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El derecho a decir no de Walter Riso

Posted by Raul Barral Tamayo en jueves, 26 de octubre, 2023


© Walter Riso, 2002, 2009
Editorial: Editorial Planeta.

¿Por qué tememos negarnos a ciertas peticiones? ¿Por qué nos sometemos ante los deseos de los demás? ¿Pensamos, acaso, que nuestra autoestima es menos importante que satisfacer a los otros?

El derecho a decir no analiza el concepto de la asertividad, sus beneficios, sus límites y las razones por las que, en general, tenemos miedo a decir no,como la culpa anticipada y el temor a herir a los demás. De la mano de la psicología y con un lenguaje sencillo pero a la vez profundo, el autor nos lleva a comprender por qué en ocasiones, aun teniendo la opción de no hacerlo, doblegamos nuestro espíritu a las exigencias del entorno.

Debemos establecer una ética personal que separe lo negociable de lo no negociable, al punto de no retorno. El respeto por nosotros mismos y por nuestros valores debe anteponerse a cualquier temor o deseo de agradar.

Walter Riso nació en Italia. Su familia emigró a Argentina cuando era muy joven. Allí creció en un barrio multiétnico en el seno de una comunidad de inmigrantes italianos. Cursó estudios universitarios de psicología en Colombia, adonde lo llevó su constante curiosidad e inquietud. Se especializó en terapia cognitiva y obtuvo una maestría en bioética. Desde hace treinta años trabaja como psicólogo clínico, práctica que alterna con el ejercicio de la cátedra universitaria y la realización de publicaciones científicas y de divulgación en diversos medios. Sus libros han cumplido el propósito de crear una vacuna contra el sufrimiento humano, proponiendo estilos de vida saludables en distintos órdenes de la vida. Actualmente reside en Barcelona

Ideas principales:

  • En cada uno de nosotros hay un reducto de principios donde el “yo» se niega a rendir pleitesía y se rebela.
  • ¿Por qué nos cuesta tanto ser consecuentes con lo que pensamos y sentimos?
  • Decimos que una persona es asertiva cuando es capaz de ejercer y/o defender sus derechos personales.
  • Es importante destacar que la mayoría de las personas tiene algo de inasertivo.
  • La asertividad es una herramienta de la comunicación que facilita la expresión de emociones y pensamientos.
  • Cada dominio de intercambio personal (conocidos, pareja, padres, extraños, figuras de autoridad o relaciones profesionales) constituye una dimensión especial donde la asertividad puede darse o no.
  • Nos guste o no somos seres “yoicos»: tenemos una identidad que defender si no queremos perder la cordura.
  • El esquema nuclear de toda persona asertiva es de fortaleza, de seguridad.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Gualberto Buela-Casal, prólogo:
    • En muchas ocasiones las personas suelen estar tan «presionadas» o «influenciadas» por los demás que terminan actuando en contra de sus propios principios, creencias o conveniencias.
    • Nadie nace predeterminado a ser sumiso, esto se aprende de forma paulatina. No es una cuestión biológica ni hereditaria, es un comportamiento aprendido y por lo tanto modificable.
    • Hemos descubierto que si decidimos aceptar la manipulación de los demás no sufriremos recriminaciones y que incluso podríamos ser reforzados por tal sumisión y que, por el contrario, si decidimos defender nuestros derechos legítimos, la situación producirá altos niveles de ansiedad, desaprobación o culpa.
    • Poco a poco, muchas personas van desarrollando un repertorio aparentemente adaptativo. Pero, en realidad, se van convirtiendo en «marionetas humanas» que pierden uno de los valores más importantes del ser: la dignidad.
    • Muchos individuos se habitúan tanto a la explotación y al abuso que ya no pueden procesar adecuadamente la realidad en la que viven. En estos casos, «darse cuenta» de la manipulación es un requisito imprescindible para cualquier entrenamiento asertivo posterior.
