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Yo fui guardaespaldas de Hitler de Rochus Misch – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en miércoles, 22 de abril, 2009


Rochus Misch es el último superviviente de la guardia más cercana a Adolf Hitler, el último soldado que abandonó el búnker del Führer el 2 de mayo de 1945, fecha en que el Ejército Rojo tomó la capital del Tercer Reich en ruinas. Uno de los pocos testigos que vio los cuerpos inertes del dictador y de su compañera, Eva Braun. Este oficial de la SS de veintisiete años habló con el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, pocos minutos antes de qeu éste se suicidara.

Hoy Rochus Misch ha aceptado contar su vida, recordar un pasado marcado por la tragedia alemana del siglo XX. Está dispuesto a repasar su vida y a hacer públicos por primera vez y con todo detalle sus recuerdos.

Escuchándolo, con sus debilidades, sus momentos de silencio, su ausencia vertiginosa de dudas y de vacilaciones, uno se da cuenta de cómo el nazismo pudo afianzarse y desarrollarse, de cómo Hitler pudo seducir a las masas y a su entorno más próximo. Misch es una sucesión de pequeñas historias que a la vez fascinan y repelen, pero que son muy reveladoras de la Historia con mayúscula.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Pasó cinco años al lado de Hitlet, desde mayo de 1940 hasta su suicidio ,el 30 de abril de 1945.
  • Dia y noche formé parte de la guardia más próxima del Führer, un pequeño grupo de guardaespaldas compuesto por unos veinte hombres y llamado Begleitkommando Adolf Hitlet.
  • Yo no participaba en las conversaciones entre el Führer y los dignatarios del régimen nazi. Mi papel era estar disponible en todo momento, pero siempre un paso atrás, siempre en la sombra.
  • No me enorgullezco. Pienso que hice mi trabajo de soldado correctamente, ni más ni menos.
  • Se tatuó el grupo sanguíneo en el brazo izquierdo de todos los hombres del regimiento, como también se hacía para los pilotos de caza y los cuerpos de marina.
  • Nuestra preparación militar consistía esencialmente en actividades físicas. Prácticamente no se enseñaba el tiro.
  • Recuerdo ahora el año 1938 como una de las épocas más agradables. Los Juegos Olímpicos aún estaban en la memoria de todos, Alemania parecía estar en la cima de su gloria y el paro había desaparecido por arte de magia.
  • Una regla no escrita prescribía que los guardaespaldas designados para acompañar al «jefe» en sus reuniones oficiales o visitas importantes se eligiesen prácticamente siempre en función de su antigüedad.
  • No recuerdo haber oído ningún comentario sobre el régimen. En ningún momento hubo debate sobre una opción o una decisión que los dirigentes hubieran adoptado.
  • El trabajo diario del Führer consistía en citas fijas y en actividades repartidas según un orden preciso. Un sistema perfectamente engrasado.
  • Las primeras visitas para el Führer empezaban al final de la mañana. Nunca antes. Hitler dormía poco pero se acostaba tarde y por lo tanto no empezaba la jornada hasta las once o las once y media.
  • Jamás nadie fumó en presencia de Hitler.
  • Hitler no deseaba ver a su mesa a dos personas que ejercieran la misma profesión.
  • Hitler hablaba mucho, tomaba a menudo la palabra para explayarse en largos monólogos.
  • Al Führer le encantaba conversar sobre temas artísticos, científicos o históricos.
  • Las conversaciones nocturnas en el fumador no se acababan en general antes de las dos o las tres de la mañana.
  • Se sabía que sufría de mal de estómago, pero eso es todo, no dejaba traslucir nada.
  • Una pistola del tipo Walther PP del calibre 7.65 mm fue la que utilizó Hitler para suicidarse en el búnker.
  • Nos dirigíamos a él empezando con «Mein Führer». Una vez que él había terminado lo que tenía que decirnos, respondíamos generalmente con «Jawolh [Sí, sin falta], mein Führer!».
  • Tan sólo los más antiguos, los camaradas de los primeros tiempos, utilizaban «jefe» y a veces también, pero en menor medida, «Herr Hitler».
  • Dentro del recinto de la cancillería ninguno de nosotros hacía el saludo nazi cuando se encontraba con el Führer, sólo levantábamos el brazo cuando estábamos fuera.
  • Jamás vi al Führer reírse. Podía mostrarse satisfecho, alegre por un anuncio o un acontecimiento, pero nunca, que yo sepa, expresó en público un signo de entusiasmo no contenido o de franca alegría.
  • Alguna vez hizo un algún elogio.
  • Hitler repetía constantemente en público que él «no tenía tiempo para una mujer».
  • Que yo sepa, Hitler no tenía citas telefónicas particulares. No recibía ni establecía comunicaciones con nadie de manera regular.
  • Sólo una vez durante mis cincos años al lado de Hitler leí algo relacionado con los campos.
  • Los trabajos del búnker no empezaron hasta 1943 por alguna razón que ignoro.
  • El 11 de mayo de 1941, el Führer se enteró de la desconcertante noticia de la desaparación de su segundo, el incondicional Rudolf Hess, amigo desde las primeras épocas.
  • A fuerza de estar en contacto casi permanente con una persona acabas por no darte realmente cuenta de los cambios que progresivamente se producen en su apariencia. El tiempo y la proximidad nivelan sin duda el juicio.
  • Hitler era vegetariano. Sin embargo, a veces no respetaba escrupulosamente las reglas dietéticas que se había fijado. Yo mismo le vi comer embutidos, y algunos viejos me contaron que no hacía mucho tiempo aún le gustaba comer de vez en cuando un ave de corral.
  • En el transcurso de mis estancias en el Berghof descubrí que Eva Braun era católica como yo.
  • El Führer apreciaba mucho al general Ferdinand Schörner, un militar autoritario y muy severo, con fama de duro en los combates.
  • La imagen del búnker es la de un lugar más bien esmirriado, casi miserable con sus muros de hormigón desnudos. El lugar es austero. El mobiliario escaso y la luz hiriente. Las habitaciones son minúsculas.
  • Mi trabajo se limitaba únicamente a la buena marcha de la centralita.
  • Algunos habitantes del búnker, el círculo de los allegados, recibieron una ampolla de cianuro o de ácido prúsico.
  • Al fondo, en aquella celda que llamábamos el salón, vi el cuerpo inerte de Hitlet. Estaba sentado en el pequeño sofá, doblado sobre sí mismo, cerca de la mesa. Eva estaba a su lado, acurrucada en el sofá, con el pecho tocando casi las rodillas.
  • Joseph Goebbels y su mujer pusieron fin a sus días apenas cinco minutos después de que yo abandonara el búnker.
  • El 21 de diciembre de 1949 me condenaron a muerte sin ningún tipo de juicio. Más tarde me enteré de que se trataba de una condena colectiva. En 1950 nos conmutaron la pena por veinticinco años de trabajos forzados. El motivo: apoyo al régimen nazi.
  • Fui liberado a finales del año 1953.
  • Fue un shock, un golpe terrible, enterarme, casi diez años después de la guerra, de lo que pasaba en los campos de concentración. Era horrible, extremadamente horrible.
  • Aún hoy me pregunto cómo fue posible semejante empresa sin que ninguno de nosotros estuviera enterado.
  • No me siento culpable. Hice mi trabajo sin hacer daño a nadie. No disparé ni un solo tiro durante la guerra. No me arrepiento de nada. Cumplí con mi deber como soldado igual que millones de alemanes. Obedecí, y estimo que he pagado con mis nueve años de cautiverio en la URSS.
  • La película «El Hundimiento» es un drama de opereta. Todo en ella está exagerado. No había fiestas ni borracheras. Ningún miembro del equipo de la película, ni el historiador que trabajó con ellos, vino a verme. Nadie.

