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El mundo tal y como es de Ben Rhodes

Posted by Raul Barral Tamayo en martes, 11 de octubre, 2022


Título original: The World as It Is.
© 2018, Perry Merrill LLC
Editorial: Debate.

Ben Rhodes pasó diez años la lado de Barack Obama y fue testigo de todo lo que sucedió en su Gobierno, primero como redactor de discursos, después como consejero adjunto de Seguridad Nacional y finalmente como ayudante polifacético y estrecho colaborador.

Sin embargo, Rhodes no fue el típico testigo presidencial y estas no son las típicas memorias sobre la Casa Blanca. Escrita con desbordante personalidad y un gran énfasis en el detalle, esta es una excepcional mirada a algunos de los momentos más conmovedores, tensos e importantes de la Administración Obama: la captura de Bin Laden, la respuesta a la Primavera Árabe, el acuerdo nuclear con Irán, las negociaciones secretas con el Gobierno cubano para normalizar las relaciones entre ambos países o la confrontación del resurgimiento del nacionalismo y el nativismo que culminaron con la elección de Donald Trump.

En El mundo tal y como es, Rhodes nos comparte los momentos vividos en el ala oeste junto a un hombre que cambiaría la historia de Estados Unidos, pero sobre todo nos contagia el frenesí que supuso escribir con un simple bolígrafo palabras destinadas a transformar el mundo. En definitiva, una crónica de la educación política de un talentoso escritor que nunca perdió su idealismo y que registró de forma excepcional las fuerzas que han dado forma a la última década.

Ben Rhodes nació en Nueva York en 1977. Se graduó en Humanidades por la Universidad Rice (Texas) y tiene un máster de bellas artes en escritura creativa por la Universidad de Nueva York. Entre 2009 y 2017, Rhodes desempeñó el cargo de asesor adjunto de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama. Se ocupaba de la supervisión de las comunicaciones de la Administración estadounidense relacionadas con la seguridad nacional, de la redacción de discursos y de la diplomacia pública. Antes de pasar a formar parte del equipo de gobierno de Obama, trabajó como redactor de discursos y asesor de política exterior en su campaña presidencial, a la que se incorporó en 2007.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • No se pueden cambiar las cosas si no se cambian las personas que toman las decisiones.
  • Durante los ocho años siguientes, casi nunca fui capaz de ver cómo era pronunciado ante la multitud un discurso escrito por mí; prefería la experiencia del distanciamiento y dar paseítos entre bastidores, echando ocasionalmente un vistazo a la BlackBerry para leer las reacciones iniciales ante el discurso mientras era pronunciado.
  • Cuando te dedicas a escribir discursos y el que has redactado se ha acabado, pasas de ser el miembro más imprescindible del personal a ser temporalmente irrelevante.
  • Me di cuenta de que estaba desarrollando una adicción a ese tipo de vida: los momentos que ansiaba no eran los actos multitudinarios, cuando se pronuncian los discursos, sino más bien la presión que acumulándose hasta desembocar en ellos; los momentos en los que todo el mundo espera para escuchar las palabras que están ahí, en tu portátil, como si solo tú conocieras un secreto que todavía no ha sido revelado a nadie.
  • Alguien: «La gente no va a decir nunca nada agradable de un discurso en el que no haya trabajado».
  • Para mis padres, Obama aunaba las dos corrientes, la del movimiento en pro de los derechos civiles y la de los hermanos Kennedy; las dos corrientes que formaban el relato heroico de su juventud.
  • Obama había contado una historia distinta de lo que era Estados Unidos y de cómo los estadounidenses íbamos a relacionarnos con otras naciones y con otros pueblos.
  • ¿Qué es la política exterior estadounidense? Día tras día, es una empresa que mueve anualmente un billón de dólares y que avanza como un transatlántico, configurando a su paso la vida de las personas, independientemente de que sean conscientes de ello o no.
  • La embajada de Estados Unidos en Nueva Delhi intenta contribuir a que las empresas estadounidenses entren en el mercado indio.
  • Esta realidad contribuye ocasionalmente a provocar cierta esquizofrenia, pues nuestra política exterior representa una visión concreta de los intereses de Estados Unidos en el momento en el que fueron tomadas unas decisiones concretas.
  • En Afganistán nuestras tropas se hallan enzarzadas en una guerra contra el terrorismo iniciada a comienzos del siglo XXI cuyo objetivo son los yihadistas que en los años ochenta del siglo XX fueron armados por Estados Unidos y elogiados como los combatientes de vanguardia en la guerra contra el comunismo.
