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Un punto azul pálido de Carl Sagan – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en lunes, 24 de diciembre, 2012


Título original: Pale blue dot.
© Carl Sagan, 1994.
Editorial: Planeta.

En Un punto azul pálido, Carl Sagan prosigue el espectacular viaje científico que inició en Cosmos, el libro que hizo descender a la Tierra la magnificencia del universo, haciéndola accesible a millones de personas. Cosmos ha sido el libro científico más vendido de la historia.

En esta continuación de Cosmos, Carl Sagan, ganador del Premio Pulitzer, nos brinda una emocionante visión del universo, ilustrada profusamente. Un punto azul pálido revela cómo la ciencia ha revolucionado nuestra comprensión de dónde estamos y de quiénes somos, y nos desafía a que valoremos de qué manera vamos a utilizar esos conocimientos.

Carl Sagan (Nueva York, 1934 | Seattle, 1996) fue profesor de la cátedra David Duncan de Astronomía y Ciencias Espaciales y director del Laboratorio de Estudios Planetarios de la Universidad de Cornell; Distinguished Visiting Scientist del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) del Instituto de Tecnología de California y cofundador y presidente de la Sociedad Planetaria, la más importante del mundo dedicada a temas del espacio. Recibió a lo largo de su vida numerosas distinciones (Premio Pulitzer, medallas de la NASA, el Premio Apollo, el Premio Masursky y la medalla del Bienestar Público de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos) y un asteroide, el 2709, fue bautizado con su nombre.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Fuimos nómadas desde los comienzos. Dependíamos los unos de los otros. Actuar de forma individual resultaba tan grotesco de imaginar como establecernos en lugar fijo.
  • Con todas sus ventajas materiales, la vida sedentaria nos ha dejado un rastro de inquietud, de insastifacción. El campo abierto sigue llamándonos quedamente.
  • En los tiempos que corren parece que ya no queda nada por explorar, al menos en el área terrestre de nuestro planeta.
  • Nosotros somos capaces de explicar ese azul pálido que presenta nuestro pequeño mundo porque lo conocemos bien. Sin embargo, es menos probable que un científico extraterrestre, recién llegado a los aledaños de nuestro sistema solar, fuera capaz de deducir la existencia de océanos, nubes y una atmósfera densa. Neptuno, por ejemplo, es azul, pero fundamentalmente por razones distintas.
  • Se ha dicho en ocasiones que la astronomía es una experiencia humillante y que imprime carácter. Quizá no haya mejor demostración de la locura de la vanidad humana que esa imagen a distancia de nuestro minúsculo mundo.
  • Los telescopios son en realidad máquinas del tiempo. Percibimos algunos cuerpos celestes tal como eran antes de la formación de la Tierra.
  • Es necesaria una gran fuerza de carácter para soportar la arrogancia de los que sostienen que gozamos de una superioridad clara (o incluso que nos ha sido otorgada por Dios) sobre nuestros congéneres.
  • Tenemos tendencia a no ser especialmente críticos cuando nos vemos confrontados con evidencias que parecen confirmar nuestros prejuicios.
  • Robert Cardinal Bellarmine, principal teólogo del Vaticano, a principios del siglo XVII: «La libertad de pensamiento es perniciosa. No es nada más que la libertad de estar equivocado».
  • Cuando Galileo apuntó al cielo con el primer telescopio astronómico, la marea empezó a cambiar.
  • Galileo proclamó que podemos interrogar a la Naturaleza a través de la observación y la experiencia.
  • Hasta 1837 la observación directa no consiguió probar de manera clara y nítida que es cierto que la Tierra da vueltas alrededor del Sol. Se descubrióel paralaje anual, no mediante argumentos mejores, sino gracias a instrumentos más avanzados.
