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Devaluación continua de Andreu Navarra – Apuntes

Posted by Raul Barral Tamayo en jueves, 20 de febrero, 2020


© Andreu Navarra Ordoño, 2019
Editorial: Tusquets Editores.

Esta obra explora de forma realista y razonable la situación actual de la enseñanza secundaria en las escuelas e institutos de España, sin recurrir a tópicos.

Basándose en su propia experiencia como profesor de lengua y literatura castellanas, Andreu Navarra expone abiertamente los escenarios (a menudo dramáticos y no pocas veces violentos) a que diariamente se enfrentan la mayoría de docentes en nuestro país: desmotivación, creciente indisciplina, planes de reforma absurdos y una grave precariedad social y vital de gran parte del alumnado.

Todo ello asociado a una gran desorientación colectiva y un injusto abandono de la juventud. Pero más allá de la queja y el lamento, incluso a veces desde la ironía y el humor, el autor indaga en las razones del enorme desamparo institucional en que se encuentran profesores y alumnos ante la trascendental tarea de educar y educarse.

El analfabetismo funcional de los futuros ciudadanos, la ausencia de pensamiento crítico ante los abusos del sistema y el narcisismo vacuo de las redes sociales se perfilan como un horizonte político preocupante contra el que Andreu Navarra propone una serie de respuestas tan sensatas como polémicas, en un intento por empezar a perfilar una reacción consecuente con nuestra salud democrática.

Andreu Navarra (Barcelona, 1981) es escritor e historiador. Colabora asiduamente en diversos medios de la prensa escrita.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Lo que sí parece más hispánico es el tremendismo, el narcisismo inverso que nos impediría reconocer que, a veces o en parte, somos capaces de hacer las cosas medianamente bien o incluso con notable eficacia. Tendemos a pintar infiernos, o describir paraísos sin base alguna.
  • Hasta 1928, la Unión Soviética dio  a figuras como el ministro Lunacharski, visionario de la organización educativa, al lado de otras como el carnicero Dzerdzhinski, fundador de la polícia política secreta.
  • Gregorio Luri, nuestro pedagogo más lúcido: «El fracaso escolar es evidente, pero los medios lo amplifican y de esta forma contribuyen a la creación de un clima de escepticismo que hace mucho daño».
  • Entre el cielo y el infierno se encuentra la tierra. Y lo menos que podemos decir de nuestra educación es que también está en construcción, y que la estamos construyendo cada día, porque se trata de un organismo vivo, cuyos protagonistas están vivos.
  • José Antonio Marina, que es un nieto de Ortega, por talente y por estilo, no tiene en cuenta las condiciones reales de las clases. Lo que explica es espectacular, yo mismo trato de aplicarlo a mi práctica docente, pero falta que descienda a pie de aula. Y esto es lo que demasiadas veces observamos los docentes: descripciones ideales y, en demasiadas ocasiones, inaplicables en las aulas concretas, en el día a día. Lo mejor que podrá decirse de Marina es que rescata la teoría aplicable, o por lo menos lo intenta, y la presenta de forma actualizada y atractiva. Pero falta la otra cara de la realidad. Disponemos de la Categoría, pero vivimos enclavados en la Anécdota. Y aquí es donde reside el problema.
  • Éste es un libro más humilde en sus presupuestos y objetivos. No he venido a iniciar una revolución educativa ni a inaugurar una nueva era. Únicamente trataré de dar voz a quien no la tiene, y de explicar historias vividas u observadas que nos pueden ayudar, precisamente, a aplicar mejor los dictámenes de la innovación.
  • ¿Cómo se encuentra el 30% de nuestros alumnos que no comen bien, o sencillamente no comen, que carecen de libros y de una nutrición adecuada? ¿Cómo se encuentran los docentes? ¿Por qué más del 80% de nuestros docentes están preocupados por la violencia en las clases?
  • ¿Qué es lo que impide que llegue la «nueva era», lo que ha impedido que lleguen tantas «nuevas eras»?
  • Lo que a mí me sorprende un poco es que se siga creyendo en los microapocalipsis cotidianos, cuando la realidad los desmiente de forma tozuda.
  • ¿Quiénes son los interesados en que la escuela adopte y se adapte a los nuevos modos de producción y consumo? ¿No debería ser la escuela el origen de la crítica hacia esos modos?
  • La prisa es enemiga de la pedagogía. La urgencia es antipedagógica per se.
  • Actualmente se prefiere una estadística aceptable o brillante a la posibilidad de una sociedad sana y participativa. Estamos perdiendo la partida por la democracia porque hemos perdido la batalla por la cultura.
  • Únicamente extendiendo las formas críticas del pensamiento pausado, la reflexión y la lentitud necesaria para acompañar procesos de crecimiento, se podría empezar a revertir el naufragio.
  • Por razones que se me escapan, se ha conseguido convencer a los docentes de que no son valiosos, y de que su opinión no cuenta. Su función primordial es obedecer, cuando su código ético les exige el sacrificio por el progreso real y el avance de los alumnos.
  • Un profesor consciente no admite sucedáneos: exige una evaluación ajustada y actividades orientadas a la emancipación de sus alumnos. Confundir la pedagogía con la terapia solo puede conducir a la extensión de la ansiedad y la ilusión del fracaso.
  • Gregorio Luri: «La escuela ha de navegar contracorriente; es decir, debe desenmascarar las tretas oscurecedoras para sustituirlas por un relato de dignidad humana».
  • La educación ha de ir mucho más allá, ha de mostrar el camino hacia el entusiasmo y la autorrealización. O, por lo menos, tiene que intentarlo.
  • para todos los problemas de la enseñanza, la mejor receta es el realismo, el servicio sincero para la comunidad.
  • ¿Acaso no es la razón ilustrada, la autoprotección del ciudadano, el único bache con que se encuentran los poderes para doblegar la voluntad de las personas, para convertirlas en súbditos?
  • Si una gran parte de las reformas no son prestigiosas y nos convencen es porque se nota demasiado que quien las ha redactado no ha pisado una clase en su vida. Es el comentario que más se escucha entre compañeros: «Esto es inaplicable. Se ve que éste no ha dado clase nunca».