  • Nuestros diplomáticos intentan mediar en un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos al tiempo que nuestra ayuda exterior financia al ejército israelí, que ocupa una cantidad cada vez mayor de territorio palestino.
  • Mantenemos esas inversiones porque, teniendo en cuenta todos los factores, creemos que el resultado vale la pena, incluso si sufrimos pérdidas, vivimos situaciones bochornosas o tenemos que hacer concesiones morales.
  • Obama se centró en su identidad de afroamericano, integrándose en la corriente de los que habían sufrido la opresión pero habían conseguido provocar el cambio a través de la movilización no violenta.
  • Obama abrigaba una mayor preocupación por nuestra tendencia a extralimitarnos: la forma en que nuestras políticas afectan a la población en lugares como Indonesia; la despreocupación con la que, desde Vietnam hasta Irak, no hemos sabido tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones; los peligros de un poder ejecutivo sin control.
  • Debido a lo mucho que le preocupaban las palabras, a menudo dispuse de una visión sin cortapisas de lo que pensaba, una visión que me convertía en el puente entre sus discursos y sus acciones.
  • Vi con claridad cómo los distintos organismos forman sus propios anticuerpos para prevenir el deseo de cualquier presidente de moverse en una determinada dirección.
  • Como me dijo un colega musulmán, la expresión «islamista radical» es entendida por muchos musulmanes como una caracterización del propio islam y no de una facción.
  • Obama: «Occidente tiene que llevar a cabo una labor de reeducación en lo que concierne al islam y las aportaciones que este ha hecho al mundo, y el islam tiene que reconocer las aportaciones que ha hecho Occidente a la hora de articular ciertos principios que son universales».
  • Obama: «Cualquier orden mundial que sitúe a un grupo de gente por encima de otro fracasará».
  • Obama: «En plena guerra fría, Estados Unidos desempeñó cierto papel en el derrocamiento de un Gobierno iraní elegido democráticamente. A partir de la Revolución islámica, Irán ha desempeñado también cierto papel en actos como la toma de rehenes y el empleo de la violencia contra soldados y civiles estadounidenses. Esta historia es bien conocida. Para no permanecer atrapados en el pasado, he dejado claro a las autoridades y al pueblo de Irán que mi país está dispuesto a dar pasos adelante».
  • La caricatura de Rahm lo presenta soltando tacos todo el rato, y lo cierto es que los soltaba.
  • Los israelíes eran con diferencia la parte más fuerte del conflicto, pero nosotros actúabamos como si fuera al revés.
  • En la Sala de Crisis, Biden podía convertirse en una especie de misil descontrolado.
  • Joe Biden: «Toda la política exterior es una prolongación de las relaciones personales».
  • Aquel ascenso impediría mi traslado a Nueva York ni a ninguna otra parte en un futuro cercano. No podría ir a los bares a disfrutar de la happy hour después del trabajo, ni ver música en directo, ni mantener el contacto con los viejos amigos, ni ir al cine o leer las novedades editoriales, ni ver con frecuencia a mis padres antes de que se hicieran viejos, ni ver crecer a mis sobrinos. A cambio, iba a ser viceconsejero de seguridad nacional.
  • Los talibanes no podían ser derrotados mientras contaran con respaldo político en su país y un refugio seguro en Pakistán; Pakistán no dejaría nunca de apoyar a grupos como los talibanes mientras su preocupación primordial fuese tener apoyos contra la vecina India.
  • Era evidente que Obama pretendía centrarse en derrocar a Al Queda, no en reconstruir Afganistán.
  • La lección que nos había enseñado Vietnam: limitar nuestras acciones.
  • Una semana después de que diera comienzo la escalada de la guerra, Obama voló a Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz.
  • Obama: «Como alguien que se presenta aquí como consecuencia directa de la labor a la que el doctor King dedicó su vida, soy una prueba viviente de la fuerza moral de la no violencia. Sé que no hay nada de débil, nada de pasivo, nada de ingenuo, en las convicciones y en la de Gandhi y de King. Pero en mi calidad de jefe de Estado que juró proteger y defender a mi país, no me puede guiar solo su ejemplo».
  • Washington siempre planteaba la misma disyuntiva: ignora una cosa y déjala reposar, o dale oxígeno contraatacando.
  • Siempre me llamaba la atención la exclusión de los grandes problemas mundiales (clima, gobernanza, alimentación, salud) en beneficio de una enmarañada serie de detalles relacionados con las tramas terroristas.
  • Los viajes al extranjero eran la parte que más me gustaba de mi trabajo. Durante cierto tiempo podías sumergirte en un país diferente en su política, en cómo encajaba en la política exterior de Estados Unidos o en lo que preocupaba a su población.