Enlaces relacionados:

Libro de fácil lectura sobre un soldado que estuvo en el entorno íntimo de Hitler bastante años incluyendo el presunto final en el bunker. No cuenta más que anécdotas bastante intrascendentes, estaba ahí pero sólo se preocupaba de cumplir órdenes sin cuestionarse mucho.

raul

9 respuestas to “Yo fui guardaespaldas de Hitler de Rochus Misch – Apuntes Breves”

  1. fernando neira said

    TENGO 59 ANOS,ESTUVE EN ALEMANIA POR DOS OCACIONES 2007 Y 2009,Y LUEGO DE CONOCER ALGUNOS LUGARES HISTORICOS Y VIVIR CON GENTE SENCILLA Y SUS COSTUMBRES «NO LO PUEDO CREER»
    AHORA LEO CON FRECUENCIA SOBRE ESTE TEMA,Y ME DA UNA PROFUNDA PENA VER COMO SE DESTRUYO TODO,Y EL TRABAJO QUE COSTO RECONSTRUIR ,PUES SOY ARQUITECTO Y SE LO QUE DIGO.
    SIN EMBARGO LOS ALEMANES DE AHORA SON OTRA COSA,ELLOS DEBIAN ESTAR EN EL ANO 1933 PARA QUE NO PASARA NADA.
    F.NEIRA.

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