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Los guardianes de la libertad de Noam Chomsky & Edward S. Herman – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en martes, 19 de enero, 2016


Título original: Manufacturing consent. The political economy of the mass media.
© 1988: Edward S. Herman y Noam Chomsky.
Editorial: Editorial Crítica.

Se dice que Noam Chomsky escribió su primer artículo -en defensa de la República española- a los once años de edad. Desde entonces, el gran lingüísta norteamericano no ha dejado de combatir por la libertad y la verdad y se ha convertido en la conciencia del mundo del desarrollo en tiempos de conformismo y confusión.

Cuando se publicó este libro, escrito con el profesor Edward S. Herman, se produjo un verdadero escándalo porque en él se denunciaba la manipulación de las gentes a través de la prensa, la radio y la televisión, y se atrevía a hacer preguntas incómodas (y lo que era peor ¡a dar respuestas!) que hoy siguen plenamente vigentes:

  • ¿Cómo se construye la verdad oficial?
  • ¿Cómo se manipulan los datos para que puedan ser interpretados de modo que favorezcan los intereses de los poderosos?
  • ¿De verdad es libre la prensa en nuestras sociedades desarrolladas y democráticas?

Noam Chomsky (1928) es profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Edward S. Hernan es profesor de finanzas en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania y autor de una docena de libros sobre el control de las grandes corporaciones económicas.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • James Reston: «Los escándolos de Irán y de la contra fueron atribuidos a los hábitos poco severos del presidente, aunque la gente ha tenido muchas oportunidades para saber que precisamente ha sido esta manera de hacer o no hacer las cosas la que lo ha encumbrado hasta la Casa Blanca, no una vez, sino dos».
  • John Milton: «Aquel que ha cegado los ojos del pueblo, les echa en cara su ceguera».
  • En este libro hemos esbozado un «modelo de propaganda» y lo hemos aplicado a la actuación de los medios de comunicación de los Estados Unidos.
  • Nuestra creencia, basada en muchos años de estudios de los medios de comunicación y su forma de operar, de que éstos sirven para movilizar el apoyo en favor de los intereses especiales que dominan la actividad estatal y privada.
  • Según el postulado democrático los medios de comunicación son independientes y tienen la obligación de descubrir la verdad e informar de ella, y no reflejar pura y simplemente la percepción del mundo que desearían los grupos de poder.
  • Los medios de comunicación desempeñan un papel propagandístico, así como los procesos mediante los que activan los sesgos y prejuicios, y la selección de noticias que se derivan de ellos.
  • La censura es en gran medida autocensura, por un lado de periodistas y comentaristas que se ajustan a la realidad de los requerimientos organizativos de las fuentes y de los medios de comunicación, y por otro de los responsables de alto nivel de dichos medios, que fueron elegidos para poner en práctica las constricciones impuestas por los propietarios y por otros centros de poder, tanto del mercado como gubernamentales.
  • Lo que aquí describimos es un «sistema de mercado dirigido», cuya dirección corre a cargo del gobierno, de los líderes de la comunidad, los propietarios y los e jecutivos de los principales medios de comunicación y los diversos individuos o grupos a quienes se ha asignado o permitido emprender iniciativas constructivas. El número de estos promotores es suficientemente reducido para que actúen al unísono si la ocasión lo requiere, tal como hacen los vendedores en mercados donde existe una fuerte competencia. Sin embargo, en la mayoría de los casos los dirigentes de los medios hacen cosas parecidas porque ven el mundo desde la misma perspectiva, están sometidos a limitaciones y a incentivos similares.
  • Incluso cuando la controversia de las elites acerca de cuestiones tácticas están en pleno apogeo, quedan excluidas de los medios de comunicación las opiniones que ponen en cuestión las premisas fundamentales o sugieren que los modos de ejercicio del poder del Estado al uso están basados en factores sistémicos.
  • Aun cuando la discrepancia de la elite con respecto a la política del gobierno es prácticamente imperceptible o inexistente, se pueden producir algunos deslices en los medios de comunicación.
  • Una de las tesis centrales de este libro es que el preceptible modelo de indignantes campañas y supresiones, de matizaciones y de énfasis, de selección del contexto, las premisas y el orden del día general, resulta altamente funcional para el poder establecido y sensible a las necesidades del gobierno y de los principales grupos de poder.
  • Una atención constante hacia las víctimas del comunismo ayuda a convencer al público de la maldad del enemigo y prepara el terreno para la intervención, la subversión, el apoyo a estados terroristas, una interminable carrera de armamentos y el conflicto militar, todo ello por una noble causa.
  • Al gobierno de Guatemala le hubiera resultado muy difícil asesinar a cientos de miles de ciudadanos durante la pasada década si la prensa de los Estados Unidos hubiese prestado la misma cobertura informativa a ese hecho que la que ha dedicado a las dificultades de Andreis Sajarov o al asesinato de Jerzy Popieluszko en Polonia.
  • La función de los medios de comunicación es la d e divertir, entetener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad.
  • En los países donde los resortes del poder están en manos de la burocracia estatal resulta obvio que dichos medios están al servicio de los fines de una determinada elite. Resulta mucho más difícil advertir la actuación de un sistema propagandístico cuando los medios de comunicación son privados y no existe censura formal.
  • Los ingredientes esenciales del modelo propagandístico o conjunto de nuevos «filtros» se engloban en los siguientes epígrafes:
    1. La envergadura, la concentración de propiedad, la riqueza del propietario, y la orientación de los beneficios de las empresas dominantes en el ámbito de los medios de comunicación.
    2. La publicidad como fuente principal de ingresos de dichos medios.
    3. La dependencia de los medios de la información proporcionada por el gobierno, las empresas y los «expertos», información, por lo demás, financiada y aprobada por esos proveedores principales y por otros agentes del poder.
