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Cómo evitar un desastre climático de Bill Gates

Posted by Raul Barral Tamayo en martes, 1 de marzo, 2022


Título original: The Solutions We Have and the Breakthroughs We Need.
© 2021, Bill Gates
© 2021, Carlos Abreu Fetter, por la traducción
Editorial: Plaza Janés.

Para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático, los humanos debemos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Si esto parece complicado es porque lo será. El mundo jamás ha acometido una tarea tan colosal. Todos los países tendrán que modificar su manera de hacer las cosas.

Si el mundo sigue produciendo gases de efecto invernadero, el cambio climático continuará empeorando y su impacto sobre la humanidad será con toda seguridad catastrófico.

No obstante, esto puede cambiar. Ya disponemos de algunas de las herramientas que necesitaremos y, en cuanto a las que aún no tenemos, todo lo que he aprendido acerca del clima y de la tecnología me lleva a ser optimista sobre nuestra capacidad de inventarlas, implementarlas y, si actuamos con suficiente rapidez, evitar un desastre climático.

Este libro trata sobre lo que habrá que hacer y las razones por las que creo que podemos conseguirlo.

Bill Gates es un experto en tecnología, líder empresarial y filántropo. En 1975, fundó Microsoft junto a su amigo de la infancia Paul Allen y, en la actualidad, copreside con su esposa la Fundación Bill & Melinda Gates. También creó Breakthrough Energy, una iniciativa para la comercialización de energías limpias y tecnologías relacionadas con el medio ambiente. Melinda y él tienen tres hijos y viven en Medina, Washington.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Cero es la cantidad a la que debemos aspirar. Para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático (que serán muy nocivos), los humanos debamos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera.
  • Prácticamente la totalidad de las actividades de la existencia contemporánea conllevan la liberación de gases de efecto invernadero y, a medida que pase el tiempo, más personas accederán a este estilo de vida.
  • Este libro trata sobre lo que habrá que hacer y las razones por las que creo que podemos conseguirlo.
  • Por lo que respecta al cambio climático, los pobres son los que más tienen que perder. Se trata en su mayoría de agricultores que ya viven al límite y no podrían sobrellevar más sequías e inundaciones.
  • El mundo necesita generar más electricidad para que los desfavorecidos prosperen, pero sin emitir más gases de efecto invernadero.
  • Si no dejamos de aportar gases de efecto invernadero a la atmósfera, la temperatura continuará subiendo.
  • Imponernos el objetivo de reducir nuestras emiciones (pero no eliminarlas) no bastará. El único objetivo sensato es alcanzar zero.
  • Me sentiría culpable si me beneficiara de un retraso en la eliminación de las emisiones. Así que en 2019 vendí todas mis participaciones directas en compañías de petróleo y gas, y lo mismo hizo el fideicomiso que administra los fondos de la Fundación Gates.
  • En 2015 la financiación privada estaba cerrando el grifo. Muchas de las sociedades de capital riesgo que habían invertido en tecnología verde se retiraban del sector porque los beneficios que les reportaba eran demasiado bajos.
  • El coche y el avión no bastan para alcanzar la meta del cero, ni siquiera sería el factor más determinante.
  • Necesitamos nuevas herramientas para luchar contra el cambio climático: maneras de generar electricidad, fabricar cosas, cultivar alimentos, caldear o enfriar el interior de los edificios, y transportar a personas y mercancías por el mundo, todo ello con huella de carbono cero. Asimismo, precisamos nuevos tipos de semillas y otras innovaciones para ayudar a las personas más desfavorecidas del planeta (muchas de las cuales son pequeños agricultores) a adaptarse a un clima más caluroso.
  • Mi mentalidad es más propia de un ingeniero que de un experto en ciencias políticas, de modo que no tengo la solución política al cambio climático.
  • Tengo claro que no soy la persona más indicada para transmitir mensajes sobre el cambio climático. En el mundo no escasean los hombres ricos con ideas ambiciosas respecto a lo que deberían hacer los demás o con la convicción de que la tecnología puede arreglarlo todo. Además soy propietario de grandes casas y vuelo en aviones privados, de manera que ¿qué derecho tengo a sermonear a nadie acerca del medio ambiente? Me declaro culpable de los tres cargos. No puedo negar que soy un tipo adinerado con una opinión. Sin embargo, creo que se trata de una opinión bien fundamentada.
