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El libro de la madera de Lars Mytting – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en martes, 4 de julio, 2017


Título original: Hel Ved.
© 2011, Lars Mytting.
© 2016, Kristina Solum y Antón Lado, por la traducción
Editorial: Alfaguara.

Cortar y apilar leña es un pasatiempo a través del cual el mundo parece cobrar de nuevo sentido. La relación del ser humano con el fuego es tan antigua y universal que se diría que al aprender sobre la madera se conoce la vida con más profundidad.

Quién mejor para compartir esa sabiduría ancestral que un experto de Escandinavia, un gran escritor que, junto a Karl Ove Knausgård, ha puesto a la literatura noruega en el foco de los lectores. Lars Mytting transmite las enseñanzas de expertos y aficionados, divertidas anécdotas y emocionantes historias de vida. Ha visitado los bosques y se ha detenido en los cruces de caminos en busca del rugido de la motosierra.

El libro de la madera. Una vida en los bosques empieza con un hombre con un hacha y termina con un cadáver. Es en parte una guía sobre las mejores prácticas para el uso de una fuente de energía que se renueva; un manual de instrucciones que incluye sabios consejos (por ejemplo, cómo elegir marido según el modo de apilar la leña), y finalmente, un ejercicio de meditación sobre el instinto humano de supervivencia.

Este libro, que ha tenido ya eco en el mundo entero, nos recuerda que siempre habrá un nuevo invierno.

Lars Mytting, escritor y periodista, nació en 1968 en Fåvang, Noruega. Es autor de tres novelas aclamadas por la crítica, la última de las cuales, Svøm med dem som drukner (2014, de próxima publicación en Alfaguara), ganó el Premio de los Libreros de Noruega, ganó el Premio de los Libreros de Noruega, se convirtió en pocas semanas en un fenómeno editorial y está siendo adaptada como serie de televisión en una coproducción internacional. El libro de la madera. Una vida en los bosques ha vendido más de medio millón de ejemplares en todo el mundo, está siendo traducido a dieciséis idiomas, y en Noruega se convirtió en una serie de televisión de gran audiencia.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Habría que mencionar al típico inútil, que curiosamente suele encontrarse entre los jóvenes medioambientales, gente acostumbrada a la vida al aire libre, a las excursiones de esquí de fondo y a la pesca con mosca, que rara vez levanta algo más que una hoguera de campamento, siempre que esté permitido, claro, valiéndose de minihachas de juguete verdes y minisierras pelgables también verdes, compradas en la tienda de deportes al aire libre por un precio espeluznante. Gente que cree saberlo todo sobre la leña, y que por lo tanto nunca aprende.
  • Con la excepción del inútil y el esteta, supongo que en realidad soy una mezcla de todos esos temperamentos, aunque no dejo de pensar que a esta colección de arquetipos le falta algo. Para ser sincero, empiezo a estar hasta las narices de cortar leña. Últimamente, nuestro consumo en la cabaña es tan alto que me ha tocado cortar demasiada, así que debo de haberme convertido en una desgraciada mezcla entre el acaparador y el idiota, que se pone manos a la obra con fastidio, irritación e impaciencia, también se me hace aburrido.
  • ¿Leña ahora?, me dije. ¿Cuando todo el mundo está pensando en tomarse una cerveza en la terraza? Pero, por supuesto era el momento. Otar me lo hizo entender más tarde.
  • La leña había que comprarla en abril o mayo. Leña verde. Así, él mismo controlaba el proceso de secado, era más barato y le traían justo la cantidad que él necesitaba.
  • Los hechos del libro reflejan la destilada sabiduría que depararon mis encuentros con entusiastas de la leña, tanto aficionados como investigadores. He recibido mucha ayuda de las comunidades científicas noruegas que se dedican a la combustión y a la silvicultura.
  • En gran medida ete libro trata sobre métodos, porque aobrda los sentimientos que se expresan a través de los métodos.
  • La leña es la razón misma por la que los habitantes del norte estamos aquí, pues sin ella estas gélidas regiones serían inhabitables. Tal vez el gusto que muchas personas encuentran en acopiar madera se deba a que despierta aquel gen en nosotros, y nos conecta a través de los tiempos con aquellos recolectores de los que descendemos.