  • No se me ocurre ni un solo motivo por el cual la escuela haya de abandonar la santa continuidad para plegarse a prisas, urgencias, deformidades ideológicas dolientes o conflictos sangrantes de los cuales no está claro que deba hacerse eco: es más, quizás la escuela sea la columna vertebral de nuestra continuidad social.
  • A diario se les está diciendo a nuestros adolescentes que carecen de futuro: porque les hemos dejado una sociedad ausente, refugiada en ensueños virtuales e identidades paradisíacas que no tienen nada que ver con sus entornos.
  • Quizás el primer paso sea precisamente éste: fomentar que los alumnos y los profesores se consideren piezas valiosas de una sociedad que avanza, no seres pasivos ante adversidades insuperables.
  • la cúpula de nuestra sociedad la colman pillos y criminales. La ejemplaridad no existe.
  • Muchos de mis alumnos me hablan de sus padres alcoholizados, o derrotados: deprimidos, amargados, sobreexplotados, cuando no violentos. Algunos padres más bien ricos no paran de trabajar jamás, ni de noche, ni en vacaciones, ni en la mesa ante el pavo de Navidad. Otros ya dejaron de buscar trabajo, no hacen más que jugar a videojuegos. Sí, lectores: hay padres que no ceden la videoconsola a los hijos. Muchos hijos leen bastante más que los padres.
  • Que los profesores se consideren donnadies porque no se les escucha y porque todas las reformas les llegan desde arriba y desde fuera, y porque algunos padres les ningunean, me parece grave. Pero no definitivo. Es muy hispánico esto de no considerarse nada.
  • Ese fatalismo social, o cultural, debe ser desterrado: es el principal enemigo de nuestro sistema educativo.
  • Alumnos conscientes de su potencial, docentes conscientes de sus capacidades, en un ambiente optimista, llegarían mucho más lejos que un sistema uniformizado a través de cualquier teoría, que un mal viento se puede llevar pasado mañana.
  • Cuando un profesor más joven e inexperto se me acerca buscando apoyo o consejos, intento que sea ésta la base de mi mensaje: encontrar las estrategias para conservar el entusiasmo y fomentarlo entre los alumnos. Confieso que a veces resulta imposible.
  • Un profesor apagado es una clase apagada. Los buenos profesores son las columnas de lo único bueno que puede aportar nuestra sociedad: ciencia, cultura, saber, empatía, horizontes. La ansiedad, la chabacanería, el fanatismo, el control social, ya los  garantizan los medios.
  • Un docente: «Algunos alumnos se nos han desmayado en clase porque no habían cenado ni desayunado, o muy poco».
  • Un día pregunté en clase cuántos de mis alumnos no habían desayunado esa mañana. Todos levantaron la mano.
  • Un día pregunto a una psicopedagoga por qué hay tantos casos de ansiedad, tantos estallidos de llanto y crisis en medio de las clases. Responde que es la incertidumbre. Me explica que recodar el pasado de manera obsesiva produce tristeza y depresión, y que pensar en el futuro de forma también fija produce ansiedad. Que la ansiedad es miedo. Miedo al miedo. Miedo a la incertidumbre.
  • Los alumnos que aprueban están como «salvados»: la urgencia a la hora de decidir qué se hace con tantas personas diagnosticadas impide que haya horas para dedicarse al alumno medio que hace deberes y se preocupa por aprender.
  • Nuestros jóvenes han de afrontar situaciones que ni yo mismo sabría resolver.
  • Regalar un libro es un modo drástico de motivar a una persona, de reconocerle su valía. Es un dardo directo al alma. Cuando realmente aprecio a alguien, le regalo un libro.
  • Los profesores están exhaustos: pueden que empiecen a desertar en masa, como en Francia.
  • Sospecho que las tecnologías, quiero decir las adicciones a ellas, pueden tener mucho que ver en la avería generalizada de la inteligencia ejecutiva.
  • Como el sistema preconiza que al peor alumno se le dedique la mayor cantidad de atención y tiempo, la situación es altamente injusta. La sociedad justifica y premia los comportamientos antiacadémicos.
  • Las notas han sido totalmente desprestigiadas, se ha popularizado el mito de que carecen de toda importancia.
  • El deseo frustrado sin capacidad de aguante genera un pesimismo casi inmovilista. En realidad, se trata de una estrategia relacionada con la pereza. Considerarse a sí mismo un inútil es la forma más blindada que tiene una persona para evitar un cambio de actitud, la activación de la voluntad, el apetito de esfuerzo.
  • Esta sociedad tiene algo de románica, algo de medieval: se basa en imágenes de paraísos inalcanzables, y asegura que nos encontramos en un Valle de Lágrimas. Y recomienda que no nos preocupemos, que nos abandonemos.
  • Leo mucho por las redes que los padres tienen culpa de los desmanes e indolencia de sus hijos. Lo que más he podido ver yo, en contacto directo con las familias, es agotamiento. Falta de sueño. Falta de perspectivas. Miseria y derrota. Y también mucha desidia. Hay alumnos que no comen por la sencilla razón de que nadie se preocupa de que coman.
  • Este libro también se lo dedico a ellos: a los padres y madres. No es verdad que no se preocupen por sus hijos. Hacen lo que pueden. El mundo en que vivimos prefiere dar visibilidad solo a los marqueses, los futbolistas y los políticos. Pero pisamos un subsuelo de sacrificio cotidiano que no queremos mirar.
  • ¿Es que aman el peligro? ¿La posibilidad del abismo? Un día descubro la razón: la explicación es más sencilla, más rala: esos alumnos no se atan las bambas porque no les da la gana. Porque les da pereza.
  • ¿Qué sacan humillándome? ¿Qué ganan con mi humillación? Le puse una mano en el hombre y le dije: «Es que resulta divertido». Las gamberradas son divertidas, humillar resulta divertido. He aquí una clave para entender un determinado aspecto del bullying: resulta divertido insultar, humillar. Genera risas.
  • Intento sonsacarle por qué razón se ha negado a sacar la libreta. Al final me dice: «Porque no me da la gana. Porque no quería sacar la libreta de la mochila».
