. En realidad es una de las mayores falacias utilizadas como argumento a favor de la independencia.
  • Junqueras utiliza tres tipos de argumentos:
    • El económico: el «expolio» fiscal que sufre Catalunya.
    • El político: el derecho a la autodeterminación de Catalunya.
    • El del ejemplo: la gestión pública de ERC y en particula la suya como alcalde.
  • En lo económico Junqueras ha difundido su convencimiento de que Catalunya podría tener el nivel de vida de los países escandinavos, pero que el expolio fiscal del Estado español se lo impide.
  • El señor Junqueras es uno de los grandes inventores de la cifra mítica de los 16.000 millones de euros que «España nos roba», y la de no menos mítica creencia de que España sustrae a Catalunya más de la mitad de los impuestos que pagan los catalanes.
  • Junqueras es licenciado en Historia, aunque la cuenta como le conviene, como cuando afirma que la mitad de los Estados que actualmente forman la UE no existían antes de la Segunda Guerra Mundial.
  • Junqueras: «El argumento económico […] nos ha servido para convencer a mucha gente».
  • Ni la Constitución alemana, ni la francesa, ni la italiana, ni la de los EE UU, no permitirían un referéndum de autodeterminación de una parte de su territorio.
  • Artur Mas pasó de proponer el pacto fiscal a la consulta justo después de la manifestación del 11 de septiembre de 2012.
  • Cuando Artur Mas proponía el pacto fiscal, que no es otra cosa que aplicar a Catalunya la excepcionalidad de los sistemas de concierto económico del País Vasco y Navarra, también lo hacía para acabar con unas transferencias excesivas al resto de España y aproximarnos a la situación alemana.
  • Si la Historia hubiera sido otra, Catalunya podría hoy quizás ser un departamento francés, ya lo fue, en 1640, cuando en guerra con los Austrias del Conde-Duque de Olivares se separó de la monarquía hispánica y pasó unos años bajo los Borbones franceses. O quizás una Holanda del Mediterráneo como un nuevo Estado dentro de la UE, de cuya viabilidad no tendríamos ninguna duda.
  • Si mañana Catalunya pudiese amanecer por encanto como un nuevo Estado miembro de la UE y sin alteraciones graves en las condiciones de su contorno económico-financiero-jurídico-internacional, sería un Estado perfectamente viable: más viable que muchos otros.
  • Queremos dejar claro que, en nuestra opinión, la respuesta a la narrativa independentista no puede ser una cuestión de viabilidad, sino de conveniencia.
  • El 17 de febrero de 2012, Mas insistía en este argumento, en declaraciones al periódico Le Monde: «España drena una parte desproporcionada de nuestros recursos. Cada año, el déficit fiscal de Catalunya […] es de entre 8% y 9% de nuestro PIB. En Alemania, el déficit de los «länder» se limita al 4%. Es eso lo que pedimos».
  • Resulta que las famosas balanzas fiscales alemanas simplemente no han existido nunca. Y tampoco ha existido ningún límite, ni constitucional ni en ninguna otra norma, al déficit fiscal de los länder.
  • Las balanzas fiscales tienen una utilida relativa. Tanto es así, que no conocemos ningún caso de gobiernos de países federales que calculen sistemáticamente las balanzas fiscales con sus Estados federados.
  • Si lo que queremos es calcular el valor de los servicios públicos que reciben los ciudadanos de un territorio, ¿qué sentido tiene asignar el gasto en servicios individuales, como Defensa o administración de Justicia, según donde estén las instalaciones militares y judiciales? Lo razonable es que el gasto en bienes públicos como la Defensa, la representación exterior, la Justicia o la investigación científica, se repartan proporcionalmente a la población, como lo hace el método beneficio.
  • La técnica de los balanzas fiscales no es la adecuada para calcular los efectos indirectos del gasto público.
  • Los 16.000 millones no es cierto por las siguiente razones:
    1. Porque en su cálculo se han infravalorado los costes que tendría para la Catalunya independiente asumir los servicios que ahora le presta el Estado.