  • En la antigüedad la leña era importante para toda la humanidad, no solo por el calor que proporcionaba, sino también para cocinar. Se trata de las más antigua de nuestras fuentes de energía.
  • La electricidad y el fueloil eran alternativas baratas, requerían poco mantenimiento y permitían conservar el calor durante toda la noche. A menudo las casas estaban mal aisladas y requerían una fuente de calor sencilla durante el día, y para eso la electricidad era perfecta.
  • El gusto por la calefacción de leña no puede reducirse a una cuestión económica. El fuego vivo proporciona una experiencia más rica. Nos atrae, igual que cuando en la antigüedad nos reuníamos en torno a la hoguera. Hay una diferencia perceptible entre la sensación de calor de un radiador eléctirco y la de una estufa de leña.
  • No solo es cuestión de bienestar, aparece que la unión que siente la humanidad con nuestra energía más antigua ha arraigado en nosotros, sobre todo debido a la seguridad que instintivamente nos proporciona el fuego.
  • La manera que tiene cada uno de cortar y apilar dice algo de esa persona.
  • La leña es una fuente de energía extremadamente versátil: se puede compartir con vecinos necesitados, no se derrama, no depende de un cable de suministro, prende con una cerilla, se puede almacenar año tras año, y funciona aunque sea de baja calidad. Disponer de una energía en forma sólida propociona mucha seguridad.
  • Si bien es cierto que la calefacción de leña es parte del sistema nervioso de los noruegos, eso no nos convierte en perfectos entusiastas de la bioenergía, previsores y ecologistas. Como cualquier población urbana, la gente se ha ido acostumbrando a un acceso inmediato a todos los bienes, estés donde estés y con solo pulsar un botón.
  • Si un árbol se quema en una estafa, la emisión de CO2 es exactamente la misma que si el árbol muere y se pudre.
  • Los bosques tienen una capacidad de absorción de CO2 formidable. El problema es que los árboles no viven para siempre. Tarde o temprano el árbol muere y empieza su descomposición.
  • Hay quien cree que es inevitable que salga humo sobre el tejado de una casa con estufa, pero no es así.
  • En 1998 se fijó por ley que todas las estufas nuevas que se instalaran debían ser limpias, y hoy los requisitos de emisión noruegos siguen figurando entre los más estrictos del mundo. Además, se lanzaron campañas para el uso correcto de las estufas de leña.
  • Al cabo de unos meses de secado, tienes 4,2 kWh de energía por cada kilo de leña. En comparación, el carbón proporciona prácticamente el doble, pero hay que restarle la extracción y el transporte.
  • La desventaja de la leña, para los usuarios, es que necesita esfuerzo; es pesada y ha de acarrearse hasta la estufa, de la que a su vez hay que ocuparse cuidadosamente, y además se apaga a las horas.
  • Un pequeño dato relevante en este contexto es que la energía local y verde es inocua desde el punto de vista del juego político.
  • La naturaleza es dadivosa en muchos sentidos, y los esfuerzos del leñador siempre tiene premio. A diferencia del pescador, el cazador o el recolector de bayas, él tiene garantizado que su esfuerzo dará frutos.
  • En Noruega se ha establecido la práctica de respetar los pinos y los abetos muertos, pues son biotopos fundamentales para los insectos y ayudan a preservar el equilibrio de las especies.
  • Casi todas las especies de árboles alcanzan más altura y despliegan menos ramas si crecen apretadas que si crecen aisladas y con mucho sol porque si tienen poco sitio competirán por él con el árbol vecino y crecerán hacia la luz.
  • Cuando un leñador novato se pone manos a la obra, debe contar con una buena dosis de autodisciplina.
  • Nadie sufría accidentes laborales tan terribles como los antiguos leñadores, y sus sucesores modernos corren el riesgo de desfigurarse gravemente con la motosierra si no empiezan con cautela.