  • Yo tardé en ser consciente de ello: para algunos alumnos, quizás para nuestra sociedad, el estado natural es la inacción, el no estar haciendo nada. Sacar una libreta, atarse las bambas, se le hace una montaña en nuestro entorno hiperactivo. El dejar pasar el tiempo, con una actitud pasiva ante los acontecimientos o las pantallitas de algún aparato, parece el signo de los tiempos.
  • Cuando me lo explicó una compañera de catalán, en otro centro, durante una vigilancia de patio, yo no me lo creí., Que había institutos en los que la mitad de los alumnos dejaban absolutamente todos los trabajos en blanco, incluso los exámenes. Hasta que lo pude comprobar con mis propios ojos. Hay una bolsa de alumnos, minoritaria pero no menos preocpante, a quien se le hace una montaña insalvable escribir una redacción de diez líneas o contestar un cuestionario.
  • Es posible que mi compañera Inés sepa perfectamente que la mayoría de los profesores viven en secrto, como un delito inconfesable, su fe en la pervivencia de la memoria. Yo mismo opino que resulta imposible expresarse con viveza sin un ejercicio de memoria, sin disponer de léxico y de ideas relacionables, almacenadas, al alcance de la mano. Conceptos básicos que uno debe manejar cuando ha de generar un texto o entenderlo.
  • En el hogar y en el mundo, todo es opcional y no existen ya obligacines, sino solo deseos e impulsos urgentes, la obligatoriedad no se concibe como algo posible.
  • De un buen profesor depende que se escenifique en clase la celebración de los trabajos bien hechos.
  • Descubrir qué te interesa es uno de los retos más importantes de la vida. A una enorme cantidad de nuestros alumnos no les interesa nada, solo buscan presenciar experiencias extremas a través de una pantalla. Les interesa lo que la pantalla les indica que es interesante.
  • En sociedades avanzadas abundarán cada vez más los casos de asesinos juveniles, o de asaltos a escuelas e institutos. Porque conllevan visibilidad. Éxito, actualmente es visibilidad.
  • Estoy convencido de que si no corregimos la actual dirección de la pedagogia, facilista, futurista y cuajada de tópicos, obtendremos una sociedad más extremista, más machista y más violenta y autoritaria.
  • Donde no hay esqueletos invisibles de normas, la sociedad se degrada y campa el más grosero autoritarismo. O a los alumnos les generamo escudos racionales y recursos orientados hacia la vitalidad y el aplomo, o serán presa fácil del pesimismo definitivo y la frustración asegurada, madre de todo extremismo.
  • Enkvist: «Lo que se busca ya no son los conocimientos sino las destrezas, ahora llamadas competencias. La visión instrumental de la educación, asociada a la utilidad económica, se ha aliado con una corriente antiintelectual que percibe los conocimientos como elitistas y que busca orientar la educación hacia un aumento de igualdad. La educación ya no consistiría en entender el pasado y construir sobre él, sino en encontrar el camino más rápido hacia el futuro».
  • Los poderes económicos se han dado cuenta de que una ciudadanía sabia e informada puede ser un freno para su depredación a escala global, y ha emprendido, a través de las instituciones políticas, una guerra silenciosa contra el conocimiento. Se trata de poder vender más aparatos y baratijas muy caras a los ciudadanos, impidiéndoles pensar o desarrollar personalidades libres.
  • Enkvist: «La Ilustración abolió las ventajas por nacimiento de los nobles para decir que solo debía contar el mérito del individuo. Ahora se ha ido más lejos. En vez de criticar los privilegios de la aristocracia se ha instalado un tabú que impide criticar la ignorancia de los ignorantes».
  • El EStado nos tratará como a niños. Nos intentará colar las bobadas más inverosímiles como políticas felices, y aceptaremos su tutela porque no podremos imaginar alternaticvas, porque careceremos de la instrucción histórica y política adecuada.
  • He visto a muchos docentes llorar.
  • A los veteranos les toca consolar y entrenar a los jóvenes.
  • parece que vaya a decir algo insólito, pero nuestros adolescentes arden en deseos de que alguien escuche sus experiencias. Hace mucho tiempo me di cuenta de que intentamos formar a generaciones de adolescentes que nadie escucha.
  • La pedagogía llamada comprensiva abandona a nuestros alumnos en el desierto de la ansiedad. En ese desierto nadie aprende porque no hay incentivo para que se produzca ese aprendizaje. Se exigen los títulos y se exige que se impriman sin merecerlos ni buscarlos. Se premia la pereza. Se garantiza el analfabetimos funcional. El modelo promocionado sigue siendo el del pillo y el picarón. Tanto en la escuela como en casa, la ley es la que dicta el capricho del que aún no sabe.
  • Ver llorar a alguien tan curtido y ejemplar me dejó perplejo.
  • Un profesor aprende pronto a evitar a los falsos revolucionarios y eternos quejosos. Aprende a fiarse más de los sindicalistas honrados y personas prácticas.
  • Empezó a explicarme que ella se había formado con un objetivo concreto, el de transmitir unos conocimientos que pudieran proporcionar un salto de clase social a los alumnos. Pero ya no es que hubiera muchos suspensos: ya no es que aquellos alumnos hubieran dejado de estudiar o trabajar: es que allí ya no había nada. La emoción de haber llegado a una estación final: la estación en la que una generación podría no ser capaz de pasar la selectividad.
  • ¿Sensación de fracaso? Mi compañera me explicó que sentían que habían cambiado el sentido de su profesión, de su trayectoria entera. De capitanear a unas decenas de chicos hasta las puertas de alguna facultad, acababa de comprender lo que se pedía de ella: que mantuviera entretenidos a un par de grupos, durante muchas horas, con formas y figuras que sabía que no servirían para pasar la selectividad.
  • No veo que se hable del problema que supone desmantelar la escuela como ascensor social para convertirla en un instrumento de anclaje en las condiciones de la familia de origen.
  • Llamas a tus amigos, profesores que organizan proyectos, que están al día, que son optimistas, y caen uno tras otro en las manos de la ansiedad. No pueden más, no tienen horas.
  • Se apodera del docente una gran impotencia cuando siente que ha de estar al pie del cañón para resolver los problemas de sus alumnos y se lo impide una muralla de burocracia, el monstruo que nos chupa toda la energía.