    • El sujeto inasertivo se acostumbra a las injusticias de los otros y ya no siente malestar; incluso puede llegar a percibir estos atropellos como normales.
    • Ningún tratamiento de asertividad puede llevarse a cabo con éxito si el paciente no toma primero conciencia de que su dignidad personal está siendo vapuleada y de que por lo tanto necesita defender sus derechos.
    • En mi opinión, el presente texto cubre tres objetivos: (a) ayuda a prevenir los déficit de asertividad, (b) enseña a comportarse de manera asertiva y da pautas de acción a las personas que ya tienen dificultades en este campo, y (c) puede ayudar a descubrir la falta de asertividad en aquellos individuos que no son conscientes de sus limitaciones.
    • No hay peor traición que traicionarse a sí mismo.
  • En cada uno de nosotros hay un reducto de principios donde el «yo» se niega a rendir pleitesía y se rebela. No sabemos cómo surge, pero en ocasiones, aunque el miedo se oponga y el peligro arrecie, una fuerza desconocida tira de la conciencia y nos pone justo en el límite de lo que no es negociable y no queremos ni podemos aceptar.
  • La cólera ante la injusticia se llama indignación.
  • Una cosa es el egoísmo moral y el engreimiento insoportable del que se las sabe todas, y otra muy distinta la autoafirmación y el fortalecimiento del sí mismo.
  • ¿Quién no ha sentido, aunque sólo sea de vez en cuando, la lucha interior entre la indignación por el agravio y el miedo a afrontarlo?
  • Un gran porcentaje de la población mundial tiene dificultades para expresar sentimientos negativos que van desde la inseguridad extrema hasta las dificultades cotidianas y circunstancias.
  • Aunque tratemos de minimizar la cuestión, casi todos tenemos uno o dos aprovechados a bordo.
  • La explotación psicológica surge cuando los aprovechados encuentran un terreno fértil donde obtener beneficios, es decir, una persona incapaz de oponerse. Los sumisos atraen a los abusivos como el polen a las abejas.
  • La idea no es crear un estilo prevenido y dejar de creer en la humanidad, sino adoptar un actitud previsora.
  • ¿Por qué nos cuesta tanto ser consecuentes con lo que pensamos y sentimos?
  • Cada vez que agachamos la cabeza y nos sometemos o accedemos a peticiones irracionales, le damos un duro golpe a la autoestima. Y aunque salgamos bien librados por el momento, porque logramos disminuir la adrenalina y la incomodidad que genera la ansiedad, nos queda el sinsabor de la derrota, la vergüenza de haber traspasado la barrera del pundonor, la autoculpa de ser un traidor a las propias causas.
  • Cuando exigimos respeto, estamos protegiendo nuestra honra y evitando que el «yo» se debilite.
  • Hay que hacerle sitio a un nuevo «auto»: el autorrespeto, la ética personal que separa lo negociable de lo no negociable, el punto de no retorno.
  • Las personas que practican la conducta asertiva no necesitan recurrir tanto al perdón, porque al ser honestas y directas impiden que el resentimiento eche raíces.
  • Decimos que una persona es asertiva cuando es capaz de ejercer y/o defender sus derechos personales, como por ejemplo: decir «no», expresar desacuerdos, dar una opinión contraria y/o expresar sentimientos negativos sin dejarse manipular, como hace el sumiso, y sin manipular ni violar los derechos de los demás, como hace el agresivo.
  • Los pensamientos que típicos que caracterizan a las personas no asertivas pueden resumirse así:
    • «Los derechos de los demás son más importantes que los míos».
    • «No debo herir los sentimientos de los demás ni ofenderlos aunque yo tenga razón y me perjudique actuar sí».
    • «Si expreso mis opiniones, seré criticado o rechazado».
    • «No sé qué decir ni cómo decirlo. No soy hábil para expresar mis emociones».
  • Los individuos sumisos suelen mostrar miedo y ansiedad, rabia contenida, culpa real o anticipada, sentimientos de minusvalía y depresión.
  • Es importante destacar que la mayoría de las personas tiene algo de inasertivo.