  • Hay un principio importante que se debe seguir siempre: el árbol se tala con dos cortes. Primero se realiza un corte direccional que equivale al 25% del diámetro del árbol. El objetivo de este corte es que el árbol caiga de manera controlada en una dirección concreta. Luego, y desde el otro lado, se efectúa el corte de caída. Se corta hacia dentro y hacia el corte direccional, pero se para unos centímetros antes de que los dos cortes se junten. La sección que queda atrás funciona como una bisagra que hace que el árbol caiga en un movimiento continuo.
  • La tradición noruega es talar cerca de Semana Santa, cuando la nieve está compacta y helada y los troncos se deslizan fácilmente sobre ella.
  • A muchos les ha pasado que alguna carga de leña simplemente no quiere secar, por más que se deje. Esto ocurre sobre todo con la leña talada en otoño y que se ha dejado mucho tiempo en el bosque, o se ha guardado en la leñera cuando aún estaba verde. Leña que, aunque luego tenga unas condiciones de secado excelentes, nunca secará del todo.
  • Es importante no dejar troncos verdes sin descortezar en el bosque: hay que llevarlos a casa para cortarlos, partirlos y ponerlos a secar.
  • Si los insectos atacan la leña, debe conservarse fuera hasta que se vaya a usar, y un buen truco es esperar a que haga mucho frío para quemarla.
  • Para facilitar que la leña tan libre de humo como sea posible a lo largo del invierno, conviene tener en cuenta las astillas para encender el fuego desde el momento en que se está en el bosque. La madera dura es difícil de prender, así que los expertos aconsejan talar un poco de abeto y álamo también.
  • El árbol más antiguo del mundo crece en Suecia, muy cerca de la frontera con Noruega, en una meseta de Dalarna. Se trata de un pequeño abeto de más de 9.550 años. Para ser exacto, es la raíz la que tiene esa edad, el tronco es sí tiene «solo» seis siglos.
  • Un método antiquísimo para estimular el crecimiento de los árboles consiste en aprovechar la capacidad que tienen ciertos caducifolios (entre ellos el abedul, el roble, el fresno, el avellano, el castaño, el chopo y el sauce) para reproducir vástagos desde el tocón. Así, el árbol joven se beneficiará del ssitema radicular de la generación anterior y crecerá más rápido si tuviera que echar raíces por sí mismo.
  • Los tocones de abedul pueden rebrotar durante doscientos años antes de pudrirse.
  • El roble rejuvenece casi infinitamente, y en el Reino Unido se han encontrado robles que crecen de raíces de más de dos mil años.
  • El principal objetivo de una plantación de leña es hacer que los árboles rebroten rápidamente del tocón. Esto se consigue cortando a matarrasa una sección al año, pero no justo al lado de la que se cortó el año anterior. Es importante que la sección que se ha cortado a matarrasa esté protegida del viento. Los vástagos empezarán a brotar del tocón al año siguiente, a menudo en manojos densos que hay que ralear de manera sistemática, y así año tras año.
  • En Kägeröd, Suecia, se aprovechan las aguas residuales de las ciudades para fertilizar los bosques energéticos, lo que triplica el índice de crecimiento de los árboles.
  • No hace falta ser tan ambicioso. Un bosque productivo y bien cuidado tiene su propia calma y dignidad. Si el tiempo de rotación de los árboles es de 40 años en vez de 15, nos permite entrever la perspectiva temporal que todo dueño forestal conoce.
  • Este libro trata sobre las especies arbóreas más comunes en los países nórdicos, pero en todo el mundo existen tipos de árboles que dan una leña excelente.
  • Muchos noruegos están convencidos de que el abedul es lo único que vale.
  • El abeto prende con facilidad y se calienta rápidamente, con lo cual es ideal para caldear una cabaña fría. Además, gracias a su estructura, es fácil de trocear en astillas, y una reserva de leña no está completa sin leña de encendido de abeto.
  • La característica más excepcional del roble es su dureza extrema, y su resistencia. Casi todas las naves vikingas estaban hechas de roble.
  • El fresno rebota desde el tocón, y por ello resulta ideal para el cultivo de vástagos. El tocón alcanza una altura considerable antes de bifurcarse y por tanto es fácil de talar y cortar pese a su froma naturalmente curvada.