  • Lloran los mejores, los que superan oposiciones y llevan años en el tajo, dando lo mejor, y no los cínicos.
  • La respuesta del enigma es sencilla: habitualmente, nuestros alumnos de entre doce y quince años no reciben el apoyo de nadie a la hora de enfrentarse a las tareas del instituto. Resulta difícil de creer, pero nadie les sugiere que eso resulte importante: estudiar, escribir, leer.
  • Cuanto más tiempo acumulo en la docencia, más importancia doy al mero convivir. La actividad que toque no empieza hasta que no reine el ambiente adecuado. Y éste siempre llega, rápidamente, si el inicio de una clase, que es clave para la clase, empieza con serenidad.
  • Uno se da cuenta de las ganas de explicar experiencias, a mí y a los compañeros, que bullen en el interior de nuestros adolescentes.
  • Si algo he aprendido durante todos estos años es que esa conexión comunicativa es la base de cualquier éxito: donde no fluye la comunicación, el acto de enseñar, y por lo tanto el acto de aprender, resultan totalmente imposibles.
  • Profesores vagos no he conocido muchos. Algunos expertos los sitúan en torno al 10%. Lo más habitual es encontrar profesionales entregados y deseos de innovar. Lo duro, lo preocupante, es que son precisamente éstos, los mejores, los que acaban reventando antes y por más tiempo: enterrados en problemas, burocracias y laberintos pedagógicos.
  • No hay cosa que agradezcan más los alumnos que un profe que sabe, un profe que explica. Un profesor que repite las cosas cuanto haga falta, que muestra dedicación y comprensión, que escucha, y que se nota que sabe.
  • La verdadera autoridad surge de la escucha y de la versatilidad.
  • Los alumnos, en general, tienen un gran sentido de la justicia y la lealtad. Incluso los que han sido clasificados como irreductibles, porque igual lo son, y por eso concentran la mayor atención del personal de los centros, sienten un deseo vivo de pertenencia, de hacer cosas por y para la comunidad.
  • Cuanta más experiencia tengo en aulas de secundaria, más importancia concedo a la alegría. Una alegría que es entusiasmo, celebración de una tarea bien hecha.
  • Hay un exceso de teorías en nuestra sociedad: siempre es más seguro confiar en las personas.
  • Un mal profesor seguirá siéndolo ante quince alumnos o ante cuarenta.
  • La violencia, verbal y física, entre alumnos, o entre estudiantes y profesores, es uno de los grandes tabús de la discusión educativa.
  • Yo he tenido que aceptar que, como profesor de lengua, tendré que ejercer como trabajador social. No tiene nada que ver enseñar gramática o técnicas de redacción con rescatar a jóvenes de hogares diezmados por el alcoholismo o tener que intervenir en conflictos entre pandillas callejeras.
  • La violencia contra los profesores es un mal gravísimo que debería empezar a preocuparnos muy en serio. Es banalizado como las violaciones de mujeres y el fascismo que toma las calles de vez en cuando.
  • ¿Cómo afecta la violencia en las aulas al rendimiento de nuestros estudiantes? ¿Alguien se toma en serio el problema de que nuestros alumnos deban convivir y aguantar situaciones tensas a diario, de las que a veces se culpa a los profesores? ¿Ha de ser «inherente» que el 90% de nuestros profesores tenga que aguantar vejaciones e insultos?
  • El problema que más preocupa a nuestros profesores no es el currículo, ni la evaluación ni la diversidad: es el ambiente hostil causado por una minoría que impide que los compañeros avancen y que amenaza la integridad de los profesores.
  • Hay un haz de problemas gravísimos que únicamente están recayendo sobre las espaldas de los profesores. ¿A quién compete que un menor no se drogue y que su madre no le pegue una paliza por un móvil?
  • Es lo que hace nuestra sociedad: negarse a escuchar a los profesores, que no tienen modo de expresar sus problemas reales.
  • Propongo un reto: atajemos la violencia en las aulas, y veremos cómo aumentan los indicadores competenciales. Presenciar discusiones, portazos, insultos, gritos y humillaciones deprime a todos, no solo a los docentes.
  • La paradoja actual consiste en que se obliga a los profesores a entretener a sus alumnos convirtiéndolos en buenos ciudadanos sin enseñarles nada. Lo que se lleva es que nadie sepa nada, que nadie sea autónomo.
  • Las clases son los espacios en que debería cristalizar el pensamiento crítico, propio de una sociedad ilustrada, avanzada, democrática.
  • Una democracia no puede conservarse sin demócratas, y para que haya demócratas resulta imprescindible que exista pensamiento crítico, es decir, cultivo de las humanidades. Sin pensamiento filósofico, no hay ciencia posible.
  • En lugar de demócratas estamos creando generaciones de ultranacionalistas.
  • En ausencia de pensamientos vertebradores, de afición al matiz y al pluralismo, abandonamos a nuestros estudiantes a las identidades cerradas, fáciles y agresivas que construyen a partir de los medios y las redes sociales. La solución ultranacionalista es la más cómoda: de todos los errores y faltas se puede culpar al nacionalismo rival. Los chovinismos nos ahorran tener que pensarnos, como personas y como miembros de una comunidad.
  • Me explica una profesora de matématicas: algunos de sus alumnos no se atreven a solucionar problemas de ecuaciones porque podrían fallar. No soportan fallar.
  • Cada vez está menos permitido ser humano, ser vulnerable, iniciar investigaciones que pueden ser éxito o no serlo. La sociedad actual prefiere no intentar nada, no arriesgar.
  • La duda, el caminar autónomo, no son cosas prestigiosas en nuestra sociedad de la presión y la ansiedad.
  • ¿Cómo se ganará la vida alguien que no puede afrontar resolver un puñado de ecuaciones o una redacción de diez líneas?
  • La educación sirve para emancipar: de presiones exteriores, tutelas excesivas, autoritarismos y cantos de sirena.
  • Eva Millet: «Me cuentan profesores que encuentran niños que escuchan la palabra NO por primera vez en la escuela, que llegan con muy pocos límites, que no duermen, que se caen en el patio y se quedan inmóviles a la espera de que alguien los levante».