  • Soy tecnófilo. Cuando se me presenta un problema, siempre busco remedio en la tecnología. Por lo que respecta al cambio climático, sé que la innovación no es lo único que necesitamos. Pero sin ella no lograremos que la tierra siga siendo habitable. Las soluciones técnicas no bastan, pero son necesarias.
  • El objetivo no es que cada individuo subsane sus emisiones, sino evitar un desastre climático.
  • La clave para atajar el cambio climático estriba en producir una energía verde tan barata y fiable como la que procede de los combustibles fósiles.
  • La mala noticia: llegar a cero será muy complicado.
  • La buena noticia: podemos lograrlo.
  • Algunas empresas podrían irse a pique en los próximos años; suele ocurrir cuando se trabajo con tecnología de vanguardia, y no es necesariamente una señal de fracaso. Lo fundamental es aprender de los errores e incorporar las lecciones recibidas a la siguiente iniciativa.
  • No se trata de un optimismo iluso; ya cumplimos con dos de las tres condiciones necesarias para llevar a buen término cuaaquier tarea de envergadura. En primer lugar, tenemos empeño, gracias a la pasión de un movimiento mundial creciente liderado por jóvenes profundamente preocupados por el cambio climático. En segundo lugar, nos fijamos metas cada vez más ambiciosas para solucionar el problema a media que más dirigentes nacionales y locales de todo el mundo se comprometen a arrimar el hombro. Solo nos falta la tercera condición: un plan preciso para alcanzar dichas metas.
  • Tanto si eres una autoridad gubernamental, un empresario o un votante muy ocupado y con muy poco tiempo libre (o las tres cosas a la v ez), puedes hacer algo para contribuir a evitar un desastre climático.
  • Ninguna hipótesis realista prevé que continuemos añadiendo carbono a la atmósfera sin que el mundo siga calentándose, y cuanto más se caliente, más difícil será para los humanos sobrevivir, por no hablar de prosperar. No sabemos con exactitud cuánto daño ocasionaría un aumento determinado de la temperatura, pero nos sobran motivos para preocuparnos. Además, dado que los gases de efecto invernadero perviven tanto tiempo en la atmósfera, las altas temperaturas del planeta se mantendrán hasta mucho después de que lleguemos a las cero emisiones.
  • No hay vías realistas para alcanzar la meta del cero que consiste en abandonar estos combustibles por completo o poner fin a todas las actividades que también producen gases de efecto invernadero (como la fabricación de cemento, el uso de fertilizantes o el metano que escapa de las termoeléctricas de gas natural). Por el contrario, lo más probable es que en un futuro de carbono cero continuemos produciendo emisiones pero dispongamos de sistemas para retirar el carbono adicional.
  • Una disminución del 50 por ciento en las emisiones no detendría el aumento de la temperatura; solo lo ralentizaría, lo que aplazaría pero no impediría la catástrofe climática. Supongamos que logramos una reducción del 99 por ciento. ¿Qué países y sectores de la economía tendrían derecho a aprovechar el 1 por ciento? ¿Quién estaría legitimado para decir algo así?
  • Para evitar los peores escenarios climáticos, en algún momento no solo debemos dejar de añadir gases a la atmósfera, sino también empezar a eliminar parte de los que ya hemos emitido.
  • Durante la última glaciación, la temperatura media era solo seis grados más baja que la actual. En la época de los dinosaurios, cuando la temperatura media era unos cuatro grados más calurosa que la de nuestros días, había cocodrilos viviendo por encima del Círculo Polar Ártico.
  • ¿Por qué aumenta más la temperatura en unos lugares que en otros? En el interior de algunos continentes el suelo está más seco, lo que se traduce en que el terreno no se enfría tanto como antes. Dicho de otro modo, los continentes transpiran cada vez menos.
  • Al final, lo que importa no es la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, sino el calentamiento y su impacto en los seres humanos. Y, en ese aspecto, un gas como el metano es mucho peor que el dióxido de carbono.
  • Debemos estar agradecidos al efecto invernadero; sin él, el planeta sería demasiado frío para ser habitable. El problema es que los gases de efecto invernadero adicionales potencian cada vez más este efecto.
  • La tierra se está calentando a causa de la actividad humana, lo que está teniendo unos efectos negativos que se agravarán mucho. Nos sobran motivos para creer que en algún momento dichos efectos serán catastróficos. ¿Llegaremos a ese punto dentro de treinta años? ¿Cincuenta? No lo sabemos con exactitud, pero, considerando lo difícil que será resolver el problema, incluso si faltan cincuenta años para que ocurra lo pero, debemos actuar cuanto antes.