  • hay ocasiones en que es imposible producir un cambio en el entorno. En tales casos el comportamiento asertivo se dirige a la emoción y no al problema. En muchas circunstancias, expiar, decir, manifestar, sacar la vieja información y «derramar» lo que nos mortifica puede ser tan sano y recomendable como modificar el ambiente externo.
  • La expresión del sentimiento de insatisfacción o de ira es beneficiosa, tanto para la autoestima como para el organismo.
  • La conducta asertiva no necesariamente debe generar un cambio en los demás, aunque a veces lo logra. Hay que tener en cuenta que la expresión de la propia emoción es importante en sí misma.
  • Muchas de las personas que intentan pasar de la sumisión a la asertividad se exceden de revoluciones y caen en la agresividad.
  • La asertividad no está diseñada para actuar contra la violencia física, aunque puede ayudar.
  • La asertividad le permite agotar posibilidades, a la vez que la convierte en participante activa, y no pasiva, de la situación.
  • «Usted no debe destruir a su marido, sino al miedo que le impide actuar».
  • La asertividad no pretende hacer una apología de la violencia (venganza)-
  • El autorrespeto no se logra destruyendo a los que nos molestan, sino desenmascarándolos con valentía.
  • Si la asertividad no fuera suficiente, siempre está la alternativa de la renuncia digna y valiente.
  • La asertividad es una herramienta de la comunicación que facilita la expresión de emociones y pensamientos. Está diseñada para defenderse inteligentemente.
  • Hay ocasiones en que la conducta asertiva puede resultar objetivamente contraindicada y/o socialmente inconveniente.
  • Por desgracia, los acontecimientos cotidianos no siempre permiten un espacio de reflexión donde de manera consciente y premeditada podamos anticiparnos a los hechos y desplegar estrategias rápidas y eficientes de respuesta.
  • Cuando una persona incorpora la conducta asertiva a su repertorio y la ensaya suficientemente, la capacidad de defenderse se automatiza y ya no hay que «pensar tanto» antes de actuar.
  • La habilidad de discriminación, de saber dónde y cuándo es recomendable ser asertivo, forma parte de todos los protocolos de habilidades sociales.
  • Los fanatismos son siempre perjudiciales aunque estén disfrazados de asertividad.
  • Tres tipos de contraindicaciones, de situaciones donde no es recomendable ser asertivo: cuando la integridad física puede verse afectada; cuando se puede lastimar innecesariamente a una persona; cuando haya un coste social significativo.
  • En medios sociales altamente violentos, donde la vida ha dejado de ser un valor, es necesario reservar la asertividad sólo para momentos relevantes y específicos en los que la integridad física no corra riesgos.
  • Las personas que derraman sinceridad ácida por los cuatro costados son insoportables. La insensibilidad por el dolor ajeno no se equipara con la defensa de los derechos.
  • La vida está llena de mentiras piadosas, bellas, tiernas y humanistas.
  • Sartre sostenía que creamos nuestra esencia en la medida en que existimos.
  • La sinceridad puede ser la más cruel de las virtudes cuando se la priva de excepciones.
  • A mucha gente le disgusta la honestidad directa, aunque sea empática y moderada.
  • Cuando alguien está en la tónica de hacer nuevos contactos y mejorar sus habilidades para vencer la soledad, es mejor poner la asertividad en remojo por unos días.
  • La mayoría de los asertivos tiene pocos, pero buenos amigos.
  • Cada dominio de intercambio personal (conocidos, pareja, padres, extraños, figuras de autoridad o relaciones profesionales) constituye una dimensión especial donde la asertividad puede darse o no.
  • Para exigir respeto debo empezar por respetarme a mí mismo y reconocer aquello que me hace particularmente valioso.
  • Si acepto pasivamente la injusticia o la ofensa, estoy admitiendo en los hechos que merezco ser tratado indebidamente.
  • Siguiendo a Fernado Savater, podemos decir que la dignidad humana implica, al menos, cuatro condiciones:
    • No ser instrumento para otros fines distintos a los propios.
