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Los verdugos y las víctimas de Laurence Rees – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en viernes, 20 de marzo, 2009


Durante veinte años Laurence Rees ha recorrido el mundo entero entrevistando a centenares de supervivientes de la segunda guerra mundial, y ha recogido los testimonios y confesiones de violadores, asesinos en masa e incluso caníbales, a la vez que los de las víctimas que sobrevivieron, o los de quienes lucharon con valor y dignidad.

Parte de estos materiales le sirvieron para construir libros tan espléndidos como Auschwitz, pero algunas de las historias más terribles, algunas de las páginas más negras, que no encajaban en ellos, le han seguido inquietando y las recupera hoy para enfrentarse al reto de explicar cómo fue posible que hubiera seres humanos capaces de cometer tales atrocidades.

Estas treinta y cinco historias de hombres y mujeres de las más diversas nacionalidades y condiciones, que Ian Kershaw ha calificado como «soberbias, inquietantes y aterradoras», componen un libro del que Antony Beevor ha dicho que «representa una importante contribución a nuestra comprensión de la segunda guerra mundial».

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • En la segunda guerra mundial murieron más de sesenta millones de personas, más que en ningún otro conflicto bélico de la historia.
  • Paul Montgomery, aviador de las fuerza aéreas estadounidenses:
    • Empecé a odiar a los japoneses por lo que habían hecho tan furtivamente. En Pearl Harbour perdía a algunos amigos y me sentía responsable de ellos.
    • Se pensaba que teníamos que reducir no sólo su capacidad bélica, sino también su deseo de hacer la guerra. Y así surgió lo de lanzar bombas incendiarias sobre los objetivos más importantes. Destrucción total al ciento por ciento.
    • Si me decían que bombardeara algunas ciudades, iba y bombardeaba ciudades.
    • Matar a distancia no produce ese efecto desmoralizador que sentiría si en el curso de un combate le hundiese una bayoneta a otro en el estómago. Es un poco como hacer la guerra a través de un videojuego.
    • No siento ninguna hostilidad en absoluto hacia los japonese. En aquella época sí, sentía hostilidad hacia el apoyo que daban a la guerra los alemanes y los japoneses.
    • No me preocupaba la compasión. Yo era joven y estaba muy curtido.
    • Admitía libremente haber participado en la matanza de miles de civiles japoneses, hombres, mujeres y niños. Y pese a haberlo hecho, siguió siendo un hombre tranquilo, totalmente en paz consigo mismo.
  • Con las lluvias de bombas, los norteamericanos lanzaban también artefactos «antibomberos» que explotaban después para impedir que los bomberos sofocaran las llamas.
  • Yo creo que este «distanciamento» es clave para entender por qué un hombre de aspecto «normal» puede participar en el exterminio de mujeres y niños a gran escala y no sufrir ninguna consecuencia psicológica.
  • Muchos combatientes norteamericanos pensaban que luchaban contra personas racialmente inferiores.
  • Estas bombas no eran necesarias, ya que los japoneses no tenían casi capacidad, ni terrestre ni aérea, para repeler aquellos ataques. Los aviones estadounidenses bombardeaban desde las alturas, eran casi inexpugnables.
  • A pesar de haber dicho que no sentía piedad por la gente, el olor a excremento humano que brotaba de las llamas le afectó. Emociones que no habían aparecido en los bombardeos anteriores gracias al «distanciamiento».
  • Petras Zelionka, colaboracionista liutano de los alemanes:
    • En el verano de y el otoño de 1941 era un joven de veinticuatro años que participó en uno de los peores crímenes de la historia. Mató a hombres, mujeres y niños judíos durante el vil exterminio que siguió a la invasión alemana de la Unión Soviética.
    • En términos generales hubo mucha indignación cuando llegaron los rusos, muchos judíos pasaron a ser dirigentes políticos, se integraron en la policía … y todos decían que en el departamento de seguridad quienes más torturaban eran los judíos.
    • Admitió que él y sus compañeros sacaban a los judíos de las aldeas o los guetos, los conducían hasta las fosas, los desnudaban y apretaban el gatillo. Todo rápido y sencillo. Sin ceremonias, nada. Los dábamos por desaparecidos y punto.
    • Solían estar borrachos cuando disparaban a los judíos.
    • Cuando se toman unos tragos, todo el mundo es más decidido.
    • Fue un verdugo voluntario.