    2. Porque se han sumado a los impuestos efectivamente aportados al Estado cada año, la estimación de los que hipotéticamente se tendrían que pagar, en un futuro indeterminado, para cubrir la parte que corresponde a Catalunya del déficit público estatal.
    3. Porque esa estimación se ha hecho por un método poco realista que la sobrevalora.
  • La balanza observada tiene una gran variación temporal. Por ejemplo, según la balanza observada calculada por el método beneficio, en 2007, en el pico de la burbuja inmobiliaria, los catalanes pagaron al Estado 16.292 millones de euros más de lo que recibimos. Sin embargo, en 2009, el peor año de la crisis, los catalanes recibieron 4.015 millones de euros más de los que pagaron.
  • Así, la balanza observada muestra que durante los años agudos de la actual crisis, cuando el déficit público ha sido muy grande, el Estado ha efectuado una acción compensatoria anticíclica muy importante en Catalunya, que queda enmascarada si solo se considera la balanza neutralizada.
  • La dinámica financiera de un país no es la misma que la de una persona. Esta tiene un ciclo de vida corto, unos plazos limitados para devolver sus deudas y una capacidad también limitada de aumentar sus ingresos. Un país, sobre todo dentro de la eurozona, puede, obviamente respetando ciertos límites, refinanciar su deuda mientras el crecimiento de la economía reduce su ratio de endeudamiento (deuda/PIB), que es lo que realmente es significativo.
  • Los 16.000 millones de euros resultan de un ejercicio teórico de neutralización del déficit estatal, que ha añadido a los impuestos efectivamente pagados cada años por los catalanes, los que teóricamente tendrían que pagar en un futuro indeterminado para pagar «su» parte de ese déficit público estatal. Y además utilizando, para calcular esos impuestos futuros, el método que genera la mayor aportación para Catalunya.
  • Lo que al ciudadano le llega es que ese déficit fiscal de 16.000 millones de euros equivale a recursos que estarían todos disponibles de forma inmediata, automática y permanente gracias a la independencia. Y eso no es cierto.
  • El escritor Francesc Pujols dijo que llegará el día en que los catalanes, por el solo hecho de serlo, iremos por el mundo y lo tendremos todo pagado.
  • Incluso sumando los ingresos a aportar en el futuro, el déficit fiscal de Catalunya entre 2006 y 2011 se mantiene en el entorno del 5.7% del PIB durante todo el periodo. bastante lejos del 8.5% que han proclamado Mas y Junqueras.
  • Podemos concluir que ciertamente Catalunya tiene un déficit fiscal superior al que le correspondería si contribuyera proporcionalmente a su renta, como indicador de su capacidad, y recibiera proporcionalmente a su población, como indicador de necesidad. Hay un efecto redistributivo mayor que el que justifican las diferencias en la distribución territorial de la renta en España. Pero esta diferencia es del orden del 1.5% del PIB, es decir, unos 3.000 millones de euros. Quizás se justifique por la características socioeconómicas y la estructura de la población de Catalunya. Pero no conocemos evidencias al respecto.
  • El principio de ordinalidad se cumple según el Estatut, pero no se cumple si el orden de las comunidades autónomas por su capacidad fiscal por habitante ajustado se compara con el orden según la financiación por habitante que les asigna el sistema a competencias homogéneas.
  • La forma en que el sistema foral se ha implementado en la práctica permite que dos de las comunidades más ricas del país no solo no contribuyan prácticamente nada a la nivelación interregional sino que ni siquiera paguen la parte que les toca de los servicios comunes que la Administración central nos presta a todos. Hay que recordar que Pujol en su día no quiso el sistema del País Vasco por la impopularidad que significa recaudar impuestos y por el riesgo económico del sistema de concierto.
  • La ordinalidad no se cumple en el caso de Catalunya porque es la tercera por capacidad fiscal (118% de la media) y, en cambio, es la décima por financiación recibida (99.5% de la media).