  • La sensación de haber recibido una herencia malísima, peor que la recibida por cualquier presidente desde los tiempos de Roosevelt.
  • Obama se enfadaba solo con las personas más cercanas; con el resto era en todo momento sumamente cortés.
  • Esa era la opinión que los saudíes tenían de los que protestaban en Egipto: eran terroristas. Pero no era esto lo que los demás veíamos con nuestros propios ojos. Los que protestaban no eran solo islamistas, sino también activistas seglares, gente joven y coptos.
  • Cuando el Gobierno de los Estados Unidos no quiere hacer algo, evita plantear opciones de ningún tipo.
  • Ahora nos preguntaban cómo íbamos a evitar que la misión se estancara, si podíamos empezar a traspasar el mando a los europeos y si estábamos «en guerra» con Libia. Nuestros asesores jurídicos me habían dicho que se suponía que no debía utilizar la palabra «guerra»; no habíamos pedido autorización al Congreso y, según afirmábamos, aquella iba a ser una operación militar limitada, y por lo tanto entraba dentro de las competencias constitucionales del presidente.
  • El nombre de «equipo rojo» se daba a un grupo de analistas de los servicios de inteligencia que hacían las veces de adversario para detectar posibles lagunas en operaciones complejas.
  • Biden a veces adoptaba posiciones chocantes en las reuniones con el fin de ampliar el espectro de las opiniones y las alternativas de las que pudiera disponer Obama.
  • Al Qaeda acabó por confirmar la muerte de Bin Laden al cabo de unos días.
  • El Israel que la generación de mi madre había idealizado se vio eclipsado cada vez más por un Israel dirigido por el movimiento de los colonos y de los emigrantes ultraortodoxos.
  • Ese sería el punto en el que nos encontraríamos a lo largo de todo el mandato: incapaces de espolear lo más mínimo a Israel hacia la paz y obligados a sujeta un espejo que mostraba la necesidad de avanzar en esa dirección.
  • Obama: «Verdaderamente me encanta la reina. Es igualita que Toot, mi abuela. Atentísima. Franca. Dice todo lo que piensa. No aguanta a los idiotas».
  • había una postura moral que debíamos adoptar y un mensaje político que debíamos enviar: Al-Ásad era irredimible a los ojos del mundo libre.
  • Algunos se relajan en el campo o en la playa; yo me relajo en un vagón de metro abarrotado o en una calle de Chinatown atestada de gente.
  • Fue así como la Casa Blanca se enteró de que Trípoli estaba a punto de caer: por Twitter.
  • En opinión de Obama, era insostenible que los palestinos consiguieran su reconocimiento como Estado en la ONU; había que negociarlo primero con Israel.
  • Obama era incapaz de inducir a Israel a poner fin a la ocupación del territorio palestino y, pese a la intransigencia de Netanyahu, a la hora de la verdad siempre estaría del lado de Israel.
  • Daba la sensación de que el conflicto palestino-israelí era un problema que teníamos no que resolver, sino que gestionar: mantener a los dos bandos dialogando; persuadir a los palestinos de que no debían abandonar del todo la perspectiva de llegar a ser un Estado; impedir que las Naciones Unidas se cebaran con Israel. Reacción, no acción.
  • En muchas ocasiones dio la sensación de que la inminencia de las elecciones marginaba las iniciativas más ambiciosas en materia de política exterior, de que la política desplazaba cualquier capacidad de asumir riesgos.
  • Obama: «¡Ya lo entiendo! ¡Este no es en absoluto un verdadero debate, se trata simplemente de una actuación!».
  • Obama: «No eres tan solo un asesor, eres un amigo».
  • Tiempo atrás, cuando trabajé para Lee Hamilton, uno de sus más fieles asesores me había dicho que no olvidara nunca la siguiente advertencia: en Washington, cuando trabajas para alguien, no dejas nunca de ser uno de sus empleados, por muy cerca que estés de tu jefe.
  • Una muestra de que en la política exterior estadounidense reinaba la esquizofrenia es que nos encontrábamos debatiendo a la vez dos posturas antagónicas: por un lado, sin incluíamos o no a toda la oposición siria en la lista de organizaciones terroristas; por otro, si proporcionábamos o no ayuda militar a esa misma posición.
  • Un hecho que ponía de manifiesto la arrogancia de la política exterior de Estados Unidos era que se pensaba que podíamos organizar a la oposición siria (a la que apenas conocíamos y que luchaba por su supervivencia) por medio de inclusiones en listas terroristas y un modesto apoyo militar.
  • Desde América Central hasta Afganistán, Estados Unidos no tenía un historial muy brillante cuando había dependido de representantes armados.