  • Cuando se produce una ola de calor, desconocemos si la única causa es el cambio climático. Lo que sí sabemos es en qué medida ha incrementado el cambio climático las probabilidades de que se produzca esa ola de calor.
  • Habrá días más tórridos.
  • No en todo el mundo sufrirán por igual la llegada de días más cálidos y húmedos.
  • Hay sitios que quizás se vean beneficiados por el calentamiento climático. En las regiones frías, por ejemplo, morirán menos personas de hipotermia y gripe, y caldear los hogares y las oficinas costará menos dinero.
  • Las tormentas son cada vez peores. Los científicos siguen debatiendo sobre si su frecuencia se ha incrementado o no debido al calor, pero en general parece que se están volviendo más violentas.
  • Hasta la tormenta más intensa dura a lo sumo unos días, pero su repercusiones pueden persistir años.
  • Según un estudio, en 2017 el huracán María revirtió las infraestructuras de Puerto rico al estado en que se encontraban más de dos décadas atrás. ¿Cuánto tiempo falta para que otra tormenta lo haga retroceder de nuevo? Lo desconocemos.
  • Mientras que en algunos lugares llueve más, otros padecen sequías cada vez más frecuentes y severas.
  • Los mares no solo se están calentando, también se están bifurcando, es decir, se están dividiendo en zonas donde el agua contiene más oxígeno y zonas donde contiene menos. Como resultado, los peces y otros seres marinos se trasladan de aguas o simplemente se mueren.
  • Podría parecer que una diferencia de entre un grado y medio y dos grados no es importante, pero los climatólogos han ejecutado simulaciones basadas en ambos escenarios, y el resultado no es alentador.
  • A medida que suban las temperaturas, por ejemplo, los mosquitos se instalarán en otros lugares (les gusta la humedad, de modo que abandonarán las zonas más secas en busca de otras más húmedas), así que surgirán casos de malaria y otras enfermedades transmitidas por insectos en sitios donde nunca se habían dado.
  • Los golpes de calor se convertirán también en un problema grave. La capacidad del cuerpo humano para enfriarse depende de la capacidad del aire para absorber el sudor que se evapora. Si el aire no puede absorber tu sudor, no te refrescarás por mucho que transpires. La transpiración simplemente no tiene adónde ir. Tu temperatura corporal se mantiene demasiado elevada y, si la situación no cambia, puedes morir a causa de un golpe de calor en cuestión de horas.
  • La pérdida de vidas y el dolor causados por la pandemia son equivalentes a los que sobrevendrán con regularidad si no eliminamos las emisiones de carbono en todo el mundo.
  • A media que ascienda la temperatura, estos problemas serán cada vez más frecuentes, más graves y afectarán a más gente.
  • Los países que funden con éxito empresas e industrias neutras en carbono serán los que lideren la economía global en las próximas décadas.
  • No es casualidad que los combustibles fósiles tengan un precio tan bajo. Son abundantes y fáciles de transportar.
  • Sería inmoral y poco práctico intentar evitar que quienes se encuentran en los peldaños inferiores de la escala económica traten de ascender. Debemos lograr que las personas de bajo ingresos suban por la escalera sin empeorar el cambio climático.
  • Las transiciones energéticas llevan mucho tiempo.
  • La necesidad actual de acometer una transición energética obedece a un factor que hasta ahora nunca nos había importado. En el pasado, cambiábamos de una fuente a otra porque la nueva era más barata y potente.
  • entrada original: https://raulbarraltamayo.wordpress.com/2022/03/01/como-evitar-un-desastre-climatico-de-bill-gates/
  • Tenemos que forzar la marcha para llevar a cabo una transición anormalmente rápida. Esto introduce un grado de complejidad al que nunca hemos tenido que enfrentarnos.
  • También está la cuestión del tamaño. Todas las estructuras tan grandes y complejas son reacias al cambio. Además, de forma consciente o no, hemos fomentado mucho la inercia en la industria de la energía.
  • Tenemos una motivación fuerte y comprensible para aferrarnos a lo que conocemos, incluso si lo que conocemos nos está matando.
  • Nuestras leyes y normativas han quedado obsoletas.
  • Nuestro enfoque sobre la cuestión del clima y la energía cambia con cada ciclo electoral. Cada cuatro u ocho años, en Washington se instala una nueva administración con sus propias prioridades energéticas.
  • Incluso entre los que aceptan la realidad del cambio climático hay quienes no comulgan con la idea de que debemos invertir grandes cantidades de dinero en innovaciones para enfrentarnos a él.