    • No dudaba en señalar que no había matado a otros lituanos, «sólo a judíos», aunque también era de nacionalidad lituana.
    • Le preocupaba la posibilidad de que le hubieran indicado que matase a algún «inocente».
    • «La juventud es muy impulsiva».
    • «Cuando se es joven, se cometen muchas tonterías».
    • Lo importante no es lo que hicimos a los judíos. Es lo que los judíos nos hicieron a nosotros.
  • En Lituania existía una larga y arraigada «tradición» antisemita, basada hasta cierto punto en la envidia que despertaban las riquezas, por lo general imaginarias, de la población judía local.
  • Los verdugos perpetraban su labor básicamente por odio. Otro motivo era la codicia.
  • Es posible que, en principio, «curiosidad» sea una palabra demasiado débil para describir la motivación de un asesino que dispara a un niño a bocajarro. Pero la curiosidad es un factor muy poderoso en nuestra vida.
  • La verdad es que, en la mayoría de los países, los crímenes violentos los cometen principalmente jóvenes que tienen entre dieciocho y veinticinco años.
  • Oskar Gröning, voluntario de la SS en Auschwitz:
    • Se trata de una de las personas más tranquilas que he conocido.
    • No parece que el tiempo que estuvo en Auschwitz le haya quitado el sueño.
    • Nunca fue un hombre de acción y su única ambición fue que lo considerasen un miembro útil de la sociedad.
    • En realidad, sólo estábamos exterminando enemigos.
    • Es una cualidad que tienen los seres humanos, incluso dría que es una buena cualidad, el poder aislar las cosas agradables de las desagradables, para no sufrir en una situación de estas características.
    • «Es más fácil lanzar una granada de mano por enciam de una pared que matar a un hombre de frente».
    • Confesó que no estaba «avergonzado» de haber trabajado en Auschwitz. En cambio, admitió sentirse «avergonzado» de haber creído en la propaganda antisemita nazi.
    • Creo que fue terrible lo que sucedió y el hecho de haber estado allí me parece repulsivo, pero ?si me siento culpable? No.
  • Los bombardeos aliados habrían cesado en el acto con la rendición del enemigo. En cambio, las matanzas de judíos formaban parte un amplio plan de exterminio que no habría cesado aunque Alemania hubiera ganado la guerra.
  • En contra de lo que afirma la leyenda popular, durante los primeros años de ocupación alemana hubo poca resistencia en Francia.
  • François Mitterand estuvo al servicio del Gobierno de Vichy, que colaboraba con los nazis, pero jugó con dos barajas espiando al mismo tiempo para los franceses antinazis. Sólo en 1943, cuando se dió cuenta del rumbo que estaba tomando la guerra, se comprometió totalmente con la Resistencia.
  • Alois Pfaller, militante de las juventudes comunistas:
    • Era un hombre que se había enfrentado incuestionablemente a los nazis desde el principio.
    • Saltaba a la vista que la actitud resistente y los padecimientos ulteriores no habían reportado recompensas materiales a Pfaller.
    • «El socialismo acabaría venciendo, desaparecería el desempleo, todos tendrían derecho al trabajo y todos ganarían más».
    • Yo siempre he defendido la justicia, lo que es justo y razonable, esot sí era asunto mío. Y luchar contra la injusticia, también esto era asunto mío, no perseguir a otras razas o a otra gente.
    • Sabía en los más profundo de su corazón que delatar a los amigos era un acto indebido. No tenía intención de hacerlo.
    • Los de la SS reciben una pensión, y eso me saca de mis casillas.
    • Tuve una madrastra y ella prefería a mi hermanastra. Yo lo sabía, pero me resultaba insoportable. Y entonces me juré que cuando fuera mayor lucharía contra la injusticia, no importa quién sea el enemigo.
  • Para penetrar en el corazón de las personas de la época tenemos que fijarnos en momentos en los que los individuos se enfrentaron a decisiones que pudieron haber tenido efectos diferentes.
  • Alexéi Bris, ciudadano ucraniano:
    • Acogió la invasión alemana de Ucrania con los brazos abiertos, creyendo que «cualquier guerra contra la Unión Soviética era una guerra buena». Ucrania había sufrido mucho por culpa de Stalin.
    • Todos pensamos que las cosas iban a mejorar.
    • «No necesitamos que los ucranianos seáis médicos ni ingenieros. Lo que necesitamos es que cuidéis vacas».