  • Velamos únicamente por el sesenta por ciento de la región. Solo estamos a medias en cuestiones como la paz en Oriente Próximo, Siria, Egipto o la búsqueda de un acuerdo nuclear con Irán.
  • Respecto a la paz en Oriente próximo, me dijo que la había buscado en repetidas ocasiones, pero que Bibi no estaría dispuesto a llegar a un acuerdo.
  • Obama: «No podemos engañarnos y pensar que podemos arreglar Oriente Próximo. ¿Cuál es la línea que nos separa de Lawrence de Arabia? Los jóvenes hacen la guerra, los viejos hacen la paz».
  • A lo largo de su primer mandato había ido postergando nuestra primera visita a Israel con la esperanza de que se abriera un proceso de paz en la zona. Después de cuatro años, parecía evidente que ese proceso no iba a tener lugar.
  • La historia de Israel no es en absoluto normal, y su preocupación por la seguridad y la estabilidad deriva de una historia de antisemitismo que sigue presente en la actualidad.
  • Obama, que era acusado a menudo de dar demasiada importancia a los discursos, se mostraba más cínico que yo respecto a la capacidad de los discursos para cambiar posturas atrincheradas.
  • Esa forma de implorar a los israelíes que vieran a los palestinos como seres humanos iguales a ellos, probablemente fue lo máximo que podría hacer para mantener la promesa hecha ante aquellos muchachos palestinos.
  • La visión de Obama parecía chocar con las facetas más duras de la política, el mundo en el que hace falta que un bando gane y el otro pierda.
  • Obama: «Usted no es tan solo el líder de los Hermanos Musulmanes. Es también el presidente de Egipto. Debe escuchar a todos y su Gobierno debe ser un reflejo de todos, y las leyes y la Constitución incluyen a todos».
  • En Washington se abrió un doloroso debate sobre si era conveniente o no calificar de «golpe de Estado» lo que a todas luces había sido un golpe de Estado; una calificación que podía comportar restricciones a las ayudas que proporcionábamos al Gobierno egipcio. Al igual que sucedió con la intervención en Siria, mi corazón había dejado de sufrir por estas cuestiones. Sabía perfectamente qué línea iban a seguir los argumentos y qué línea iban a seguir los acontecimientos.
  • Las autoridades de Arabia Saudí y los Emiratos iban a sofocar en Egipto los tumultos provocados por el descontento político antes de que estos se extendieran a sus reinos.
  • Un primer ministro del Likud soltaría palabras rimbombantes sobre la paz sin dejar de establecer asentamientos que hacían imposible cualquier acuerdo de paz.
  • Estallarían nuevas guerras, se desencadenarían otros conflictos, y habría más sufrimiento hasta que, un día, los viejos hicieran la paz.
  • Cada vez que viajábamos a América Latina, las reuniones se veían dominadas por las quejas en torno a nuestra política respecto de Cuba. No había ni una sola prueba de que una postura tan radical estuviera haciendo nada por la mejora de los derechos humanos en la isla. Los propios intereses de Estados Unidos, el sentido común y la honestidad indicaban que aquello tenía que cambiar.
  • El estilo de McDonough era ese, ofrecerte una recompensa al mismo tiempo que te planteaba un reto.
  • Alejandro Castro señaló que Obama era muy respetado en Cuba y en toda América Latina y subrayó que Raúl no quería «perjudicar el capital político de Obama» sino que su intención era proporcionarle «espacio político» para mejorar las relaciones.
  • Luego dio comienzo la lección de historia cuando Alejandro nos regaló un repaso del «terrorismo con base en Estados Unidos» de que era víctima Cuba. En un tono metódico tuvimos que escuchar un pormenorizado repaso de los últimos sesenta años: la invasión de bahía de Cochinos; los intentos de la CIA de asesinar a Fidel (más de seiscientos, según sus cálculos); los rumores de la complicidad de ciertos estadounidenses de origen cubano en el asesinato de John F. Kennedy; cómo Luis Posada Carriles, cubano de nacimiento y adiestrado por la CIA, había puesto una bomba en un avión cubano, matado a setenta y tres personas, y ahora vivía con total libertad en Estados Unidos ( «Es el Bin Laden cubano» ); el Irangate y los escuadrones de la muerte de América Central; cómo los exiliados cubanos en Estados Unidos planeaban cometer atentados con bombas en Cuba, etcétera.
  • Solamente el hecho de que estuviéramos sentados allí seis horas hablando esto y de lo otro, sin caer en ninguna discusión, parecía todo un logro. Habíamos conseguido los objetivos mínimos que llevábamos para la reunión: establecer un canal de comunicación, sentar las bases de una relación y acordar que volveríamos a reunirnos al cabo de unas semanas.