  • En Alemania, el sistema de financiación ha ido avanzando a base de sentencias de su Tribunal Constitucional.
  • El ciudadano tiene la sensación de que los gravosos peajes sin alternativa no se acabarán nunca. Y cuando viaja por otras regiones de España se encuentra con magníficas autovías sin peaje y poco tráfico. Todo eso es cierto. Y es muy fácil utilizar el sentimiento de agravio que produce. Y somos conscientes de que es más díficil, y seguramente de poca utilidad, analizar las circunstancias históricas y las razones económicas que generaron esa realidad.
  • A partir de 1986, y sobre todo desde 1991, con los fondos estructurales y de cohesión llegó el maná europeo. Sin el dinero europe, esas infraestructuras, que llegaban con 20 años de retraso, no se hubieran podido construir.
  • Los territorios que, como Catalunya, el País Vasco o Galicia, han tenido autopistas de peaje, han tenido esas infraestructuras, de pago, sí, pero muchos años antes que el resto. Sin ellas no se hubieran podido desarrollar como lo han hecho. Y, además, hay que explicar, porque no se sabe, que esas autopistas que han pagado los sufridos usuarios con sus peajes, les han costado a todos los españoles una fortuna. Con los impuestos de todos los españoles se han pagado por esas autopistas casi tanto como costó construirlas.
  • Eso no justifica la política de ampliación sistemática de las concesiones a cambio de inversiones adicionales de las concesionarias. El Estado y la Generalitat hubieran debido efectuarlas a su cargo. Y en los años de vacas gordas del euro, 2000-2009, se hubieran podido destinar recursos públicos a la disminución o supresión selectiva de peajes.
  • En todas partes cuecen habas. En muchos países y en todos los niveles de Administración la tensión de factores similares producen proyectos magníficos y auténticos fiascos.
  • Para Mas la democracia española es una democracia de «baja intensidad» porque no permite lo que, según el, sería aceptado en las democracias desarrolladas.
  • La guerra civil norteamericana estuvo precedida por tres referéndums de independencia con resultado favorable a la secesión, a los que Lincoln, el presidente de los EE UU más admirado, no hizo caso. Lincoln manifestó: «Una parte prefirió la guerra a la supervivencia de la nación y la otra aceptó la guerra para evitar su desaparación».
  • El «no» no es tarea fácil. Jean Chrétien, presidente del gobierno canadiense cuando tuvo lugar el segundo referéndum de Quebec en 1995: «Siempre va a ser más complicado dirigir la campaña del no que la de sí, porque el sí apela al corazón y a la nostalgia del pasado; en cambio, cuando hablas del no, están tratando del día a día. Lanzarse al vacío es excitante, pero debes averiguar si hay agua en la piscina antes de tirarse».
  • Los referéndums de Escocia y de Quebec fueron autorizados en países cuyas constituciones no estipulan su indivisibilidad y cuyos gobiernos están confiados en las pocas posibilidades de una victoria independentista. En ningún caso reconociendo el derecho a la autodeterminación. Y sin que absolutamente nadie pensase que una declaración unilateral de independencia fuese un camino viable.
  • Un día Jordi Pujol le dijo a Josep Borrell que «los catalanes somos los kurdos de Europa».
  • Según Mas, solo hay en Europa dos o tres casos de regiones que quisieran seguir la misma ruta de una Catalunya independiente: el País Vasco, Escocia, quizás Flandes.
  • Es indudable que Alemania, Francia e Italia tienen la convicción de no permitir la secesión de ninguna de sus partes. Y mucho menos si es una de las regiones ricas.
  • Desde Bruselas nos han dicho de varias y muy claras maneras que una Catalunya independiente no sería de forma automática un nuevo Estado miembro de la UE. No que quedara excluida para siempre, y ciertamente la UE quedaría incompleta sin Catalunya, pero la adhesión no sería ni automática ni inmediata.