  • Un motivo importantísimo de que la Unión Soviética no perdiera fue que los nazis no capitalizaron el odio hacia Stalin que sentían las nacionalidades que la formaban.
  • Los nazis se definieron básicamente por despreciar a una serie de grupos humanos.
  • A diferencia de los nazis, los romanos forjaron uno de los imperios más fructíferos de la historia. En vez de discriminar a los habitantes de las tierras que invadían, procuraban ganarlos para la causa. Y la ciudadanía romana estuvo al alcance incluso de los extranjeros.
  • Vladímir Kantovski, soldado 54ª Compañía Penitenciaria del Ejército Rojo:
    • Sabía que de un momento a otro le ordenarían avanzar con su compañeros para efectuar un «ataque de reconocimiento». Avanzarían hacia los alemanes para atraer sus disparos y de ese modo los oficiales soviéticos de retaguardia conocerían la posición y la naturaleza de las armas del enemigo.
    • Sabíamos que el poder de Stalin no era la dictadura del proletariado, sino el proletariado bajo la dictadura … y fue una dictadura cruel.
    • No creo que nadie pueda sentirse patriota cuando se participa en un ataque así.
    • Todo el aparato se basaba en el miedo, en la crueldad, en las delaciones, en amenazas puras y simples.
  • Las autoridades soviéticas pidieron «voluntarios» de los gulags para luchar contra los invasores alemanes. Los presos que se presentaron no fueron enviados a unidades corrientes,  sino a cuerpos bastante más peligrosos: los batallones penitenciarios. Estas unidades se encargaban de las misiones bélicas más peligrosas. Por lo general eran los primeros que se lanzaban al ataque en una batalla y realizaban operaciones prácticamente suicidas.
  • Monje zen de Tokio: «Si usted tiene dinero, debe cuidar de él; pero si tiene principios, ellos cuidan de usted».
  • Creer que el enemigo estaba de un modo u otro en un nivel inferior ha sido un tema recurrente en mis múltiples encuentros con antiguos soldados de la segunda guerra mundial. Esta convicción de que no mataban a seres humanos como ellos, sino a criaturas inferiores, fue crucial para que los combatientes se comportaran como lo hicieran.
  • James Eagleton, marine de los Raiders:
    • Los japoneses eran una raza subhumana.
    • Nunca ví que hiciéramos prisioneros. Muchos querían rendirse, pero los mataban allí mismo.
    • Una vez, en Guam, se acercaron unos treinta o cuarenta con los brazos levantados. Murieron allí mismo. ¿Quiere decir que los mató usted? Sí.
    • Pensaba que nos estábamos defendiendo.
    • No nos importaba matar japoneses. Si hubiéramos invadido Japón probablemente los habríamos matado a razón de mil por cada uno de nosotros. Pero los habríamos matado sin remordimientos.
  • A los Raiders no los trasladaban del frente para descansar con la frecuencia con que trasladaban a otras unidades, y esta circunstancia contribuyó a aumentar las depresiones entre sus miembros.
  • No todas las unidades norteamericanas se comportaron así. En Okinawa se hicieron miles de prisioneros japoneses.
  • Hajime Kondo, soldado del ejército imperial japonés:
    • Yo era un ser humano y acabé siendo un demonio. Me obligaron a ello.
    • Había tomado parte en un conflicto que es poco conocido en Occidente: la terriba lucha de los japoneses contra los chinos.
    • Hay académicos japoneses que niegan o minimizan los crímenes cometido en Nankín.
    • La instrucción era tan dura que era preferible morir. Me daban puñetazos hasta que veía las estrellas.
    • En el ejército no hay resposabilidades individuales, sino responsabilidades de grupo … no es por nuestros propios delitos por lo que solemos sufrir castigos.
    • Se mata a una persona muy fácilmente.
    • Afirmaba que personalmente sólo había cometido una violación, la de su «iniciación».
    • Uno se vuelve loco estando en el campo de batalla dos o tres años.
  • Nadie sabe todavía a cuántos chinos mataron los japoneses en la guerra. Las estimaciones oscilan entre quience millones y algo más de veinte.
  • Desde el principio les habían dicho que los chinos eran inferiores a ellos.
  • Para desgracia de nosotros, los británicos, muchos veteranos japoneses me dijeron además que para conquistar China se habían inspirado en la ocupación británica de la India.
  • Japón, al igual que Alemania, era un país que había llegado tarde a la escena del mundo y, también como Alemania, quería ese símbolo de dignidad que se supone que necesita toda gran nación: colonias.