  • Charles Darwin: «En su arrogancia, el hombre se considera una obra grandiosa, digna de la intervención de una deidad. Es más humilde y, en mi opinión, más cierto considerarle creado a partir de los animales».
  • Filósofo griego Crisipo: «Para todo ser humano, pensar que en todo el mundo no hay nada superior a él supondría un acto de insana arrogancia».
  • Si yo tuviera que aventurar una opinión diría que el universo está repleto de seres mucho más inteligentes, mucho más avanzados que nosotros.
  • Filósofo Immanuel Kant: «Sin el hombre … toda la Creación no sería más que un desierto, un acto en vano que no tendría finalidad última». Un disparate de autoindulgencia.
  • No importa lo que afirmen los científicos, en el lenguaje cotidiano solemos ignorar sus hallazgos. No decimos que la Tierra gira, sino que el Sol sale y se pone. La idea de que nosotros nos hallamos en el centro y todo lo demás gira a nuestro alrededor se ha incorporado a nuestras lenguas y la enseñamos a nuestros hijos. Somos geocentristas retrógrados, ocultos bajo un barniz copernicano.
  • En 1633 la Iglesis Católica romana condenó a Galileo por postular que la Tierra gira alrededor del Sol. Hasta 1832 la Iglesia no consintió en borrar el trabajo de Galileo de la lista de libros cuya lectura quedaba prohibida a los católicos bajo riesgo de horrendos castigos para sus inmortales almas. En aras de su buen nombre, si bien con retraso y a regañadientes, en 1992 la Iglesia repudió su denuncai de Galileo.
  • Papa Juan Pablo II: «El error de los teólogos de la época al defender la centralidad de la Tierra residió en pensar que nuestra comprensión de la estructura física del mundo nos venía impuesta, en cierto modo, por el sentido literal de las Sagradas Escrituras«.
  • Appleyard: «Lo único que les legamos a nuestros hijos en la era de la ciencia es la convicción de que nada es verdadero, decisivo o perdurable, incluyendo la cultura que les ha visto nacer. La ciencia, tal como la conocemos hoy, no es en absoluto compatible con la religión».
  • ¿Cómo es posible que casi ninguna religión importante haya analizado la ciencia y concluido: ¡Esto es mejor de lo que habíamos pensado!? Tarde o temprano deberá surgir una religión así.
  • La evidencia, por lo menos hasta ahora y dejando aparte las leyes de la Naturaleza, no requiere un Designador. El significado de nuestras vidas y de nuestro frágil planeta viene, pues, únicamente determinado por nuestra propia sabiduría y coraje. Somos nosotros los guardianes del sentido de la vida.
  • El conocimiento es preferible a la ignorancia. Es mejor, con mucho, comprender la dura verdad que creer una fábula tranquilizadora.
  • En un atmósfera de oxígeno, el metano constituye un síntoma de vida.
  • Las ondas de radio no apuntan necesariamente hacia la vida y la inteligencia. Muchos procesos naturales las generan.
  • Las visiones de futuro que transmitimos a nuestros hijos dan forma al futuro. Por ello es importante cuáles son esas visiones, pues a menudo se convierten en profecías de autorrealización. Los sueños son como mapas.
  • No considero irresponsable que se esbocen los más temibles escenarios de futuro; si queremos evitarlos, debemos comprender que son posibles.
  • Todavía hoy los voyager siguen transmitiendo montones de datos.
  • De no haber sido por la energía nuclear, el Voyager no habría podido transmitir ningún dato del sistema solar exterior, exceptuando quizá algunos referentes a Júpiter.
  • Los voyager vienen costando a cada americano menos de un centavo al año, desde su lanzamiento hasta su encuentro con Neptuno.
  • Es muy difícil determinar la composición exacta de un sólido orgánico complejo. Por ejemplo, la química del carbón no está, todavía hoy, del todo esclarecida, a pesar de los cuantiosos incentivos económicos que se han dedicado a ello.
  • La mayor parte de los grandes inventos en la historia de la Humanidad fueron realizados por benefactores desconocidos.