  • En marzo de 2014, la Comisión Europea dictaminó que «cuando una parte del territorio de un Estado deje de formar parte de ese Estado, porque se convierta en un Estado independiente […], desde el día de su independencia se convertirá en un tercer Estado con relación a la UE y los tratados ya no serán de aplicación en su territorio».
  • La independencia es una opción política legítima, como el propio Tribunal Constitucional ha afirmado por unanimidad. De lo contrario, no serían legales los partidos políticos que la propugnan, como los de Junqueras y Mas. Pero no tiene en la sociedad catalana el amplio y confirmado apoyo social que requiere para convertirla en realidad.
  • Catalunya no será independiente porque su parlamento lo proclame. Lo será si los demás Estados, y en particular los que forman parte del Consejo de Seguridad de la ONU, lo reconocen.
  • La cifra mítica de los 16.000 millones de euros está calculada por un método muy particular que la sobrevalora de forma injustificada, está basada en supuestos nada realistas y confunde a la opinión pública sobre su significado. De ninguna manera Catalunya dispondría al día siguiente de la independencia de los míticos 16.000 millones de euros con los que evitar recortes o disminuir su deuda.
  • Tampoco es cierto que la comparación internacional justifique decir que Catalunya sufre un expolio fiscal. Ciertamente, nuestros cálculos muestran que es cierto que Catalunya tiene un déficit fiscal superior al que se puede justificar por un razonable efecto redistributivo con el resto de España. Pero la diferencia es, en el peor de los casos, del orden de 1.5% del PIB, no del 8.5%, no de 16.000 millones de euros, sino 3.000. Y para corregir un problema de ese orden, ¿hay que recurrir a una declaración unilateral de independencia?
  • También hemos considerado que la norma estaturaria está mal redactada y que la referencia adecuada sería la financiación del sistema autonómico. Y que, en este caso, sí que se altera la ordinalidad. Pero hemos calculado que su incidencia cuantitativa en la financiación de Catalunya es del orden de 160 euros por habitante y año. Tampoco parece que este sea un problema tan grave que para resolverlo haya que recurrir a la independencia.
  • Constatamos que la inversión pública estatal que ha recibido Catalunya está por debajo de su PIB, especialmente desde 2010. En el periodo 2003-2010 también lo está, pero la diferencia es menor, entre 1 y 1.5 puntos.
  • Tampoco es cierto que la comunidad internacional apoyaría el derecho a la autodeterminación de Catalunya y la reconocería después de una declaración unilateral de independencia.
  • Es absolutamente seguro que Catalunya no sería de forma automática reconocida y aceptada como nuevo Estado miembro de la UE y la Unión Monetaria. Y nadie puede asegurar cuánto tiempo tardaría en serlo. Después de una declaración unilateral de independencia, las puertas estarían simplemente cerradas para la negociación.
  • Una «seguridad social catalana» no estaría en mejores condiciones que la española para mejorarlas significativamente. La promesa de aumentarlas un 10% se basa en la misma imaginación contable que el cuento de los 16.000 millones de euros.
  • Desgajar la parte catalana de un sistema de pensiones públicas por reparto plantearía muchísimos problemas de gestión.
  • España no es una panacea, es un país con problemas que la crisis ha agravado, como en Catalunya. Pero nosotros creemos que hay demasiados lazos personales, afectivos, económicos y comerciales como para que la separación no fuese traumática.
  • Creemos, que permaneciendo en España, cualquier joven catalán tiene muchas más posibilidades profesionales.
  • Por grandes que sean los errores factuales y las falsedades de los independentistas para defender su causa, España tiene un grave problema en su relación con Catalunya.
  • Una sociedad no puede desarrollarse normalmente en el seno de un Estado si una parte importante de su población cree que estaría mejor sin él.
  • Como dijo Jean Monnet en relación con la integración europea y le hemos oído decir a López Burniol, el nacionalismo es en el fondo una lucha de las élites por el poder.
  • La primera víctima de un conflicto es siempre la verdad.

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4 respuestas to “Los cuentos y las cuentas de la independencia de Josep Borrell y Joan Llorach – Apuntes Breves”

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