  • Muchas de las cerillas del mundo están hechas de álamo temblón. Su poder calorífico no es particularmente alto, pero es fácil de cortar en astillas delgadas que se consumen con una llama constante y pausada, lo cual lo convierte en leña ideal para el encendido y la cocina.
  • Elegir la motosierra es algo que define al leñador. No se puede elegir en una tienda de jardinería un sábado por la mañana.
  • Los buenos vendedores siempre venen botas de protección, casco y piezas de recambio, y no desvían la mirada cuando les preguntas si te pueden enseñar la manera correcta de afilar la cadena.
  • Una regla de oro dice que si la motosierra no resulta demasiado pequeña es que es demasiado grande.
  • El afilado correcto de la cadena es mucho más importante que el tamaño de la motosierra, tanto que los leñadores noruegos emplean la expresión skamfile (afilar a deshonra) cuando la cadena está mal afilada.
  • Partir la leña a hachazso es uno de los trabajos más primitivos que quedan al alcance del hombre moderno. No tenemos muchas ocasiones de empuñar una herramienta pesada con todas nuestras fuerzas.
  • La altura del tajo es sorprendentemente significativa. Los leñadores noruegos tienden a usar tajos altos para proteger la espalda, y cualquier intento de iniciar una discusión al respecto suele revelar que las dimensiones del tajo se perciben como un asunto privado. Pero esta tradición no tiene por qué ser la ideal.
  • Un truco antiguo de los leñadores noruegos para finales del invierno consistía en cortar los troncos y echarles nieve alrededor de cada extremo. Al día siguiente el sol derrite la nieve y la madera la absorbe. Por la noche se congela, y a la madrugada siguiente acostumbra a rajarse al primer golpe de hacha.
  • El viento soplando por la pila eslo que da leña realmente seca. El calor es importante, pero la leña verde debe quedarse a la intemperie.
  • La fuerza del impacto del hacha en la madera se propaga de la empuñadura a los brazos y de ahí al cráneo.
  • Una pila puede ser un placer para los ojos, pero ante todo cumple el práctico propósito de secar la leña y mantenerla tan seca como sea posible, porque durante el apilado queda determinada la calidad final de la madera, tanto en términos de humedad como de apariencia.
  • La leña será mejor, es decir, estará más seca y menos expuesta a los ataques de hongos, si se seca rápidamente. La mejor forma de conseguirlo es exponiendo al máximo su superficie al viento y al sol.
  • Si hay que elegir entre colocar la pila en un lugar soleado o un lugar con mucho viento, opta siempre por el viento.
  • Corren muchos rumores sobre pilas tan compactas que apenas cabe un papel de fumar, pero eso solo es recomendable si la leña ya está seca.
  • Lo ideal para el secado es que la pila quede tan porosa como sea posible, sin que se derrumbe. Nuestros mayores tenían una regla: la leña verde había que apilarla tan suelta que un ratón pudiera correr a través de los agujeros de la pila, pero sin dejar huecos tan grandes como para que el g ato lo siguiera. A finales del verano puedes moverla a una leñera que le proporcione regugio frente a la nieve y la lluvia, y ahí sí puedes apilarla tan prieta como quieras.
  • En Noruega la cuestión de si hay que apilar los leños con la corteza hacia arriba o hacia abajo ha aguado más de un bautizo y arruinado alguna que otra boda cuando entre los invitados había entusiastas de la leña. En algo están de acuerdo ambas facciones: la corteza debe estar orientada hacia abajo en las capas inferiores de la pila, para proteger la leña de la humedad del suelo, y siempre hacia arriba en las capas superiores, si no se tiene un buen tejado.
  • Nunca lloro al quemar un leño perfecto. No es mala idea estar en contacto con lo perecedero también.
  • Igual que el árbol absorvbe el agua lentamente, ahora debe soltarla poco a poco. La humedad es enemiga del fuego, y el secado es la fase más determinante para una leña de calidad.
  • Un mito extendido dice que «la leña no debe estar demasiado seca», pues existe un porcentaje ideal de humedad. No es cierto. Cuanto más seca esté la leña, mejor.
  • En la práctica nunca tendrá menois de un 12% si se ha almacenado al aire, a no ser que vivamos en el desierto.