    4. Las «contramedidas» y correctivos diversos como método para disciplinar a los medios de comunicación.
    5. El «anticomunismo» como religión nacional y mecanismo de control.
  • Mientras que las acciones de la gran mayoría de las principales empresas de medios de comunicación se negocian en los mercados de valores, aproximadamente las dos terceras partes de estas compañías están rigurosamente dominadas o controladas por miembros de las familias que las crearon, que conservan gran número de acciones.
  • Las empresas y cadenas de radio y televisión necesitan autorizaciones y concesiones del gobierno, por lo cual están sometidas potencialmente al control y al acoso de éste.
  • Con anterioridad al auge de la publicidad, el precio de un periódico debía cubrir todos los costes. Con el crecimiento de ésta, los periódicos que atraían anuncios podían permitirse un precio por ejemplar muy por debajo de los costes de producción.
  • Con la publicidad, el mercado libre no ofrece un sistema neutral en el que finalmente decide el comprador. Las elecciones de los anunciantes son las que influyen en la prosperidad y la supervivencia de los medios.
  • Desde la época de la introducción de la publicidad en la prensa, los periódicos radicales y de la clase obrera se han encontrado en seria desventaja. Sus lectores solían ser personas de escasos recursos económicos, factor que siempre ha afectado los intereses de los anunciantes.
  • El poder de los anunciantes sobre la programación televisiva se debe sencillamente a que son ellos los que compran y pagan los programas.
  • Las grandes burocracias subvencionan a los medios de comunicación, obteniendo así un acceso especial a los misms en virtud de su contribución.
  • Las fuentes de información poderosas pueden utilizar su prestigio y su importancia como palanca para vetar el acceso de los críticos a los medios de comunicación.
  • Las fuentes de información poderosas acostumbran a aprovecharse de las rutinas y de la dependencia de los medios para «gestionarlos» y manipularlos para que sigan un orden del día y un esquema específico.
  • El predominio de las fuentes oficiales se ve debilitado por la existencia de fuentes no oficiales muy respetables que proporcionan puntos de vista diferentes con gran autoridad. Este problema se mitiga con la «captación de los expertos», a base incluirlos en la nómina, financiando sus investigaciones y organizando fundaciones intelectuales para que les contraten directamente y ayuden a difundir sus mensajes.
  • El continuo flujo de ex radicales que pasan de la marginalidad a recibir la atención de los medios de comunicación demuestra que estamos presenciando un duradero método de suministro de expertos, que dirán lo que el establishment desee que se diga.
  • La capacidad para producir respuestas críticas, especialmente costosas y amenazantes, está vinculada al poder.
  • Si el gobierno o la comunidad empresarial y los medios de comunicación consideran que una historia es útil y dramática a la vez, se centran intensivamente en ella y la utilizan para instruir al público.
  • Un sistema de propaganda consecuente presentará a las personas que han sido maltratadas en los estados enemigos como víctimas «dignas» de atención, mientras que aquellas tratadas con igual o mayor severidad por el propio gobierno o el gobierno de los estados clientes serán víctimas «indignas» de dicha atención.
  • Las elecciones en países del Tercer Mundo representan un excelente banco de pruebas para un modelo de propaganda. Algunas de estas elecciones se celebran en estados clientes amigos para legitimar a sus gobernantes y a sus regímenes, mientras que otras se celebran en países enemigos o censurables con objeto de legitimar sus sistemas políticos. Las elecciones que gozan de beneplácito se considerarán legítimas, sea cual sea su realidad, y las que no g ozan de éste se considerarán deficientes, fraudulentas y no legitimadoras; sin tener en cuenta una vez más los hechos.
  • El modelo de propaganda deja entrever que el «propósito social» de los medios de comunicación es el de inculcar y defender el orden del día económico, social y político de los grupos privilegiados que dominan el Estado y la sociedad del país.
  • Estamos bastante de acuerdo con el juez Hughes, del Tribunal Supremo, acerca «de la necesidad fundamental de una prensa vigilante y valerosa», si los procesos democráticos han de actuar de una manera significativa.
  • El perro guardián sólo ladró cuando el presidente (Nixon) empezó a amenazar a los privilegiados.
  • Los mismos ejemplos que se ofrecen para alabar a los medios de comunicación por su independencia, o para criticar su celo excesivo, ilustran exactamente lo contrario.
  • Los medios de comunicación estadounidenses no funcionan a la manera del sistema de propaganda de un Estado totalitario. Por el contrario, permiten enérgicos debates, críticas y disidencias, en tanto permanezcan fielmente dentro del sistema de presupuestos y principios que constituyen el consenso de la elite, un sistema tan pderoso que puede ser interiorizado en su mayor parte, sin tener conciencia de ello.
  • El verdadero «propósito social» de los medios de comunicación en los temas que son relevantes para el poder establecido; no «permitiendo al público ejercer un control significativo sobre el proceso político», sino más bien evitando semejante peligro.
  • Por nuestra experiencia personal sabemos que muchos periodistas son bastante conscientes de la forma en que actúa el sistema, y que utilizan las ocasionales fisuras que éste proporciona para ofrecer informaciones y análisis que se apartan en cierta medida del consenso de la elite, plasmándolas cuidadosamente para que se adapten de manera general a las normas exigidas. Pero a buen seguro este grado de penetración no es muy frecuente, y la norma es más bien creer que impera la libertad, sobre todo para aquellos que han interiorizado los valores y los puntos de vista exigidos.
  • La organización y la autoeducación de grupso en la comunidad y en el lugar de trabajo, y el activismo y la articulación de redes de comunicación, siguen siendo los elementos fundamentales para avanzar hacia la democratización de nuestra vida social, así como cualquier cambio social significativo.

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