  • Si no nos aproximamos al cero con rapidez, pasarán cosas malas (seguramente muchas) mientras la mayoría de nosotros aún estemos vivos, y cosas catastróficas en el lapso de una generación.
  • Si no catalogamos el cambio climático como una amenaza para la existencia de la humanidad, las condiciones de vida de la mayoría se deteriorarán, y los pobres se empobrecerán aún más.
  • Existe otro obstáculo para alcanzar un consenso sobre el clima: la consabida complejidad de la cooperación internacional. Cuesta conseguir que todos los países del mundo se pongan de acuerdo en algo, sobre todo cuando esto les acarrea costes adicionales, como los que implicará frenar las emiciones de carbono.
  • Necesitamos que el sistema energético prescinda de todo aquello que no queremos y que conserve todo lo que nos interesa; en otras palabras, que cambie por completo y a la vez permanezca igual.
  • ¿Cuánto gas de efecto invernadero emitimos con cada cosa que hacemos? Fabricar (cemento, acero, plástico), 31%. Consumir energía (electricidad), 27%. Cultivar y criar (plantas, animales), 19%. Desplazarnos (aviones, camiones, cargueros), 16%. Calentar o enfriar (calefacción, aire acondicionado, refrigeración), 7%.
  • No disponemos de equivalentes directos verdes para todo. No existe un cemento neutro en emisiones.
  • Uno de los problemas radica en lo baratos que son los combustibles fósiles. Dado que sus precios no tienen en cuenta el coste real del cambio climático, las fuentes de energía limpia lo tienen más difícil para competir con ellos.
  • La intermitencia nocturna no es el problema más espinoso al que nos enfrentamos. La variación estacional entre verano e invierno constituye un obstáculo aún mayor.
  • Deberíamos estar instalando renovables a toda prisa allí donde resulten económicamente viables.
  • No debemos tener miedo a apostar por ideas estrambóticas. Es la única manera de garantizar que se produzcan al menos algunos avances reales.
  • Cuesta concebir un futuro en el que hayamos descarbonizado la red eléctrica a un coste asequible sin valernos de la energía nuclear.
  • Las centrales nucleares también están a la cabeza en lo relativo a la utilización eficiente de materiales como el cemento, el acero y el vidrio.
  • La energía nuclear mata a muchísima menos gente que los coches. De hecho, mata a mucha menos gente que cualquier combustible fósil.
  • Los científicos nucleares cuentan un viejo chiste: «La fusión nuclear está a cuarenta años vista, y siempre lo estará».
  • A pesar de todas las limitaciones, las baterías de iones de litio son difíciles de mejorar. Creo que cabe la posibilidad de multiplicar el rendimiento por tres, pero no por cincuenta.
  • Existe otro método que se denomina «desplazamiento de la carga» o «desplazamiento de la demanda» y que consiste en hacer un uso más coherente de la energía a lo largo del día. Utilizar más electricidad en los momentos en que generarla resulta más barato.
  • En casos extremos, cuando la electricidad escasea, deberíamos poder minimizar la demanda, es decir, racionar la electricidad, conceder prioridad a los servicios de primera necesidad (como los hospitales) y cancelar las actividades no esenciales.
  • Si se produce un gran descubrimiento que permita abaratar el hidrógeno, por ejemplo, quizá no tengamos que preocuparnos tanto por crear una batería milagrosa.
  • Deberíamos buscar maneras de construir y elaborar cosas con materiales reutilizados.
  • La cría de animales para la alimentación es una de las principales actividades emisoras de gases de efecto invernadero.
  • Norman Borlaug, el brillante botánico que desencadenó una revolución en la agricultura que dio pie a los progresos alimentarios en India y otros países. Desarrolló variedades de trigo con el grano más grande y otras características que les permitían proporcionar mucho más alimento por superficie cultivada. En la actualidad se le atribuye haber salvado mil millones de vidas. Se le otorgó el premio Nobel de la Paz en 1970, y el impacto de su obra ha llegado hasta nuestros días: prácticamente todo el trigo que se cultiva en el mundo desciende de las plantas que él desarrolló.
  • Cuantas más calorías procedentes de fuentes cárnicas consumamos, más plantas tendremos que cultivar para alimentarlas.
  • Los animales hacen tanta caca que esta constituye la segunda causa de las emisiones en el sector de la agricultura, después de la fermentación entérica.
  • Un partidario ecérrimo del veganismo quizá propondría otra solución: «En lugar de probar todas estas maneras de limitar las emisiones, deberíamos dejar de criar ganado». Reconozco la fuerza de este argumento, pero no me parece realista.