    • Ser autónomo en las propias decisiones.
    • Ser tratado de acuerdo con sus méritos y no con circunstancias aleatorias como raza, etnia, clase social o preferencia sexual; es decir, no ser discriminado por esas razones.
    • No ser abandonado, despreciado o rechazado afectivamente.
  • Cuando la ofensa tiene un carácter level o sutil y está amparada bajo un supuesto sentido del humor, la mente termina acostumbrándose a los agravios.
  • Mi hipótesis era que si Gloria lograba comprender racionalmente dónde se originaba su sentimiento de indignación, podría actuar de manera asertiva sin culpa ni miedo.
  • Nos guste o no somos seres «yoicos»: tenemos una identidad que defender si no queremos perder la cordura.
  • El asunto no consiste en apagar nuestros impulsos naturales en aras de una tolerancia mal entendida, sino en saber cuándo se justifica encenderse (sin incendiarse) y comportarnos de manera sostenida y valiente.
  • Dalai Lama: «Practicar la paciencia en el sentido que he procurado describir tampoco significa aceptar todo lo que los demás quieran hacernos y ceder a sus deseos sin más».
  • La asertividad, además de proteger nuestro amor propio, nos permite modular la violencia interior para acceder a la dignidad de una manera inteligente.
  • Cuando somos asertivos, se reduce la discrepancia entre el «yo» real y el «yo» ideal.
  • El esquema nuclear de toda persona asertiva es de fortaleza, de seguridad.
  • La asertividad y el entrenamiento en habilidades sociales es uno de los tratamientos complementarios más utilizados para pasar de la debilidad percibida a la fortaleza percibida.
  • Cuando expreso lo que pienso y siento, libero la mente y sano mi cuerpo.
  • Las investigaciones muestran que la expresión asertiva de la ira y de las emociones en general permite prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida.
  • Sin inteligencia emocional y sin asertividad no podemos disfrutar la vida, ni comprenderla.
  • La asertividad es un método de comunicación donde la honradez y la transparencia son determinantes.
  • Los problemas interpersonales sólo pueden resolverse si se dispone de toda la información relevante, es decir, si expresamos lo que en verdad pensamos y sentimos. Una buena comunicación debe, necesariamente, ser asertiva.
  • Si alguien considera que sus derechos son innumerables y que, además, ninguno de ellos es negociable, es probable que la necesidad de protegerse se incremente desproporcionadamente: habrá muchas cosas que defender. Es el caso del agresivo, el quisquilloso, el obsesivo, y de algunos desórdenes de personalidad.
  • Si se piensa que todos los derechos son negociables y se reduce su número a la mínima expresión, casi con seguridad el comportamiento asertivo ocurrirá muy esporádicamente o nunca. Es el caso de las personas sumisas con baja autoestima o de aquellos individuos que por sus creencias religiosas o de otra índole deciden entregarse a una «misión de vida» donde los otros son más importantes que él.
  • La mayoría de las personas sumisas se sienten desconcertadas cuando se las interroga por sus derechos porque no están acostumbradas a pensar en esos términos.
  • La tarea de reconocer cuáles son los derechos asertivos personales no es fácil.
  • Cuando el derecho es considerado efectivamente como un valor, se convierte en algo visceral, se siente en cada rincón del cuerpo.
  • Si el miedo aparece, los derechos pueden empezar a tambalearse,a confundirse, o incluso a doblegarse.
  • Síntesis de derechos extraída de varias fuentes. El derecho a:
    • Ser tratado con dignidad y respeto.
    • Experimentar y expresar sentimientos.
    • Tener y expresar opiniones y creencias.
    • Decidir qué hacer con mi propio tiempo, cuerpo y propiedad.
    • Cambiar de opinión.
    • Decidir sin presiones.
    • Cometer errores y a ser responsable de ellos.
    • Ser independiente.
    • Pedir información.
    • Ser escuchado y tomado en serio.