  • Daba la impresión de que en Birmania solo había tres tipos de personajes públicos: los disidentes convertidos en políticos, que no tenían la menor experiencia de gobierno; los militares que se habían vuelto reformistas, pero que no sabían cómo actuar en democracia, y los radicales de la línea dura que se resistían al cambio.
  • Quedé sorprendido al ver algunos panfletos que contenían el discurso de El Cairo traducido al birmano. Un hombre: «La gente admira a Obama. Utilizamos este discurso para enseñarles a ser tolerantes con personas de diferentes religiones».
  • Al-Ásad poseía enormes reservas de gas sarín. En Israel había mucha preocupación por si una parte de ese gas pasaba a manos de Hezbolá y era utilizado contra los israelíes.
  • Un presidente de Estados Unidos pronuncia, a lo largo de su mandato, millones de palabras en público. Nunca sabes cuáles de esas palabras acabarán causando impacto.
  • Los servicios de inteligencia estadounidenses eran reacios a emitir juicios precipitados, en particular tras la experiencia de las declaraciones inexactas acerca de las armas de destrucción masiva existentes en Irak antes de la invasión de 2003.
  • La siguiente llamada que hizo Obama fue a Angel Merke. No había un líder extranjero al que admirara más. Al igual que Obama, Merkel era pragmática, se dejaba guiar por los hechos, estaba plenamente entregada al orden internacional y tenía una gran determinación a la hora de tomar decisiones. Se había erigido en la líder hegemónica de Europa.
  • Nuestros juristas también estaban preocupados. No había ninguna base jurídica internacional firme para bombardear Siria: ni el argumento de la autodefensa que justificaba nuestras acciones contra Al Qaeda, ni ninguna resolución de la ONU como la que habíamos tenido en Libia. Tampoco existía ningún fundamento legal interno, aparte del aserto que afirmaba que el presidente tenía intrínsecamente el poder de llevar a cabo una intervención militar que no constituyera una «guerra» según la Constitución.
  • Me daba la sensación de estar atrapado en un sistema sustentado por la hipocresía y el oportunismo. Durante ocho años, los republicanos habían defendido la capacidad de Bush para hacer lo que le diera la gana como comandante en jefe de las fuerzas armadas; y ahora, de repente, ¿eran fieles servidores de los límites constitucionales impuestos al comandante en jefe de las fuerzas armadas?
  • En resumen, no había ninguna respuesta buena que pudiéramos citar, aparte de aludir al momento en que la OTAN había actuado en Kosovo sin contar con un mandato internacional.
  • En los diez años posteriores al 11-S nos habíamos enzarzado en sendas guerras en Afganistán , en Irak, en Yemen, en Somalia y en Libia. Ahora se nos exigía que nos metiéramos en otra en Siria, y luego le tocaría a Irán.
  • Obama a menudo había señalado que los mismos que instaban a que interviniéramos en Siria habían guardado silencio cuando millones de personas habían sido asesinadas en la república Democrática del Congo.
  • En Libia todo salió bien: salvamos millones de vidas humanas, no sufrimos una sola baja y quitamos de en medio a un dictador que había asesinado a cientos de estadounidenses.
  • Nadie que estuviera decididamente determinado a insistir en que habíamos tratado de encubrir el asunto de Bengasi se dejaría influir por los hechos que demostraban todo lo contrario.
  • Fui testigo de cómo Obama se convertía en el primer presidente de Estados Unidos que hablaba con un presidente de Irán desde la Revolución islámica de 1979.
  • No hubo nada de nuestra política exterior que se viera contestado con tanta ferocidad como el acuerdo nuclear con Irán.
  • Netanyahu se mostraba invariablemente polémico y agresivo, presentándose como el Churchill israelí que se pone en pie contra los ayatolás, con la salvedad de que, en vez de arremeter él mismo contra Irán, pretendía que fueran los estadounidenses quienes lo hicieran.
  • Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos,  aunque no reconocen la existencia de Israel, hacen causa común con el Gobierno de Netanyahu a la hora de presionar a Estados Unidos.
  • Los saudíes y los emiratíes han gastado dinero a raudales en beneficio de las altas esferas de la seguridad nacional estadounidense, pues han invertido en gabinetes de estrategia, en laboratorios de ideas, en universidades, en cargos empresariales o en fiestas suntuosas, y han financiado charlas y tertulias para periodistas de opinión e individuos provenientes de ese círculo vicioso en el que a veces confluye el sector privado con altos cargos gubernamentales.
  • Teníamos ante nosotros la oportunidad de evitar una guerra y un Irán blindado con armas nucleares, pero la diplomacia no triunfaría si no lográbamos impedir que el Congreso lo finiquitara por medio de nuevas leyes relativas a las sanciones.