  • Con todo, podemos comer menos carne y aun así disfrutar de su sabor.
  • La gran incógnita respecto a la carne artificial no está relacionada con el dinero, sino con el sabor. ¿La carne vegetal gustará lo suficiente a los consumidores para que la elijan por encima de la animal?
  • Existe una última manera de reducir las emisiones procedentes del sector alimentario: derrochando menos alimentos.
  • Se calcula que, si no pudiéramos producir fertilizante sintético, la población mundial sería entre un 40 y un 50 por ciento menor.
  • Ahora mismo no existe una alternativa a los fertilizantes que resulte práctica y neutra en carbono.
  • Desde el punto de vista de la silvicultura, la estrategia más eficaz para luchar contra el cambio climático consiste en dejar de talar tantos árboles que ya existen.
  • En lo que al transporte se refiere, el futuro libre de emisiones de carbono se reduce, en esencia, a lograr que el máximo número posible de vehículos funcione con electricidad, y el resto, con combustibles alternativos.
  • Casi todos los que estamos vivos en este momento tendremos que adaptarnos a un mundo más caluroso.
  • A medida que los niveles del mar y los terrenos inundables cambien, tendremos que replantearnos la ubicación de viviendas y oficinas. Tendremos que reforzar redes eléctricas, puertos marítimos y puentes. Tendremos que plantar más bosques de manglar y mejorar los sistemas de alerta temprana de tormentas.
  • Son las personas de bajos ingresos las que se llevarán la peor parte.
  • Es una cruel injusticia que, pese a que los pobres del mundo no están haciendo prácticamente nada para causar el cambio climático, son quienes más padecerán sus efectos.
  • Si bien el cambio climático afectará a todas las urbes, los problemas más graves afectarán a las que se encuentran en la costa.
  • Los manglares son árboles de baja altura que crecen en la costa, pues están adaptados a la vida en agua salada; atenúan las marejadas ciclónicas, evitan inundaciones costeras y protegen los hábitats de los peces. Plantarlos es mucho más barato que construir rompeolas, y además los árboles mejoran la calidad del agua. Constituyen una excelente inversión.
  • El problema del agua, como tantos otros, se reduce, en esencia, a un problema energético: si dispusiéramos de suficiente energía limpia y barata, podríamos potabilizar toda el agua que hiciera falta.
  • Los climatólogos han identificado muchos puntos de inflexión que podrían acelerar de forma dramática el cambio climático. Es el caso de las estructuras cristalinas semejantes al hielo que se encuentran en el fondo del océano y contienen grandes cantidades de metano; podrían volverse inestables y expulsar el gas de golpe.
  • La innovación no es solo cuestión de desarrollar dispositivos nuevos, sino también de elaborar políticas nuevas para demostrar la utilidad de esos inventos y colocarlos en el mercado lo antes posible.
  • Sin la intervención gubernamental no habrá garantías de que la empresa que invierta en electricidad limpia obtenga beneficios.
  • En general, es responsabilidad del gobierno invertir en I+D cuando el sector privado no lo hace porque considera que no le reportará beneficios. Una vez que queda claro que una empresa puede obtener ganancias, el sector privado toma las riendas.
  • El negocio de la informática personal jamás habría alcanzado el éxito del que goza en la actualidad si el gobierno de Estados Unidos no hubiera financiado la investigación que dio lugar a microprocesadores más pequeños y veloces.
  • Es mucho más probable que alguien se lance a desarrollar una nueva clase de electrocombustible si sabe que no tendrá que competir con gasolina abaratada de manera artificial.
  • No podemos conformarnos con los objetivos sencillos. Ahora que el movimiento a favor del clima está poniéndose serio, necesitamos asumir también los retos difíciles: el almacenamiento de la electricidad, los combustibles limpios, el cemento, el acero y el fertilizante, entre otras cosas.
  • Los mercados, la tecnología y las políticas conforman los tres niveles que debemos impulsar para desvincularnos de los combustibles fósiles. Tenemos que impulsar los tres a un tiempo y en la misma dirección.
  • ¿Con qué rapidez debemos llegar al cero? La ciencia nos indica que, para evitar una catástrofe climática, los países ricos habrán de lograr unas emisiones netas nulas antes de 2050.
  • El plazo de 2030 no es realista. Lo que podemos (y debemos),  hacer en los próximos diez años es adoptar medidas que encaucen nuestros esfuerzos hacia la meta de una descarbonización profunda antes de 2050. Reducir las emisiones antes de 2030 del modo equivocado podría incluso impedirnos llegar al cero algún día.