    • Tener éxito y a fracasar.
    • Estar solo.
    • Estar contento.
    • Decir: «No lo sé».
    • Hacer cualquier cosa sin violar los derechos de los demás.
    • No ser asertivo.
  • Es bueno tener en cuenta que cada derecho arrastra su contrapartida. Cada uno de ellos lleva impreso una obligación, es decir, los temidos y bien ponderados deberes.
  • Un principio ético natural, sencillo y universal: «No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti».
  • Kant: «Obra siempre de modo tal que la máxima de tu acción pueda ser erigida en normal universal».
  • Cuando ejecuto una conducta de cualquier tipo, especialmente si los demás pueden verse afectados, debería detenerme un instante y pensar dos cosas:
    1. ¿Cómo sería una sociedad regida por el principio que me guía a actuar?
    2. ¿Qué pasaría si todos actuaran como yo, sería mejor o peor?
  • Ella fue asertiva, no a la manera inglesa (flemática y reposada), sino a la italiana: directa y emotiva.
  • En muchas ocasiones sentimos el impulso vital, la reacción natural de defendernos, pero algo nos frena.
  • Una duda metódica y existencial, orientada a predecir consecuencias, bloqueará el sistema de acción y le obligará a revisar la cuestión y a temblar.
  • La lista de temores que nos impiden ser asertivos puede ser larga y variada.
  • Surgió un miedo inhibitorio que bloqueó mi capacidad asertiva: el miedo a parecer malo o insensible.
  • ¿Qué nos impide ser asertivos? Aunque la ansiedad social es quizá el principal obstáculo para que la conducta asertiva pueda consolidarse, no es el único factor. Las creencias irracionales y los malos aprendizajes también pueden influir negativamente.
  • Los dos factores que, a mi entender, más neutralizan la posibilidad de ser asertivo: (a) la culpa anticipada y el miedo a herir psicológicamente a los demás; (b) el miedo a la evaluación negativa y a comportarse de manera inapropiada.
  • Los procedimientos más efectivos para descargar el peso de la culpa son: la confesión, la reparación real o simbólica del daño causado, solicitar perdón, disculparse o la revaluación cognitiva, que consiste en ponderar de manera objetiva nuestra responsabilidad real en el hecho, ya que a veces somos demasiado autocríticos y nos atribuimos más peso del que tenemos en el desenlace de los acontecimientos.
  • La mayoría de los estudiosos en el tema consideran que hay una culpa adaptativa (moderada y constructiva) y una culpa maladaptativa (excesiva, originada en el miedo y orientada a castigarse uno mismo).
  • La ausencia total de culpabilidad se asocia a la conducta antisocial, cuya premisa es: «No soy responsable del bienestar de los demás ni me interesa: el más fuerte debe explotar al más débil».
  • La culpa adaptativa no se queda en la mera reparación; también promueve la preocupación por el otro y el arrepentimiento verdadero por haber cometido un daño.
  • Para que la conducta reparadora sea verdadera, se requiere empatía (compasión) e intención benéfica: la responsabilidad psicológica implica ponerse afectivamente en la piel del otro.
  • La culpa maladaptativa es el apasionamiento obsesivo por ser bueno.
  • Siete preguntas que responderse a sí mismo para cuestionar si la culpa que sientes es fundamentada o no:
    1. ¿Estoy violando algún derecho ajeno?
    2. ¿Estoy lastimando objetivamente a alguien por descuido o irresposabilidad?
    3. Al actuar asertivamente, ¿mi motivación es honesta?
    4. Al actuar asertivamente, ¿mi intención es hacer daño?
    5. ¿Estoy obrando impulsiva e irracionalmente?
    6. ¿He deliberado seriamente sobre mi comportamiento antes de actuar?
    7. ¿No será que en realidad no es mi comportamiento lo que está lastimando directamente a la persona, sino su incapacidad para renunciar a un privilegio o aceptar un «no»?