  • Yo no tengo claro si hacen falta más profesores. Pronto empezarán a faltar de verdad. Lo que sí sé es que funcionamos prácticamente sin servicios sociales. Los servicios sociales de nuestra sociedad son los institutos, sin los equipos y personal adecuados para realizar esa función. La educación secundaria está dejando de ser educación para convertirse en un difuso servicio de retención y de ocio.
  • Enkvist: «La nueva pedagogía es un error. Parece que se va a la escuela a hacer actividades, no a trabajar y estudiar».
  • Enkvist defiende la necesidad de volver a una escuela más tradicional, donde primen la disciplina, el esfuerzo y la autoridad del maestro.
  • Mal les va a todas las sociedades que dan la espalda a los intelectuales, tienen garantizado el imperio de la violencia.
  • Lo importante es que el profesor pueda hacer su trabajo bien, para luego comprobar si lo hace bien, pero para que eso ocurra primero se le tiene que dejar trabajar. La aplastante mayoría de los profesores no desean otra cosa que hacer bien su trabajo.
  • Donde antes había un profesor consiguiendo generar conocimiento y aprendizaje, ahora hay un docente acorralado, atemorizado, ante un alumnado que automáticamente deja de estudiar y de mostrar interés.
  • Enseñar, hoy, es resistir.
  • Sin atención, sin capacidad para concentrarnos, somos presa fácil para la ansiedad y para el secuestro de nuestra autonomía.
  • Enkvist: «La escuela es un sitio para aprender a pensar sobre la base de los datos. Lo de insistir en aprender a aprender sin hablar antes de aprendizaje es una falsedad, porque no podemos pensar sin pensar en algo. Sin datos, no hay con qué empezar a pensar».
  • Desterrar los datos es desterrar el pensamiento.
  • Lo que más pereza da a muchos de nuestros alumnos es tener que pensar. Porque les hemos acostumbrado a un automatismo suicidad, inmovilizador. Una búsqueda en internet no es una investigación.
  • Punset, Foucault, ya no sirven.
  • Las autoridades deberían darse cuenta, y obrar en consecuencia, de que en los centros públicos no habitan seres idiotizados, sino personas cultas y alumnado que desea aprender.
  • Queridos gobiernos: dejen de reformar. Confíen en los docentes. Déjennos dar clase. Dejen de limitarnos, de encorsetarnos, de inyectarnos autoengaños. Lo que funciona, funciona. Y lo que no funciona, no funciona. Confíen en nuestros padres, alumnos y docentes. Necesitamos recursos, no sermones. Las propuestas y las teorías servirán muchas veces para mejorar nuestra tarea, eso nadie lo duda. Los profesores se sienten ninguneados.
  • Algunos formadores habituales deberían darse cuenta de que parecen visionarios, cuando no auténticos fascistas. El cambio es inevitable, pero ¿por qué lo fuerzan? Se trata a los profesores con un paternalismo que está en la base de su rechazo de las grandes macrorreformas.
  • Entra original: https://raulbarraltamayo.wordpress.com/2020/02/20/devaluacion-continua-de-andreu-navarra/
  • Contamos con el ejemplo de la universidad: la aplicación del Plan Bolonia le dio el tiro de gracia, la condenó a la insignificancia y la inundó de burocracia absurda.
  • El poder de los profesores, reunidos y coordiandos según sus propios criterios, para transformar la sociedad. Eso es lo que hicieron durante el tardofranquismo y la Transición para repensar un país avergonzado, hasta que la LOGSE se cruzó en su camino, hace ya treinta años.
  • Las prácticas actuales parecen pensadas para castigar a los mejores profesores y estimular a los vagos, los rutinarios, los autoritarios y cínicos e indolentes.
  • Si la educación cae vencida, solo queda en pie la perspectiva de la esclavitud y la tiranía.
  • Si dejamos caer la educación, como ya hemos dejado caer la ciencia, la derrota de la democracia tal y como la conocemos y necesitamos está garantizada.
  • El único dios neoplatónico capaz de revertir la degeneración es una sólida institución académica, fuente de crítica, de aplomo y de fortaleza mental. Al otro lado solo habrá lloriqueos y victimismos. Vidas subsidiadas y destrozos morales. Fáciles esencialismos e identidades estandarizadas.
  • Blogger: «Van pasando los años y las leyes y las generaciones y asumimos como normal que en un instituto entren 180 alumnos/as y salgan 100 en 4º y 80 en 2º de bachillerato, de los que solo van a selectividad 35. Esa huida hacia adelante en busca del máximo de contenidos provoca, como me han comentado varios profesores universitarios, los alumnos lleguen sin saber escribir, leer o hablar en el «nivel» que les corresponde».
  • Algunos autores defiende que sí ha bajado el nivel de los estudiantes, precisamente porque ha bajado el de las exigencias, y porque se han demonizado los contenidos.
  • El desinterés es total, y se fomenta a través del desprecio por la cultura y el avance intelectual.
  • Los alumnos no es que no sepan resolver un problema de ecuaciones, es que no pueden entender el problema. Porque tampoco saben distinguir entre un triángulo y un rombo.
  • El déficit en base léxica es abrumador, verdaderamente alarmante, y un enfoque centrado en destrezas no lo va a remediar.
  • Vivenç Pagès Jordà, escritor catalán: «Ahora tenemos mucha que sabe leer pero que a menudo no sabe qué leer, porque se ha priorizado que todo el mundo apruebe y el mínimo para aprovar ha ido bajando. El nivel es bajísimo: para aprobar ESO o hasta para aprobar el bachillerato el nivel en general es muy bajo».
  • Los libros sobre el espacio están cerrados bajo llave en un armario acristalado. Juan y Denis y yo podemos verlos, pero no sacarlos. No hay personal en la biblioteca. Vemos los libros, pero no nos dejan acceder a ellos. Es una metáfora de lo que ocurre en este país.
  • Bajar más el nivel y bajarlo significa no dejar a los profesores que hagan algo para que suba, equivale a aconsejar el analfabetismo.
  • Es que no comprenden ningún texto, ni utilitario ni literario. No lo ocultemos más. Dejemos hacer para que esto no pase.
  • Los trileros de la pedagogía negarán y negarán tozudamente que el nivel haya bajado.