  • Las medias que adoptaríamos para realizar deducciones pequeñas antes de 2030 serían radicalmente distintas de las que tomaríamos para alcanzar el cero antes de 2050. En realidad, se trata de dos vías diferentes, con indicadores de éxito distintos, y tenemos que elegir entre ellos. Es genial tener objetivos para 2030 siempre que sean hitos en el camino al cero emisiones para 2050.
  • Si el objetivo de «reducir antes de 2030» es un hito hacia el «cero antes de 2050», no tiene mucho sentido emplear mucho tiempo o dinero en pasarnos del carbón al gas.
  • Hoy en día nos encontramos en el mismo punto respecto al cambio climático que hace años respecto a las pandemias. Los expertos en salud nos avisaban de que un brote masivo era prácticamente inevitable. A pesar de sus advertencias, no hicimos todo lo necesario para preparasno …, hasta que de pronto tuvimos que apresurarnos y recuperar el tiempo perdido. No debemos cometer el mismo error con el cambio climático.
  • La innovación se basa tanto en aparatos nuevos como en maneras nuevas de hacer las cosas.
  • Sin demanda de innovación, los inventores y responsables políticos carecerán de alicientes para elaborar ideas nuevas; sin una oferta constante de innovaciones, los productos verdes que el mundo necesita para lograr el objetivo del cero no llegarán a manos de los compradores.
  • El miedo al fracaso da lugar a carteras de proyectos de I+D con escasa visión de futuro. Se tiende a optar por inversiones más seguras que podrían y deberían estar financiadas por el sector privado. La principal ventaja de que el estado lidere la financiación de la I+D radica en que puede correr el riesgo de apostarpor ideas audaces que tal vez fracasen o tarden mucho tiempo en rendir frutos.
  • Es un error pensar que no hay que degradar la ciencia básica pensando en cómo puede contribuir a la creación de un producto comercial útil. Algunos de los mejores inventos surgen cuando los científicos inician su investigación con una finalidad concreta en mente.
  • La suma de dinero que invertimos en las medidas para llegar al cero y adaptarnos a los daños que sabemos que se avecinan habrá de incrementarse de forma drástica y sostenerse durante mucho tiempo. Los plazos de las inversiones en el clima son largos, y los riesgos, elevados.
  • No es fácil imponer costes más altos ahora a cambio de un mejor clima en el futuro.
  • Alguien inventará estas tecnologías. La cuestión es quién y cuándo.
  • No hace falta ser político o filántropo para ayudar a mejorar las cosas. Todos tenemos influencia como ciudadanos, consumidores, empresarios o empleados.
  • Los cargos públicos adoptarán planes concretos contra el cambio climático si los votantes se lo exigen.
  • No basta con decirles «Hagan algo respecto al cambio climático». Hay que conocer su postura, formularles preguntas y dejarles claro que se trata de una cuestión que repercutirá en el sentido de nuestro voto. Debemos exigirles que destinen más fondos a I+D sobre energías limpias, que fijen un precio sobre el carbono o que tomen cualquier otra de las medidas.
  • Tenemos la posibilidad de ejercer un impacto enorme en el lado de la demanda de la ecuación. Cuando pagamos más por un coche, una bomba de calor o una hamburguesa vegetal, estamos diciendo: «Existe un mercado para este producto. Nosotros lo compraremos».
  • Sin este mensaje de la demanda, las innovaciones en las que invierten los gobiernos y las compañías jamás saldrán al mercado, o ni siquiera llegarán a desarrollarse, dada la falta de incentivos económicos para crearlas.
  • Por desgracia, el diálogo sobre el cambio climático se ha polarizado de forma innecesaria, por no mencionar que se ha enturbiado a causa de las informaciones contradictorias y los relatos confusos. Tenemos que conseguir que el debate sea más reflexivo y constructivo y, sobre todo, debemos centrarlo en los planes realistas y concretos para alcanzar la meta del cero.
  • Abrigo la esperanza de que podamos encauzar la polémica compartiendo los datos con la gente que forma parte de nuestra vida: familiares, amigos y personas con cargos de responsabilidad.
  • Soy optimista porque sé lo que la tecnología y la gente son capaces de conseguir.
  • Si los países ricos solo se preocupan de reducir sus propias emisiones sin tener en cuenta que las tecnologías limpias deben ser viables para todos, nunca llegaremos al cero.

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