  • Si ha fallado el secado, costará más que la leña prenda, dará mucho menos calor, contaminará y dejará el conducto de humos de la estufa con una capa brillante que incrementa el riesgo de fuego en la chimenea.
  • La principal característica de la leñá que no está seca, aparte de no prender bien y emitir un siseo, es el humo negro que sale por la chimenea.
  • Un 20% de humedad es el mínimo relativo para que la leña comercializada en Noruega se denomine «seca».
  • Un viejo dicho noruego asegura que la leña debe estar cortada, rajada y apilada para Semana Santa, ya que en ese caso estará seca para San Juan, es decir, al cabo de dos meses. En Noruega, la noche de San Juan se suele celebrar con grandes hogueras que se mantienen vivas durante gran parte de la breve noche.
  • Si los leños se dejan secar en un lugar bien ventilado a principios dela primavera, la humedad puede bajar del 45 al 33% en solo un par de días, y al 30% después de la primera semana. Tras un mes de secado en buenas condiciones puede haber bajado al 33%, y al cabo de dos meses es posible que no supere el 15% de humedad, un resultado compatible con la antigua sabiduría. A partir de este punto, en la práctica, no se gana nada dejándola más tiempo en la pila, y podemos trasladarla al sótano o a la leñera.
  • Un buen truco para controlar el proceso de secado es marcar cuatro o cinco leños de la pila y pesarlos a intervalos de una semana. Cuando el peso deja de bajar, la leña ha alcanzado la humedad de equilibrio.
  • Si, debido a las scondiciones climáticas, la leña no tiene tiempo de secarse totalmente antes de que vuelva a subir la humedad del aire, será necesario concederle dos temporadas. El segundo año entrará en equilibrio con la humedad del aire más baja, que suele llegar a principios de la primavera. Dos años de secado dan una clara ventaja a largo plazo, ya que se doblan las reservas de leña y se cubre el consumo para un año adicional.
  • Un truco para saber si la leña está seca es golpear dos leños el uno contra el otro. La leña seca emitirá un sonido duro y tintineante, mientras que un golpe sordo sin repercusión indica que hay mucha humedad.
  • Algo que suena increíble, pero que realmente funciona, es untar con detergente líquido uno de los extremos de un leño de árbol de hoja caduca y soplar con todas tus fuerzas por el otro. Aunque parezca mentira, la leña seca es tan porosa que deja pasar el aire, de manera que saldrán burbujitas por el otro lado. El truco también es una buena prueba de que la humedad circula mejor por los extremos de la leña.
  • 1 Kg de leña completamente seca ofrece 5,32 kWh de energía, independientemente de la especie de madera.
  • La otra fuente de pérdida es la estufa. Ninguna estufa es capaz de aprovechar toda la energía de la leña, entre otras cosas porque los gases no combustionan por completo y se pierde calor en la chimenea. Las estufas antiguas suelen tener una eficiencia de 40-60%, mientras que las modernas de combustión limpia se encuentran entre el 60 y el 80%. Una chimenea abierta puede tener no más del 10-15%.
  • Una antigua creencia afirma: «Leña vieja, calor escaso».
  • El que existan estufas tanto «rápidas» como «lentas» es una sabiduría básica que hoy por desgracia mucha gente ignora. Las estufas de hierro rápidas calentarán en poco tiempo una casa fría, pero con una estufa lenta es más fácil mantener una temperatura estable, sobre todo si la vivienda está bien aislada.
  • Antes era habitual vivir en familias grandes, con tres generaciones bajo el mismo techo: hijos, padres y abuelos. La calefacción era la tarea de los abuelos. Ahora solo viven juntos los padres y los hijos, y los ancianos viven solos o en residencias. La sociedad ha pasado por un desarrollo que hace que las viviendas se enfríen más durante el día.
  • El tiro es la corriente que se produce dentro de la chimenea por la diferencia entre la temperatura interior y la exterior.
  • Con frecuencia, los fabricantes reciben la queja de que el tubo de humos le falta tiro y entra humo en la habitación, pero demasiado tiro tampoco es bueno, porque en ese caso el humero le robará calor a la estufa, se perderá tiempo de combustión y los gases no tendrán manera de consumirse.