  • Casi desaparece el currículo de filosofía, todo el mundo lo vio. El de literatura pende de un hilo. Y quien no curse bachillerato carecerá para siempre de la cultura más básica.
  • Parte de nuestro alumnado no sabe ni dónde vive.
  • Un analfabeto funcional lo tiene muy peliagudo para abrirse paso en nuestra sociedad, a no ser que quiera llevar una vida parasitaria a medio camino entre el hedonismo y la marginación.
  • Estoy seguro de que si el sistema aguanta es gracias a la inventiva individual de los profesores más dinámicos y a la preocupación de los equipos directivos más ambiciosos.
  • El proyecto competencial es el producto estrella de la pedagogía actual.
  • Enkvist: «A bastantes jóvenes les cuesta aceptar la autoridad de otra persona. Han sido tan mimados en sus casas que creen no tener que someterse a las reglas de la escuela, las leyes de la sociedad o la decisión del jefe de la empresa».
  • Gregorio Luri llegó a la conclusión de que solo cuatro o cinco de un grupo de treinta alumnos está realmente allí, dispuesto a aprender algo, por vía competencial o tradicional.
  • Enkvist: «Para poder pensar, primero hay que querer pensar, estar preparado para hacer un esfuerzo». Vivimos en una sociedad que se niega a pensar, y que no solo se muestra hostil a quien desea pensar, sino que además está conforme con una pedagogía oficial que prohíbe pensar.
  • La pedagogía es práctica, y no hay nada que perfeccione más a un docente que la docencia.
  • Tras muchas experiencias en centros distintos, me he ido convenciendo de que los proyectos que triunfan son los que han surgido desde abajo o de forma horizontal entre profesores que se han asociado para generar una experiencia compartida que derribe los muros entre disciplinas.
  • Sin ilusión, resulta imposible educar o aprender. La ilusión llega con la posibilidad del trabajo bien hecho, llega con la convicción de que se producirá un intercambio de conocimiento.
  • La mayoría de los profesores bullen de ideas innovadoras y están ansiosos de aplicarlas sin que eso tenga que suponer rellenar formularios y más formularios.
  • Sin contenidos memorizados, interiorizados, es decir, léxico, todo aprendizaje carece de estructura. Y carece de potencia verbalizadora. A veces me paso clases enteras buscando definiciones, asegurándome de que mis alumnos han entendido un solo concepto.
  • Nuestros alumnos no adquieren vocabulario fundamental, no entienden lo que leen de forma abrumadoramente alarmante, por falta de almacenamiento, por falta de entrenamiento. Todo lo que les quede carecerá de estructura, de forma básica, de orden y de armonía. Y la culpa no es suya.
  • Con la muerte de los textos, no perdemos únicamente la capacidad para definir, decidir, orientarnos y nombrar. Las imágenes también se leen, también se analizan y se reducen a discurso. Lo que estamos perdiendo es algo mucho más profundo: nuestra capacidad para razonar y para enfrentarnos a los fenómenos de manera lenta y reflexiva, sin buscar la evasión eterna.
  • La nueva pedagogía se base en supercherías peligrosísimas. ¿Quién y para qué sostiene los bulos que demonizan la educación memorística? Se trata de retener mejor, no de dejar de retener.
  • Me cuenta una profesora de español para estranjeros que algunos alumnos suyos de origen eslavo o germánico terminan adquiriendo más léxico que hablantes nativos de español educados en nuestro país.
  • Yo tengo un lema: el alumno nunca tiene la culpa de no saber algo. Porque es muy posible que nadie se lo haya explicado. Porque es muy posible que nuestras pedagogias le estén impidiendo aprender y avanzar.
  • Muchos de mis alumnos de primero de ESO llegan a secundaria demasiado apegados a las fichas de relacionar imágenes y conceptos con flechas: fichas mecánicas, fichas rutinarias. Opino que se les debe enfrentar con una hoja en blanco, donde tengan que desarrollar un texto argumentativo, instructivo o narrativo. Hay muchos que se niegan, al principio.
  • O somos capaces de educar generaciones de opinantes que piensen, o vencerá el imperio del mamporro y la vejación.
  • Otro motor que vamos apagando es el de los libros de texto: muchos alumnos no entienden absolutamente nada de lo que están leyendo.
  • Para hablar de educación, o estamos dispuestos a afrontar la complejidad y la variedad, o caeremos en sueños dogmáticos. Quiero decir que caeremos aún más en más sueños dogmáticos.
  • Una gran parte de nuestro estrés es impotencia.
  • Los profesores se sienten desprotegidos ante autoridades y padres con tendencia a acudir a los tribunales por cuestiones académicas.
  • Cuando pensamos que «ayudamos» a nuestros alumnos promocionándolos sin pedirles esfuerzo alguno, cuando pensamos que ayudamos facilitando y sobreprotegiendo, en realidad hundimos a nuestros estudiantes. Los frustramos. Evitamos que accedan a la edad adulta, temen a su propio desarrollo, baja su autoestima porque se creen incapaces de realizar hasta las más simples tareas y no los entrenamos para la autonomía futura.
  • En mis clases conviven alumnos que se aburren y pierden la fe en el sistema con otros que reaccionan violentamente si alguien intenta que lean un libro o encuentren el sujeto de una oración.
  • Salvador Cardús: «No hemos llegado a valorar en toda su dimensión las consecuencias de haber sustituido la cultura del trabajo como vía de realización personal por una cultura del ocio, que ha convertido esta actividad en la máxima aspiración de los individuos. Las grandes ideologías y movimientos revolucionarios de los siglos XIX y XX se fundamentaron precisamente en el valor del trabajo. Ahora, el tiempo libre se identifica con la obtención de la felicidad y la realización personal. Ésta es una de las principales transformaciones culturales del último tercio del siglo XX».
  • La llegada de la LOGSE fue tan traumática que algunos profesores siguen recordándola como el final de su felicidad académica.
  • La LOGSE trataba a los alumnos como si fueran subalternos.
  • Nos enfrentamos al fenómenos del analfabetismo funcional: olviden el fracaso escolar, olviden las estadísticas: lo que se acerca es mucho peor. Lo realmente vergonzoso es que no se trate la cuestión educativa como una crisis cultural, sino como un enfrentamiento entre una teoría de izquierdas y otra de derechas.