  • Mandela: «He luchado contra la dominación de los blancos y he luchado contra la dominación de los negros. He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir».
  • Ningún presidente estadounidense había saludado a un presidente cubano desde la revolución.
  • Los cubanos estuvieron en el lado en el que había que estar en lo de del apartheid. Y nosotros en el que no había que estar.
  • Se habían suscitado enérgicos debates sobre si estaba bien o no dar la mano a Raúl Castro.
  • Cuando dos adversarios están en los inicios de sus relaciones diplomáticas, es preciso construir una base de confianza, que consiste en demostrar que dar unos pocos pasitos puede llevar a dar otros más grandes.
  • Repasé una larga lista que incluía casi todos los aspectos de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba que deseábamos cambiar: la serie de estados que patrocinan el terrorismo; la relajación del embargo estadounidense; el restablecimiento de las relaciones diplomáticas; la reforma de la economía y el sistema político de Cuba, incluidos el acceso a internet, los derechos de los trabajadores y las libertades políticas.
  • Respetaríamos la soberanía cubana; nuestra política no pretendía cambiar su régimen.
  • Cuba quería que levantáramos el embargo, que le devolviéramos la base naval de la bahía de Guantánamo y que dejáramos de financiar los programas en pro de la democracia y las emisiones de Radio y Televisión Martí.
  • Aquella acción suponía una violación del acuerdo tácito existente entre las grandes potencias: reunimos información unas de otras, pero la usamos en privado, para nuestros propios intereses. Se había cruzado un Rubicón: los rusos ya no se detendrían a la hora de piratear información; ahora, espoleados por la amenaza de que Ucrania saliera de su esfera de influencia, estaban dispuestos a piratear información y hacerla de dominio público.
  • Nuestras relaciones con Rusia habían venido deteriorándose constantemente desde que Vladimir Putin reapareció como presidente.
  • Para Putin, Ucrania constituía una amenaza existencial para su gobierno y consideraba que formaba parte de Rusia.
  • Obama había heredado la política de la Administración Bush que había ofrecido a Georgia y a Ucrania la posibilidad de ingresar en la OTAN.
  • El punto de vista de Obama estaba más cerca del que tenía la Unión Europea. El cambio debía ser gradual. Ucrania debería poder acercarse poco a poco, pero progresivamente, a Europa. Con el tiempo, los niveles de vida mejorarían y se desarrollaría una política menos corrupta.
  • Obama exponía ampliamente la opinión contraria, subrayando que no teníamos ningún interés en controlar Ucrania y que respetábamos los lazos históricos que tenía Rusia con ese país.
  • Obama: «Nuestro interés, invariablemente ha consistido en defender los principios internacionales básicos según los cuales los estados soberanos deberían ser capaces de tomar sus propias decisiones en torno a su política interna y externa». (Nota del blogger: JA JA JA)
  • Hay algo genuinamente estadounidense en el hecho de creer que las cosas tienen que tener una solución.
  • En alguna ocasión Obama comentó que el periodo posterior a la Guerra Fría siempre sería transitorio. El resto del mundo accedería al liderazgo de los estadounidenses, pero no a su dominio.
  • Limitando nuestra intervención militar en Oriente Próximo, habríamos estado en una posición más favorable para administrar nuestros propios recursos y afirmarnos en más lugares, en más asuntos.
  • Obama quería sacara a Estados Unidos de la guerra permanente que había empezado el 11-S.
  • En el curso de una reunión, el presidente estonio, Toomas Ilves, le repitió una y otra vez a Obama que debíamos tomarnos muy en serio a Putin si este decía que estaba dispuesto a ocupar Kiev. Ilves tenía unas formas muy académicas y describió metódicamente cómo utilizaba Rusia noticias falsas o inventadas para desinformar y conseguir que la minoría rusa de Estonia se volviera contra Europa.
  • El Vaticano no trabaja por correo electrónico.
  • Obama: «Mi presidencia está a punto de comenzar su último cuarto, y las cosas interesantes ocurren en el último cuarto».
  • Hacia finales de 2014, el Comité de Inteligencia del Senado hizo público el resumen de un informe de 6.700 páginas acerca del uso de la tortura y de la deportación que había llevado a cabo la Administración Bush, en términos inequívocos la decadencia moral del gobierno de Estados Unidos después del 11-S.
  • Obama: «Si quieres saber por qué a veces piso el freno, ese es el motivo. No podemos tomar decisiones basadas en el miedo».