  • El tiro se puede frenar con un regulador que se instala a posteriori en el tubo de humos. Se ajusta de forma manual según las condiciones, y reduce el tiro entre un 0 y un 70%.
  • El calor siempre asciende, y si hay poca gente y poco movimiento en la habitación quizá convenga instalar un ventilador eléctrico que haga circular el aire caliente.
  • Si la estufa tiene puerta de cristal, puede limpiarse mojando papel de periódico o una esponja, que luego se mete en ceniza y se frota contra el cristal. En Noruega existe la creencia popular de que la ceniza se convierte en lejía, pero lo que limpia el cristal es la fricción.
  • Es importante alimentar el fuego de leña con regularidad para asegurarse de que tiene llamas bien visibles o brasas y no está humeando.
  • Una buena costumbre es dejar siempre una buena capa de ceniza en el fogón, ya que conservará el calor de las brasas durante mucho tiempo después de apagarse el fuego.
  • La estufa fue desarrollada en Suecia a principios del siglo XVIII, con el país al borde de una crisis de leña.
  • El agua es un conductor térmico mucho más grato, y la aparición de la calefacción central a finales del siglo XIX inauguró una revolución a la hora de calentar los edificios altos, incluso abrió el paso a una nueva arquitectura.
  • La hora de la verdad llega justo después de Navidad, ¿tienes leña suficiente? Porque un hombre puede escatimar con el precio de un regalo de cumpleaños y aún así será perdonado; puede olvidar una y otra vez pedir muebles nuevos para el jardín, u optar por un nuevo garaje antes que llevar a su familia de vacaciones al Mediterráneo. Pero el que deja que su familia pase frío en invierno…, es no tiene perdón.
  • Probablemente la hoguera que más tiempo lelva ardiendo sea la del templo de Zoroastro en Yazd, Irán, cuya llama no se apaga desde el año 470 d.C. Los curas alimentan el fuego, por lo general, con madera de melocotonero y almendro. Se ha movido en tres ocasiones: primero en 1174 y luego en 1474, antes de llegar a su emplazamiento actual en 1940.
  • Antes se creía que las llamas mantenían alejadas a las fuerzas malignas, que podían adentrarse en la casa si las brasas de la estufa se apagaban.
  • Parece que la leña ha prendido, en cambio ha pasado algo que puede resultar sorprendente: al principio lo que vemos arder no es la leña en sí, las llamas se deben a la combustión de los gases que están saliendo de la leña.
  • Una sola cerilla no logrará que prenda un buen tronco. Todos los fuegos deben crecer y el proceso siempre debería implicar tres fases, con tres materiales diferentes.
  • El gueo echa humo y contamina si no quema con intensidad.
  • Incluso cuando la leña está quemando bien, hay que respetar una regla importante: meter siempre al menos dos leños a la vez, nunca uno solo.
  • Si en una situación de emergencia hace falta quemar leña que no esté del todo seca, debe picarse mucho y, a poder ser, quemarse con leña seca.
  • Aunque la leña debe arder alegre e intensamente, todo tiene su límite. Si la estufa se llena de astillas muy picadas es posible que la superficie total que esté ardiendo sea excesiva. Conlleva peligro de incendio y puede dañar la estufa y el tubo de humos.
  • Un incendio de chimenea se advierte desde el interior de la casa cuando empiezan a salir rugidos anómalos de la estufa y el tubo de humos. Desde fuera se verá como salen chispas o llamas de la chimenea, y con frecuencia son los vecinos o gente de paso los que avisan del problema.
  • Una última regla de oro: para el vaciado de la ceniza vale la misma regla que para los amores perdidos: «Las antiguas brasas pueden convertirse en grandes llamas». Usa siempre un cubo metálico.
  • Liv Kristin: «En una granja es importante asegurarse contra las sorpresas desagradables. Una pila que se derrumba en pleno periodo de siega, u otro tipo de tareas fijas en el calendario, puede ser una desgracia».
  • Con la leña larga, el número de maniobras hasta que esta llega a la leñera se reduce a la mitad. Es parte de la razón por la que antes en Noruega la práctica habitual era entregar leños de 60 cm y dejar el último corte para el usuario final.

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