  • Un sistema flexible y correctamente financiado puede ser parte de la solución, una plantilla acogotada por dogmas y trabajos burocráticos no podrá hacer absolutamente nada.
  • Ahora, las personas pueden estar en comunicación diaria con alguien en otra parte del mundo pero no conocer a sus vecinos del apartamento de al lado.
  • Antes de plantearnos cómo debemos dar nuestras clases, tendríamnos que ingeniárnoslas para conseguir, de algún modo, personas que necesitan aprender y que tienen intención de prestar atención a lo que sucede en su entorno real.
  • ¿Cómo salvaguardamos a nuestra juventud del secuestro de su atención?
  • La escuela no podrá ser, jamás, un lugar para el ocio y el esparcimiento de nuestros jóvenes. Y no podrá serlo porque los adultos no tenemos ni la más remota idea de lo que mueve e interesa a nuestros jóvenes. Lo único que sabemos es que ya no están nada cerca, ni nos atienden. Y si no nos atienden no podrán trabajar normalmente, ni mantenerse, ni vivir con plena autonomía, jamás.
  • La cultura es pecado hoy día. Molesta, nos obliga a pensar, a enfrentarnos con nuestros conflictos. Preferimos drogas blandas, sonrisas, amortiguamientos tecnológicos, cuidados intensivos, pedagogías de algodón.
  • Vivimos en una sociedad que persigue la inteligencia, que aboliría inmediatamente la molestia de pensar o la manía de albergar inquietudes poéticas.
  • Nuestros mejores alumnos son, precisamente, los más desmotivados. Porque no encuentran su espacio en un ambiente tan mediocre, y fingen que se convierten en personas impulsivas, agresivas e ignorantes. Para poder sobrevivir.
  • Una sociedad que persigue la expresión, para premiar el exhibicionismo.
  • Nuestra sociedad querría adolescentes infalibles y entregados al frenesí del consumismo, a las adicciones de nuestro mundo.
  • Como la sociedad se ha infantilizado, se toma el camino más ilógico: degradar la excelencia. Desterrarla.
  • Hace tiempo que la operación consistente en exiliar el talento de nuestras universidades ha obtenido un éxito completo. A los investigadores españoles se los ha precarizado hasta límites insoportables, se los ha forzado a acabar en una consulta psiquiátrica o a hacer las malestas. El siguiente paso consiste en evitar que existan investigadores, artistas de élite o intelectuales.
  • Cuando hablamos de excelencia se nos llama elitistas. Pero no conozco una actitud más elitista que garantizar la mediocridad y la estamentación social desde un centro de poder, desde un ángulo emancipado.
  • De palanca para el éxito social y el ascenso de clase, el docente del futuro pasará a ser el adoctrinador vigilante, cuya función principal será la detección y el maquillaje de las insatisfacciones.
  • Un buen sistema educativo y, por extensión, un buen profesor, intentan acortar el camino entre un barrio cutre y las puertas de la NASA o de cualquier centro de investigación.
  • Actualmente hay cierto interés en que solo los hijos de clases adineradas puedan tener acceso a los datos y conocimientos que cuentan en la gobernanza del mundo. Para que solo sean artistas, escritoras, actrices o actores, ingenieras o ingenieros, astronautas o dentistas los que pueden pagar ciertos colegios, y no cualquier adolescente de barrio.
  • Los filósofos estoicos (Sénecea, Epicteto) recomendaban controlar únicamente las cuestiones cuya responsabilidad recayera exclusivamente en la esfera de poder de cada uno.
  • Instagram y otras redes son la dependencia pura de los caprichos de los demás. Además de ser fuentes inagotables de cretinismo e inseguridad.
  • Si se hunden porque su Instagram es mediocre, o no son suficientemente idiotas como para triunfar con su canal de YouTube, ¿qué les pasará cuando tengan un hijo, cuando tengan que afrontar un divorcio?
  • Son muchos los que creemos que la tolerancia, que es una forma de empatía, solo se obtiene de dos maneras: conociendo mundo y leyendo.
  • La sociedad que no lee, que arrastra índices tercermundistas de lectura, es más propensa al nerviosismo, los linchamientos, los autoengaños políticos, y acaba aceptando la dictadura como el entorno de seguridad que le ahorra a uno el trabajo de pensar, el trabajo de mediar entre personas e instituciones.
  • Las socieades iletradas se precipitan fácilmente hacia la intolerancia y la violencia callejera, las intimidaciones verbales de la prensa venenosa.
  • Los profesores sospechamos que existen motivos ideológicos para fomentar el desprestigio de la lectura lenta y la reflexión cultural o humanística.
  • El Ejido, el municipio almeriense en el que el partido ultraderechista Vox ha obtenido el mayor porcentaje de votos en las últimasa elecciones andaluzas, es la mayor población española sin librerías.
  • No considero que estemos viviendo el peor de los tiempos, el peor de los escenarios posibles. Pero creo que llegará en cuanto empiecen a perseguirse o penalizarse las iniciativas tendentes a fomentar la lectura, el debate, el diálogo y la serenidad. Que fue exactamente lo que ocurrió en 1939.
  • La persona que no sabe expresarse, que reacciona únicamente con miedo y gregarismo, solo podrá sumarse acríticamente a alguna de las sectas en pugna.
  • El analfabetismo funcional, derivado del examen en blanco, producirá personas aterrorizadas, incapaces de tomar el control de sus vidas, y no digamos ya de organizar contrapoderes de mediación o control institucional.
  • Ningún curso o programa hará cambiar de opinión a un extremista ni adolescente ni adulto. Solo la vida o la lectura, las vivencias o los libros, durante un proceso de años, conducen a una persona a la intercomunicación y la tolerancia.
  • La tolerancia es una cuestión de horas de vuelo. Y estamos limitándolas, en virtud de un entorno más nervioso y cada vez más inestable.
  • Sin cultura humanística, la sociedad se convierte en un mosaico de extremismos enfrentados, sobre los que triunfa el más intolerante y violento.
  • Los centros en los que la hora de lectura, preceptiva desde la administración, realmente funciona, registran menos problemas de racismo y de tensión en las almas. Porque su comunidad se reúne para leer libremente, en silencio, a la misma ahora, y esa cita para mí tiene algo de religioso.