  • Todo sometimiento de las zonas rurales chinas se llevó a cabo mediante un proceso de barbaridades calculadas.
  • La violencia sexual de los japoneses era casi rutinaria. Los veteranos no solían «invitar» a los novatos a participar en las violaciones.
  • Wolfgang Horn, suboficial de una unidad acorazada alemana:
    • Era evidente que la guerra no había sido para él un descenso a los infiernos, sino una especie de tensa y desafiante cacería del jabalí.
    • Hitler no tenía nada de especial, nada en absoluto. Me llevé una desilusión. Y en sus discursos repetía siempre lo mismo, una y otra vez.
    • Pude matar a muchos rusos con granadas y con el fusil.
  • La técnica de la guerra relámpago llegó a la perfección técnica en la invasión de la URSS. La idea no era ya atacar al enemigo escalonadamente.
  • Las fuerzas alemanas se concentraban en un área pequeña, a menudo una simple carretera, y atacaban con bombarderos, con infantería motorizada, con carros de combate, con artillería, todo a la vez. Ningún otro país poseía entonces la habilidad necesaria para coordinar los movimientos de esta táctica.
  • Horn formaba parte de la ofensiva militar tecnológicamente más avanzada que se había producido en la historia.
  • Masayo Enomoto, soldado japonés:
    • Cuando veía a una mujer en aquella zona enemiga, en lo primero en que pensaba espontáneamente era en violarla.
    • No sentía nada ni por haberla violado, ni por haberla matado, ni por habérmela comido. Esto vale para todo lo que hice. Después es cuando empecé a sentir remordimientos.
    • Empecé a sentirlos cuando lo consideré desde el punto de vista de los chinos, cuando vi su generoso comportamiento siendo prisionero de ellos en el campo de Bujan, en el norte de China.
    • Los chinos me felicitaron por haber escrito la confesión más larga y exacta.
  • Las recientes investigaciones del profesor Yuki Tanaka han revelado que el ejército imperial japonés «se practicó el canibalismo mucho más de lo que se ha venido creyendo hasta ahora».
  • Durante la segunda guerra mundial hubo más prisioneros que en ningún otro conflicto bélico de la historia y las experiencias de los que cayeron en manos del enemigo estuvieron también entre las más variadas y heterogéneas que se conocen.
  • Los alemanes trataron a sus prisioneros soviéticos mucho peor que a los británicos.
  • Alexandr Mijailovski, prisionero bielorruso de los alemanes:
    • Los alemanes nos enviaron por delante con toda intención, para que voláramos nosotros. Sabíamos que si eludíamos una mina y un alemán saltaba por los aires a nuestras espaldas, moriríamos nosotros también. Íbamos a morir de un modo u otro.
    • El miedo secaba la boca … las lágrimas nos impedían ver el suelo … Tenía el corazón en un puño.
  • No debemos olvidar nunca que por muchas advertencias que nos haga la historia y por muchas lecciones que nos enseñe, sólo hay una ley inmutable, que las cosas cambian.
  • Adol Hitler: «Tanto si el hombre mata al tigre como si éste se come al hombre, la tierra seguirá girando sobre su eje».
  • Samuel Willenberg, polaco judío prisionero en Treblinka:
    • El peor momento que vivió fue cuando descubrió el abrigo de su hermana entre las ropas que estaba clasificando.
    • «Aquí no se llora. Aquí se odia».
    • Lo pasaron peor los obligados a trabajar en las cámaras de gas.
  • Treblinka. Bastaban unos pocos alemanes (algunas docenas) para dirigir el campo, con ayuda de unos cien guardias ucranianos de las SS. El peso principal del trabajo recaía en un millar de prisioneros judíos que estaban obligados a mantener el proceso exterminador, so pena de ser ejecutados inmediatamente.
  • La cualidad más importante para sobrevivir en Treblinka era la suerte.
  • Peter Lee, oficial de intendencia de la RAF prisionero de los japoneses:
    • Si tengo en cuenta todo lo que pasamos, he de decir que el trato que los japoneses dieron a los prisioneros de guerra fue brutal, sádico e incivilizado.
    • En circunstancias como aquéllas, lo mejor era ocupar al máximo la mente y el cuerpo, no deprimirte y no compadecerte de ti mismo.
    • Vivir el presente, ver las cosas como eran en realidad, no como a uno le gustaría que fueran.