  • Los nombres de los días de la semana derivan del Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. El orden de los días parece pues arbitrario, aunque quizá reconoce la primacía del Sol.
  • La vida es una hipótesis de último  recurso. Acudimos a ella cuando no existe otro modo de explicar lo que estamos percibiendo.
  • Las naves espaciales «Voyager» viajan con destino a las estrellas. Se hallan en trayectorias de escape del sistema solar, surcando el espacio a razón de casi un millón seiscientos mil kilómetros diarios. Si definimos los límites exteriores del sistema solar como la heliopausa (donde las partículas y campos magnéticos interplanetarios son reemplazados por sus contrapartidas interesterales), entonces ninguno de los Voyager ha abandonado todavía el sistema solar, si bien puede que lo hagan en el plazo de unas pocas décadas.
  • El espacio está casi vacío. No existe virtualmente ninguna posibilidad de que uno de los Voyager penetre alguna vez en otro sistema solar.
  • Dado que los Voyager estarán dando vueltas por el centro de la galaxia Vía Láctea para siempre, queda muchísimo tiempo para que los discos puedan ser hallados, si es que hay alguien ahí afuera para efectuar el descubrimiento.
  • ¿Por qué es roja la puesta del sol? El rojo del crepúsculo es lo que queda de la luz solar una vez el aire ha dispersado ya el azul.
  • Los materiales azules son muy raros en la Naturaleza.
  • El programa Apolo no versaba principalmente sobre ciencia. Ni siquiera estaba centrado en el espacio. El Apolo trataba sobre confrontación ideológica y guerra nuclear, a menudo descritos como eufemismos tales como «liderazgo» mundial y «prestigio» nacional.
  • Los Mariner, Viking, Pioneer, Voyager y Galileo se cuentan entre los obsequios que nos ha raído el programa Apolo.
  • Viajar resulta instructivo.
  • Nunca se sabe adónde va a llevarnos la ciencia.
  • Si la NASA no se hubiera empeñado en proporcionar negocio a la industria de las lanzaderas, cada vez menos lucrativa, podríamos haber puesto en marcha la misión un par de años antes y con dos naves Mars Observer en lugar de una.
  • La primera ley de la burocracia es la que prescribe la garantía de su propia continuidad. Dejada su libre albedrío, sin recibir instrucciones claras desde arriba, la NASA degeneró rápidamente en un programa encaminado a mantener beneficios, puestos de trabajo y emolumentos.
  • wernher von Braun fue el ingeniero nazi americano que nos llevó verdaderamente, más que ninguna otra persona, al espacio. Su libro de 1952 Das Marsprojekt (El Proyecto Marte) imaginaba una primera misión compuesta de diez naves espaciales interplanetarias, una tripulación de setenta miembros y tres «botes de aterrizaje».
  • Los vuelos espaciales están relacionados con algo muy profundo que albergamos en nuestro interior muchos de nosotros, si no todos. El hecho de poner un pie en otros mundos nos susurra al oído que somo más que pictos, servios o tongas: somos humanos.
  • Tal vez el impacto más masivo que haya de sufrir la Tierra en toda su historia se produjo unos 4500 millones de años atrás, y se cree que formó la Luna. El objeto que impactó tendría aproximadamente el tamaño de Marte. De haber sido un poco más grande, la Tierra habría sido destruida por completo.
  • Por término medio, una vez cada pocos cientos de años la Tierra es alcanzada por un objeto de unos setenta metros de diámetro; la energía liberada a consecuencia de la colisión equivale a la explosión del arma nuclear más potente que nunca se haya lanzado. Cada diez mil años nos golpea un objeto de doscientos metros, que podría provocar serias consecuencias climáticas regionales, y cada millón de años se produce el impacto de un cuerpo de más de dos kilómetros, equivalente a un millón de megatones de TNT, una explosión que desencadenaría una catástrofe global.