  • Tras las decapitaciones perpetradas por el ISIS, se habían oído infinitas demandas para que Obama llevara a cabo una acción militar, con el fin de cobrarse algún tipo de venganza. Obama: «¿Sabes? ahora me dio cuenta de cómo se produjo la guerra de Irak. La gente ahora mismo está asustadísima. Me habría resultado muy fácil como presidente meterme en esa dinámica y hacer lo que me diera la gana».
  • Los grupos terroristas como Al Qaeda pretendían hacerse pasar por un movimiento religioso. Cuando cayó Bin Laden, se encontraron en su recinto comunicados en los que lamentaba que la falta de un nombre religioso para Al Qaeda permitiera a Occidente «afirmar engañosamente que no está en guerra con el islam». El ISIS (El «Estado Islámico») asumía ese reto apoyándose en su nombre y en la proclamación de un califato.
  • Estábamos entrando en la recta final de las negociaciones con los iraníes, y la ferocidad de la oposición a un eventual acuerdo era cada vez mayor.
  • En 2015, Netanyahu se había convertido casi en un miembro de facto del grupo parlamentario republicano.
  • El discurso abordaba directamente los tabúes raciales que a menudo Obama no se había atrevido a tocar: el racismo de la bandera confederada y del sistema penal; el azote de la violencia de las armas de fuego y los prejuicios.
  • Por la época en la que alcanzamos el acuerdo provisional de 2013, a los iraníes les faltaba menos de un año para producir suficientes materias primas para conseguir ese propósito (arma nuclear) si decidían dar un paso adelante y seguir avanzando.
  • Los mismos que nos habían metido en lo de Irak querían ahora meternos en una guerra contra Irán.
  • Laos es el país más bombardeado de la historia del mundo. Entre 1964 y 1973, Estados Unidos lanzó más de dos millones de toneladas de materiales explosivos. A veces, los aviones estadounidenses que regresaban a Tailandia de las misiones realizadas sobre Vietnam lanzaban indiscriminadamente sobre Laos las bombas que les quedaban. Durante las cuatro décadas transcurridas desde el final de la guerra, solamente ha sido retirado un 1 por ciento de ese material bélico.
  • Cuanto más tiempo pasaba al servicio del gobierno, cada vez tenían menos sentido para mí las guerras, fueran del tipo que fueran, debido a las consecuencias no previstas que comportaban.
  • Llevábamos quince años de guerra en Afganistán y costaba trabajo decir qué diferencia positiva suponía nuestra presencia en el país.
  • El derrocamiento de Sadam Husein había fortalecido a Irán, había supuesto una provocación para Putin y había abierto una caja de Pandora de conflictos sectarios que ahora asolaban Irak y Siria, y que habían dado lugar a los movimientos de insurgencia de los que había nacido ISIS.
  • El derrocamiento de Muamar el Gadafi había dejado perfectamente claro a los dictadores que, o bien se aferraban al poder, o bien acaban muertos en una alcantarilla.
  • Siria parecía cada vez más una ciénaga moral, un lugar en el que nuestra inactividad suponía una tragedia, y nuestra intervención no habría hecho más que complicar esa misma tragedia.
  • Uno de los motivos por los que habíamos bombardeado Laos había sido preservar nuestra credibilidad, para demostrar que, aunque Estados Unidos fuera derrotado en el vecino Vietnam, podíamos hacer que la victoria les resultara muy cara a nuestros adversarios.
  • Obama: «Cuando oigo a un líder político decir que debería hacerse un examen religioso para saber si las personas que vienen huyendo de un país destrozado por la guerra pueden ser admitidas en Estados Unidos, siento vergüenza».
  • Obama: «Mi trabajo consiste en tranquilizar a la gente, no en asustarla».
  • El republicano es el único partido importante del mundo que ni siquiera reconoce que exista el cambio climático.
  • Durante casi una hora, Modi siguió insistiendo en que tenía a trescientos millones de personas que carecían de electricidad y reiterando que el carbón era la manera más barata de desarrollar la economía india; le preocupaba el medio ambiente, pero tenía la obligación de interesarse por toda aquella gente sumida en la pobreza. Una sensación de injusticia sobrevolaba el ambiente: el hecho de que países como Estados Unidos se habían desarrollado gracias al carbón y ahora exigían que India no hiciera lo mismo.
  • Obama: «Sé lo que es vivir en un sistema que es injusto. Sé lo que es empezar estando rezagado y que te pidan que hagas más, que actúes como si no hubiera habido injusticia. Pero no puedo permitir que eso condicione mis opciones, y tampoco debería permitirlo usted».
  • Obama: «La capacidad de contar historias sobre lo que somos es lo que nos hace distintos de los animales. Sin ella, no seríamos más que unos chimpancés».