  • Creemos que en el ejército japonés existían estructuras mentales que posibilitaban aquellas atrocidades: el desprecio por los prisioneros de guerra; la convicción de que rendirse era deshonroso; la brutalidad propia de los aparatos administrativos y de mando; y el afán por hacer trabajar a los prisioneros como animales de carga a los que se mata de hambre.
  • Tatiana Nanieva, enfermera en un hospital de campaña soviético prisionera por los alemanes:
    • Nuestro caudillo no concebía la posibilidad de que cayéramos prisioneros. No nos  estaba permitido rendirnos. Antes que rendirse había que suicidarse.
    • La «alegría indescriptible» que había sentido al ver llegar al Ejército Rojo se desvaneción en un instante.
    • En vez de ser liberada inmediatamente y devuelta a la patria, fue internada en un campo de «criba» soviético donde fue interrogada durante varios días.
    • Al final los interrogadores le dijeron que se le acusaba de los dispuesto en el artículo 58 del código penal soviético («Traición a la madre patria»).
    • Sufrí más por el trato que me dieron los nuestros que por el recibido por los alemanes.
    • No pudo volver a Ucrania hasta la muerte de Stalin, en 1953.
  • Estera Frenkiel, adolescente judía en un gueto:
    • Estaba al tanto no sólo de las costumbres sexuales del responsable nazi del gueto, sino también de la verdadera suerte que aguardaba a los judíos que se llevaban de allí.
  • Los nazis no podían entretenerse con la administración diaria del gueto, así que ordenaron a los judíos que nombraran un consejo de ancianos para que ellos mismos tomaran las decisiones prácticas que afectaban a la vida cotidiana.
  • Esto significaba que el consejo de ancianos y sobre todo su presidente tenían un poder considerable sobre la vida de los demás.
  • Maria Platanov, cosaca prisionera de los británicos:
    • Tenía parientes en la caballería cosaca y todos estaban muy contentos de poder rendirse a los británicos. Estaban convencidos de que iba a tratárseles de acuerdo con la ley.
    • Lord Aldington  dio la orden en que se declaraba «soviéticos» a todos los cosacos y en consecuencia aptos para la repatriación.
  • Durante las secuelas de la guerra los británicos habían traicionado los principios que muchos creían haber defendido yendo al frente.
  • Muchos cosacos eran ciudadanos de la URSS. Pero había muchos que no lo eran.
  • El Gobierno británico había acordado con Stalin que todos los ciudadanos soviéticos fueran entregados al Ejército Rojo para ser repatriados; lo quisieran o no.
  • Que una decisión tenga consecuencias catastróficas para miles de personas no tiene por qué afectar al puñado de individuos que la tomaron.
  • Toivi Blatt, judío polaco prisionero alemán en Sobibor:
    • La gente me preguntaba: ¿qué has aprendido? Yo sólo sé una cosa: que nadie conoce a su prójimo. Nadie conoce a nadie.
    • Cualquiera puede ser bueno o malo, según la situación.
  • Casi todos los judíos eran conducidos al matadero sin crear problemas a los nazis. Es algo de lo que algunos judíos casi se avergüenzan en la actualidad.
  • Connie Sully, enfermera inglesa prisionera de los japoneses:
    • Quería conservar la virginidad hasta la noche de bodas, de modo que la violación fue su primera experiencia sexual.
    • Nos dicen: «Ama a tus enemigos». Yo digo que no.
  • Lucille Eichengreen, polaca en un gueto:
    • Al igual que otros niños judíos, acabó teniendo miedo de que cualquier cosa que hiciera o preguntara «se malinterpretase y precipitara un castigo». SE volvió «cautelosa».
    • Odio, odio en estado puro. Odié a todos y cada uno de los que habían matado a su padre en un campo de concentración.
    • Para los alemanes era judía polaca y para los judíos polacos era una judía alemana porque hablaba alemán.
    • No se podía una fiar de nadie, porque si le decía algo a una compañera, podía utilizarlo en beneficio propio.
    • He aprendido que cuando no se cree en una causa, sea una guerra o cualquier otra motivación, hay que decirlo. No siempre es popular decir lo que se piensa, pero si queremos que las cosas cambien, tenemos que aprovechar las oportunidades. Hay que hablar, hay que votar. Callar no sirve de nada.
  • La religión apenas tuvo un papel en el origen y desarrollo de la segunda guerra mundial.
  • Adol Hitler desdeñaba las religiones tradicionales.