  • El problema, según sugerimos Steven Ostro, del JPL, y yo, es que si somos capaces de desviar de forma fiable un cuerpo interplanetario amenazador para que no colosione con la Tierra, también podemos desviar con garantías un cuerpo inofensivo a fin de que impacte contra la Tierra.
  • Si Hitler hubiera tenido a su disposición armas nucleares, la amenaza de un contragolpe de las armas nucleares aliadas, de haber sido posible, probablemente no le habría disuadido, sino al contrario, le habría espoleado.
  • Todas las tecnologías pueden emplearse con fines benévolos y malévolos. Cuando los fines «malévolos» alcanzan una escala lo suficientemente apocalíptica, quizás tengamos que poner límites al tipo de tecnologías que podemos desarrollar.
  • La antimateria no es una construcción hipotética, productos de las ardientes meditaciones de los autores de ciencia ficción o de los físicos teóricos. La antimateria existe. Los físicos la consiguen en aceleradores nucleares; puede encontrarse también rayos cósmicos altamente energéticos. No podemos decir si una cosa está hecha de materia o de antimateria solamente con mirarla. Las propiedades espectroscópicas, por ejemplo, del hidrógeno y del antihidrógeno son idénticas.
  • Si tuviéramos una razón de peso para terraformar otros mundos, estos grandes proyectos de ingeniería podrían ser factibles en el plazo de tiempo antes mencionado; los asteroides, con seguridad; Marte, Titán y otras lunas de los planetas exteriores, posiblemente.; y Venus, probablemente no.
  • Cuando somos niños, tememos la oscuridad. En ella puede haber oculta cualquier cosa. Lo desconocido nos angustia. Irónicamente, nuestro destino es vivir en la oscuridad.
  • Las señales de META que quedaron son once «acontecimientos». Satisfacen todos menos uno de nuestros criterios para ser declaradas señales alienígenas genuinas. Pero el criterio que falla es supremamente importante: la verificabilidad. Nunca hemos podido volver a detectar ninguna de esas señales. La examinamos al cabo de un año, o de siete, y sigue sin haber nada. Las cinco más fuertes fueron localizadas en las constelaciones Casiopea, Monoceros, Hidra y dos en la de Sagitario, aproximadamente en dirección al centro de la galaxia.
  • El SETI es uno de esos programas de investigación que irritan a los que persiguen siempre unas tasas coste/beneficios bien definidas.
  • Cuando nos sentimos ignorantes nos negamos a creer. Cualquier molestia que pueda generar la incertidumbre sirve a un propósito más elevado: nos conduce a acumular mejores datos.
  • La ciencia ofrece pocas emociones baratas.
  • Una generación más tarde, inspirado por Tsiolkovsky y Goddard, Wernher von Braun construía el primer cohete capaz de llegar a los bordes del espacio, el V-2. Lo llevó a cabo por encargo de los nazis, como un instrumento para la matanza indiscriminada de civiles.
  • Los humanos, hemos precipitado la extinción de especies a una escala sin precedentes desde el final del periodo creatáceo. En nuestra ignorancia de las interrelaciones de la vida en la Tierra, podemos estar poniendo en peligro nuestro propio futuro.
  • Es muy difícil ahogar el ingenio y la avidez humana.
  • Si continuamos acumulando solamente poder y no sensatez, con toda seguridad nos autodestruiremos.
  • Me preocupa la gente que aspira a ser como un dios.
  • El pionero psicólogo William James denominó religión al hecho de «sentirse en casa en el universo». Si estamos pensando en el universo real, entonces no poseemos todavía ninguna religión verdadera.
  • Tras un breve hiato sedentario, estamos recuperando nuestro antiguo estilo de vida nómada. Nuestros descendientes remotos, instalados bien seguros en muchos mundos del sistema solar, y más allá, estarán unidos por una herencia común.

Enlaces relacionados:

  • Blogs: 1, 2, 3, 4 y 5.

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raul

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