  • La compañía de los libros viene acompañada de silencio y de respeto.
  • Al sistema le falta escuchar, le falta empatía. Le falta el concurso de las familias y los profesores.
  • Quienes trabajan desde finales de los setenta y los años ochenta se dan cuenta de hasta qué punto se está sustituyendo la educación liberadora por un coaching barato cuyo objetivo es atar a los desfavorecidos al victimismo y la falta de perspectivas.
  • Cuando escucho en charlas, mesas, conferencias, que la educación intenta asegurarse solo de que fabrica empleados, sonrío, levanto la mano y protesto. Ojalá fuera así: tendríamos algo.
  • El sistema pretende crear generaciones de consumistas que no toleren quedarse sin el producto deseado inmediatamente, que no toleren trabajar o superarse. Que no toleren la actividad sostenida, el inicio y el mantenimiento de un esfuerzo. Que no vean las gratificaciones futuras, porque la educación no puede copiar los sistemas de seducción empresarial.
  • Espero haber podido demostrar, por lo menos de forma aproximada, cuál es el estado de ánimo de una parte importante del profesorado, que siente que tiene que pedir perdón por intentar formar a los alumnos, que se siente amenazado por una minoría antisocial, que se siente hostigado por administraciones que se niegan a escucharlo, que no participa en absoluto de los procesos de elaboración de las reformas educativas. Y que ha de ver cómo en los medios se retrata un mundo feliz que no existe, mientras es acusado de vago y negligente.
  • Ante nuestra desesperación, los alumnos ya casi están únicamente acostumbrados a copiar. Por esta razón, en mis clases las tareas han de ser originales del alumno, a partir de páginas en blanco.
  • Si algo considero urgente es prohibir, impedir de forma explícita, que un docente tenga que estar realizando tareas de oficina cuando debería estar dedicando todos sus esfuerzos a la atención adecuada de sus alumnos.
  • La clase realmente relevante es la que consigue hacer brotar el manantial del entusiasmo.
  • Se tiene que recuperar la conciencia de que el profesor es alguien importante.
  • Si la sociedad no confia en sus profesores, es que no confía en sus valores fundamentales.
  • Se ha popularizado que no podemos exigir nada a nuestros hijos.
  • José Antonio Marina: «Platón ya señaló que el objetivo de la educación era enseñar a desear lo deseable».
  • Cambiemos la palabra «normas» por «límites», y las clases podrán desarrollarse con un alto grado de paz y satisfacción de todos.
  • Enkvist escribe que «ligado a este nuevo individualismo hedonista se ha desarrollado también un cierto culto a lo «gratuito» en el sentido de que todo debe ser mío, inmediatamente, y no debe costarme nada. Curiosamente, tenerlo todo sin pagar se percibe como mayor libertad».
  • La razón por la cual los profesores reciben hostilidad y agresiones es que se ha popularizado que el aprobado tiene que ser universal y gratuito, gratuito en esfuerzo y sin previa adquisición de conocimientos. Por eso tantos autores calamitosos consideran las evaluaciones como «obstáculos».
  • No es que los alumnos no sepan comportarse, es que los adultos hemos renunciado a acompañarlos, guiarlos y señalarles cómo pueden conseguir metas para su realización.
  • Luri: «No hay ningún pedagogo ni ningún padre más nocivo que el que pretende hacer felices a sus alumnos o a sus hijos». A los hijos o a los alumnos se les debe dotar de las armas y las corazas para que puedan decidir cuál será su camino hacia la realización.
  • Recomendar una felicidad hedonista, de plástico, tomada de los modelos de las redes sociales, parece el atajo hacia la felicidad, pero solo garantiza que el alumno o el hijo termine desarrollando trastornos de ansiedad y frustraciones profundas.
  • O enseñamos a nuestros hijos a sospechar, a almacenar datos y a constrastarlos, o serán incapaces de generar y analizar discursos ideologizados. Serán presa fácil para cualquier estafador económico o político.
  • La ignorancia, siempre se ha sabido, estimula toda clase de fanatismos y espejismos discursivos.
  • Cuando los alumnos conocen el código, el ambiente de trabajo es increíblemente mejor. En los institutos con normas laxas, todo es estrés y energías malgastadas, todo se aplica a ocultar o maquillar el mal funcionamiento de las clases.
  • No es verdad que las normas de conducta generen estrés. En realidad es al contrario: el desorden, el caos, los insultos, las humillaciones, la violencia verbal y física, las discusiones inusitadamente violentas en las mensajerías instantáneas deprimen, cansan, frustran, amargan y entrenan para el extremismo político.
  • Al final son las alumnas y los alumnos quienes piden explícitamente que se apliquen las normas del instituto para poder vivir en paz seis o siete horas al día.
  • Cuando inicio un curso pido: a) que nadie grite, b) que nadie corra dentro del aula y c) que nadie consienta en que se produzca una falta de respeto.
  • La responsabilidad nos acaba ennobleciendo.
  • En la Europa premoderna, sobre todo en el siglo XVII y hasta parte del XVIII, las verdades consistían en todo aquello que habían escrito Aristóteles y Tomás de Aquino.
  • Sin presente no hay estabilidad.
  • Las pruebas PISA son la mejor prueba de que las nuevas pedagogías son un completo fracaso.
  • Gregorio Marañón se tuvo que financiar sus propios laboratorios, incluso su propio hospital. Marañón tuvo que formarse a sí mismo operando a perros muertos sobre una silla.
  • El Michaela School fue inspirado por Katharine Birbalsingh, quien pensaba que se debía volver a la educación llamada «tradicional» y trabajar la autodisciplina del alumno. La educación tradicional es la que triunfa: no hay más que observar el caso de Finlandia. Su secreto no es más que la ausencia de reformitis y el respeto al profesor, resultado de una sociedad tranquila y cohesionada.
  • No es verdad que la autodisciplina genere traumas. Es exactamente al revés.
  • Si se habla a los alumnos con confianza, éstos siempre responden.

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raul

5 respuestas to “Devaluación continua de Andreu Navarra – Apuntes”

  1. […] #10) Devaluación continua de Andreu Navarra. […]

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