  • Vladímir Ogrizko, responsable de unidad de guardias de la NKVD (pre-KGB):
    • Cualquiera que se resistiera y no obedeciese las órdenes que se le daban, y más aún si se alejaba o abría la boca, era eliminado allí mismo, sin contemplaciones.
    • Cuando se está en plena batalla no hay deserciones, sólo traiciones.
    • Stalin se portó bien. Hacía falta un hombre fuerte. Se sirvieron del miedo para vencer el miedo.
  • Suren Mirzoyan, soldado del Ejército Rojo:
    • Todo el mundo sabe que no hay soldados como los rusos.
    • Sólo pensaba una cosa: mata, mata, es un animal.
    • No le motivaban los ideales comunistas ni la retórica estalinista.
    • Su fe era tan elemental como las armas que empuñaba: o caía él o caía el enemigo.
  • Jacque Leroy, belga voluntario en el ejército alemán:
    • Admitió sin rodeos que era un «racista» convicto y confeso.
    • El objetivo ideológico de las Waffen SS era adiestrar hombres, hombres de élite.
    • A pesar de estar mutilado solicitó reincorporarse a su unidad para no hundirse en la mediocridad y estar con sus camaradas.
    • A veces hay que convertirse en símbolo, porque, de lo contrario, ¿para qué vivimos?
    • Hizo especial hincapié en que nunca había visto que se cometieran atrocidades contra los judíos.
    • Le dije que había pruebas gráficas de los cadáveres amontonados en los campos de concentración nazis. Replicó: ¿Y usted cree de verdad que esas imágenes son auténticas?
  • No todo el mundo sabe que el nazismo atrajo a muchos ciudadanos que no eran alemanes. En realidad, el SS más fanático que he conocido en mi vida era belga.
  • Zinaida Pitkina, enfermera rusa agente de SMERSH:
    • No sólo presenciaba los interrogatorios y torturas a prisioneros alemanes, sino que participaba personalmente en la etapa final de las operaciones: la ejecución de los prisioneros.
    • Había que aniquinarlos, teníamos que tratarlos como ellos nos trataban a nosotros.
    • En aquella época, si hubiera tenido a todos los alemanes en fila, los habría matado a todos.
    • Lo habría cortado en pedazos si me lo hubieran ordenado.
    • Entiendo que pueda despertar la curiosidad el que una mujer mate a un hombre.
  • En contra de lo que la imaginación popular cree, SMERSH no fue una invención del creador de James Bond; existió realmente y era un acrónimo ruso que significaba «Muerte a los espías».
  • Hiroo Onoda, teniente del ejército japonés:
    • Había pasado los los últimos veintinueve años prosiguiendo él solo la segunda guerra mundial en Lubang.
    • Su negativa a rendirse, su tozudez de hierro y su obstinación colosal habían hecho vibrar un elemento muy arraigado en el alma de los japoneses.
    • Cuando entró en el ejército se vio sometido a un régimen brutal de intimidación sistemática cuyo era hacer de él un soldado que obedece las órdenes sin cuestionarlas.
    • Quien no recibe una instrucción severa, no soportará las condiciones reales del frente.
    • Conocía perfectamente la superioridad del enemigo al que se enfrentaba.
    • La idea de que la única forma de parar a los norteamericanos era hacer que se «cansaran» de combatir desempeñó un papel fundamental en la determinación de no desistir que le animaba.
    • Se explicaba todas las ofertas de rendición como trampas que le tendían para que traicionara a su patria cuando más le necesitaba.
    • La guerra de Vietnam fue  uno de los incidentes que le persuadieron de que la guerra continuaba.
    • Pensaba que seguiría hasta los sesenta. Había llegado al final de mi resistencia.
    • Mi principal característica es la testarudez, la tenacidad, nunca quiero perder. Detesto ser un perdedor.
  • La paradoja final es que según Onoda Japón era un país corrupto y sin disciplina ocupado todavía por los norteamericanos. Así que se instaló en una hacienda en Brasil y se dedicó a lamentar su suerte y a hacer viajes ocasionales a Japón.
  • Erna Krantz, ciudadana alemana:
    • Había mucha pobreza en Alemania. La llamada clase media desapareció prácticamente.
    • Se fomentaba la idea de casta superior … Y bueno, debo decir que aquello era contagioso.
    • El acontecimiento que mejor simbolizó su felicidad bajo en régimen nazi fue la Noche de las Amazonas.