  • Nuestro país decidió prácticamente desde el principio reservar Hiroshima de otros ataques aéreos para poder demostrar el impacto de la bomba atómica en una ciudad que estaba intacta. Queríamos demostrar a los japoneses lo que podíamos hacer.
  • Lo que hace grande a Estados Unidos es nuestro afán constante por mejorar como personas y como nación,
  • La tozuda dualidad del ser humano: su capacidad de actuar con ingenuidad y su capacidad de hacer daño.
  • Obama: «La civilización no es más que un ligero barniz».
  • Trump desarrollaba un relato que deshumanizaba al otro, al diferente.
  • Obama: «Los chinos normalmente no han mostrado un interés particular por la expansión; su principal objetivo consiste en la consolidación del control que ya ejercen. Y son frágiles. Los expansionistas habían sido los mongoles, no los chinos».
  • Obama: «No estoy seguro de muchas cosas, pero sí lo estoy de una. En mi lecho de muerte, no estaré pensando en una ley que aprobé, ni en unas elecciones que gané, ni en un discurso que pronuncié. Estaré pensando en mis hijas y en los momentos que haya pasado con ellas».
  • Quien hacía el mismo trabajo que yo en Rusia seguramente disfrutaba de una vida de pompa y lujo con las rentas de sus inversiones millonarias en emisoras de televisión, dirigía un ejército de trolls de internet con la misión de invadir las redes sociales y estaba autorizado para mentir impunemente.
  • En una reunión de 1024 le mostramos a Obama lo que, hipotéticamente, costaría replicar algo como RT: cientos de millones de dólares, por no hablar del equipo humano necesario (cientos de personas) y una mayor supervisión por parte de la Casa Blanca.
  • Los anticuerpos de Estados Unidos para combatir la desinformación rusa era débiles, por no decir inexistentes.
  • El Brexit sería una calamidad, pues una parte crucial del orden establecido con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial podía quedar aislada, navegando sola a la deriva.
  • El problema consistía en que muchos de los argumentos a favor del Brexit se basaban en mentiras. Los argumentos en defensa de la permanencia se basaban en datos y en hechos, no en sentimentalismos.
  • Cuando empecé a trabajar para Obama me dijeron que tuviera en cuenta que cualquier correo sin clasificar que enviara, y cualquier llamada telefónica no segura que hiciera, podían ser interceptados por los rusos.
  • La expresión de Putin no cambiaba nunca, ni cuando contaba un chiste ni cuanto empezaba a enfadarse.
  • Putin hizo lo mismo que había hecho durante años: expresar su interés en una cooperación mientras su lenguaje corporal ponía de manifiesto todo lo contrario.
  • Obama me mandó un breve mensaje recordándome que hay más estrellas en el cielo que granos de arena en la Tierra.
  • Ocho años antes habíamos luchado contra la candidatura de Hillary utilizando el mismo mensaje que había usado Trump. Hillary formaba parte de una minoría corrupta de la que no cabía esperar que trajera un cambio.
  • Los republicanos habían decidido cabalgar a lomos de ese tigre, y todos habíamos acabado engullidos por él.
  • Martin Luther King: «El arco del universo moral es amplio, pero tiende hacia la justicia».
  • Los líderes del equipo escogido por Trump para el traspaso de poderes fueron despedidos poco después de las elecciones. Habría dos o tres versiones del mismo antes de que se produjera la toma de posesión.
  • Rarísimamente sancionábamos a los jefes de Gobierno, y por lo general solamente lo hacíamos cuando estábamos a favor de un cambio de régimen.
  • Obama: «Ben y yo hemos mantenido durante años un debate sobre qué es lo que determina la historia, si son los individuos o los movimientos sociales. Pero yo pienso que en realidad la respuesta es que lo que verdaderamente hace falta es un equipo de personas».
  • El Air Force One normalmente es un hervidero de actividad: periodistas, agentes de los servicios secretos, asesores, personas que se hallan en el meollo de un drama interesante.
  • Trump habría sido imposible sin el 11-S. El patrioterismo de los medios de comunicación, la reafirmación de un nuevo nacionalismo estadounidense de corte militarista, el creciente temor al otro y la forma en que podía ser manipulado por un ideólogo, las guerras que minaban el poderío de Estados Unidos y desestabilizaban nuestra posición en el mundo, el reconocimiento de que no habría victoria como la que había prometido bush, de que no habría desfile militar ni punto y aparte que marcara el fin de un párrafo en la historia.

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raul

Una respuesta to “El mundo tal y como es de Ben Rhodes”

  1. […] #46) El mundo tal y como es de Ben Rhodes. […]

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