    • Confesó haberse sentido «satisfecha» de la vida que llevaba hasta que la guerra empezó a ir mal para Alemania.
    • Quiero decir que cuando estamos en medio de algo no nos hacemos preguntas.
    • Admitió que los felice recuerdos se habían empañado «un poco» cuando se enteró de la suerte que habían corrido los judíos.
  • Mark Lazarevick Gallay, piloto de pruebas ruso:
    • Nos reuníamos dos o tres veces a la semana y en aquella reuniones teníamos que hablar de los «enemigos del pueblo».
    • Casi todos los denunciados por «enemigos del pueblo» en aquellas reuniones del partido comunista local eran inocentes de todo lo que se les acusaba. Pero todos los presentes sabían que si no denunciaban a nadie, el grupo entero pasaba a ser sospechoso de haber ocultado a un traidor y todos los miembros serían castigados.
  • Stalin era el colmo incluso para los nazis. Lo que desconcertaba a los nazis era el carácter al parecer arbitrario de las purgas.
  • Las purgas solían hacerse para llenar cupos. Cada sección del ejército, cada célula del partido tenía que entregar una cantidad determinada de «enemigos del pueblo».
  • Los cabecillos ambiciosos sabían que para causar buena impresión a los jefazos de Moscú había que superar la cantidad solicitada.
  • Stalin conocía perfectamente la tremenda fuerza del miedo como herramienta de control. Y el miedo al castigo arbitrario es una de las emociones más disuasorias que existen.
  • El precio que Stalin estuvo más que dispuesto a pagar para seguir en el poder fue la tortura, el encarcelamiento y la ejecución de miles y miles de ciudadanos que no habían cometido ningún delito.
  • Manfred Freiherr, de las capas más altas de la sociedad alemana:
    • Tuve la impresión de que el único contacto que había llegado a tener su familia con la clase obrera en los últimos siglos había sido preguntar cuándo se servía el desayuno.
    • Los jóvenes de aquelle época éramos entusiastas y optimistas. Creíamos en Hitler.
    • Nadie creía en lo que se decía en Mein Kampf. Nadie se lo tomó realmente en serio.
    • Entonces Hitler me pareció que se comportaba como un genio. Cuando me acuerdo de aquello en la actualidad y vuelvo a verlo de pie y luego sentado, tengo la convicción de que se comportaba como un histérico.
    • «Con razón o sin ella, es mi patria».
    • Confesaba voluntariamente que su reacción a las atrocidades del frente oriental diciendo ¿y a mí qué?. Pero reaccionó horrorizado cuando se enteró de las realidades de Auschwitz.
    • Es una vergüenza espantosa y los responsables fueron los alemanes.
    • Sólo había dos soluciones: o eras un mártir o mirabas a otro lado, porque no se podía hacer otra cosa. Yo no tenía valor suficiente para ser un mártir.
  • Ken Yuasa, médico japonés que llevó a cabo experimentos humanos:
    • Se operaba a chinos sanos para enseñar a los médicos japoneses a ser cirujanos.
    • En el ejército, las órdenes son inapelables y temía que, si se negaba, su familia sufriera las consecuencias.
  • Fritz Hippler, director de cine alemán:
    • Pasaba por ser el director de una película de propaganda, probablemente, la más nauseabunda que se haya hecho: Der ewige Jude (el judío eterno).
    • Su jefe era el ministro nazi de Propaganda, Joseph Göbbels.
    • Göbbels estaba convencido de que la prensa y la radio influían en el cerebro, en el inconsciente, en la inteligencia, en la imaginación. El inconsciente moviliza las auténticas fuerzas primarias del hombre.
    • Hitler quería que esta película fuera la «prueba» de que los judíos eran una raza de parásitos que convivía con la humanidad y a la que había que apartar del resto de las personas.
  • Nigel Nicolson, oficial de información de la 1ª Brigada de Guardias, británico:
    • Participó en la deportación de unos 26.000 soldados yugoslavos que habían huido con sus familias del mariscal Tito y sus guerrilleros comunistas, y buscaban refugio en el sur de Austria.
    • Admitió antes de morir que había mentido al decir en su parte diario que habían «servido un refrigerio» a los yugoslavos contrarios a Tito.
  • Conocer a Nigel me permitió conocer el peligro que supone creer que una fuente histórica es intrínsecamente segura; los documentos pueden mentir tanto como las personas.
  • Karl Böhm-Tettelbach, agregado de la Luftwaffe al ministro de Defensa alemán:
    • Himmler le pareció «muy normal».
    • Matar a Hitler, eso no era tan problemático pero habría habido que sustituir a Himmler, a Göring y a muchísimos más.
    • Cuando lo conocí a Hitler era un hombre normal. Al final, cuando murió, era un ser horrible.
  • Kristina Söderbaum, actriz sueca famosa en el Tercer Reich:
    • Vivía en una jaula de oro. Vi muy poco de la guerra.
    • Por el amor de Dios, ¿yo colaboré con esto?. Entonces no lo veíamos así, no sabíamos adónde conduciría.
    • Desde que acabó la guerra he procurado leer todo lo que se ha dicho sobre las cosas terribles que hizo Hitler. Pero resulta muy difícil, entiéndame, porque tenía unos ojos azules maravillosos. Y más que eso, que siempre fue simpatiquísimo conmigo.
  • Japón es el país que cuenta con más suicidios durante la guerra.
  • En Japón la religión desempeñaba un papel muy menor en la vida de la mayoría.
  • El sintoísmo, la religión tradicional en Japón, es más una filosofía del comportamiento que una religión.
  • El sintoísmo de estado fue básicamente, durante la guerra, un instrumento de control político.
  • Si algún kamikaze creía sinceramente que iba a volver como un dios después de muerto para vivir en un templo de Tokio, lo creía de un modo muy abstracto, como formar parte del viento o de la lluvia.
  • Kenichiro Oonuki, kamikaze japonés:
    • Al pedir voluntarios para una misión especial la reacción su inmediata y de sus compañeros fue la que era de esperar. Pensaron que la propuesta era «absurda».
    • Nadie lo quería, pero todos dijimos: «Sí, con todo mi corazón». No podíamos oponernos.l
  • Waltraud Reski, niña alemana:
    • En lo único que pienso es en lo fuerte que era mi abuela.
    • En la guerra hubo muchas mujeres que fueron así de fuertes y ella misma decía que no sabía por qué, pero que de pronto se sentía fuerte.
  • Es incómodo pensar que nuestros aliados fueron culpables de estos horrendos crímenes de guerra, y los medios británicos y estadounidenses aún son reacios a presentar como víctimas incluso a alemanes totalmente inocentes.
  • Shigeaki Kinjou, ciudadano japonés:
    • Como civiles, también nosotros deberíamos estar dispuestos a sacrificarnos por la patria cuando se presentara la ocasión.
    • Por lo general era el padre el encargado de matar a la familia.
    • Él y su hermano mataron a su madre, a su hermano y su hermana.
    • En mi vida he llorado tanto.
    • No los maté por odio ni nada parecido. Pero creo que nos habían manipulado de un modo espantoso, y sufro, y no he dejado de sentirme culpable desde entonces.
  • Hay dos puntos que quisiera subrayar: uno es la importancia de recordar el carácter pasajero de nuestra vida y del mundo que nos rodea; el otro punto se refiere a la versatilidad de la conducta y la actidu de las personas.
  • ¿Somos como somos porque tenemos cualidades inherentes para ello o porque nos condiciona el ambiente? Sin duda somos una mezcla de ambas soluciones.
  • Actualmente creo que muchas personas están más determinadas por la «ética situacional» de lo que nos gustaría imaginar.
  • Fingir que no pasa nada reprobable y pensar sólo en uno mismo no suele ser una opción sostenible.
  • La mejor forma de no volverse «caníbal» es impedir que el lugar en que vivimos se vuelva un «país caníbal».
  • Antiguo nazi: «Eso es lo malo que tiene la vida actualmente. Gente que nunca ha sido puesta a prueba va por ahí juzgando a gente a la que sí se ha puesto a prueba».
  • La adversidad podría hacer florecer lo mejor que hay en nosotros, pero también revelar lo peor. ¿Qué piensa usted? ¿Qué habría hecho en el lugar del otro?

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Libro muy recomendable!, trata de retazos autobiograficos de personas que vivieron la segunda guerra mundial en aspectos muy puntuales como haber sido prisioneros de guerrar, kamikazes, etc. La verdad es que dificil hacerse una idea de que contestar a lo que el autor pregunta repetidamente de que hubiera hecho el en las mismas circunstancia.

raul

10 respuestas to “Los verdugos y las víctimas de Laurence Rees – Apuntes Breves”

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