  • Los abusadores, consecuentes con su desfachatez, se ofenden si alguien ofrece resistencia: el amo se indigna cuando el esclavo se rebela, y el depredador se enfurece cuando la víctima decide escapar.
  • Cuando tenemos la convicción de que nuestro comportamiento es justo y bien intencionado, y además estamos seguros de que no pretendemos violar el derecho de nadie, el miedo a herir a los demás disminuye sustancialmente.
  • La persona que sufre codependencia emocional tiende a someterse exageradamente a las exigencias caprichosas del «enfermo» para evitar que éste recaiga, y de paso, no sentirse culpable.
  • Es fácil separarse de un marido, pero de un «hijo adoptado» es prácticamente imposible. El instinto maternal dirigido a un adulto puede provocar desastres.
  • Dos de las preguntas típicas de las personas que quieren aprender a ser asertivas pero que temen excederse y salirse de las normas son: «¿Me volveré egoísta?», y/o «¿Terminaré convirtiéndome en una persona fría e incapaz de perdonar?».
  • Tenemos tanto miedo a ser «malos», que preferimos ser «buenas víctimas», dolientes formales, mártires felices, antes de correr el riesgo de equivocarnos.
  • La premisa que determina el comportamiento asertivo es: «Atiende a tu propio interés sin olvidarte del interés ajeno».
  • Les guste o no a los fanáticos del autosacrificio: tengo que quererme para querer.
  • El asertivo, al no almacenar tantos sentimientos negativos debido a su capacidad de expresarlos oportuna y adecuadamente, tiene menos material negativo que procesar, menos cierres que realizar y menos motivos para sentir rencor.
  • El perdón es un regalo que se hace a los demás y a uno mismo con el fin de aliviar la carga del resentimiento o de la culpa: es un descanso merecido para el corazón.
  • Los sujetos perfeccionistas, moralistas y psicorrígidos suelen ser muy autocríticos y con una marcada tendencia a sentirse culpables por cualquier cosa.
  • La mayoría de las personas con predisposición a sentir culpa por el miedo a excederse se van al otro extremo. Así, la tolerancia se vuelve ilimitada, la prudencia se convierte en silencio absoluto y la responsabilidad se transforma en obsesión.
  • La tolerancia debe ser limitada. Pero, ¿cuál es el límite? El criterio estaría determinado por la siguiente pregunta: ¿es peligroso para mi identidad física o psicológica ser tolerante en esta situación?
  • La tolerancia bien entendida se refiere a respetar más que a soportar. Tolerar no es padecer a los otros como una carga, sino aceptar y proteger el derecho a la discrepancia.
  • La tolerancia es una virtud, pero sin los límites que define la dignidad personal se convierte en rendición, dependencia humillantes, aniquilación del «yo».
  • Así como nos indignamos frente a la injusticia ajena, también tenemos la obligación moral de indignarnos cuando nuestros derechos personal se vulneran.
  • Epicúreo: «Todo placer es una cosa buena, mas no todo placer debe ser perseguido; y, paralelamente, todo dolor es un mal, pero no todo dolor debe ser evitado a cualquier precio. En todo caso, es conveniente decidir sobre estas cuestiones comparando y examinando atentamente lo que es útil y lo que no lo es, porque a veces usamos un bien como si fuera un mal, y un mal como si fuera un bien».
  • Una asertividad sin prudencia tarde o temprano se transforma en agresión.
  • La prudencia es el mejor antídoto contra la culpa anticipada, porque no sólo nos exime de los errores por omisión, sino que nos hace más adecuados a la hora de actuar.
  • Como la sinceridad no es un valor muy cultivado en nuestra cultura, no es de extrañar que la asertividad produzca a veces incomodidad y escozor en los receptores.
  • Una persona asertiva actúa con convicción responsable: defiende lo que quiere, pero no se olvida de su interlocutor.
  • La estrategia preferida para sobrellevar la carga de un ego herido de muerte es la evitación, agazaparse en el anonimato y ocultar su vida interior. Por lo general, no brindan información sobre sí mismos y tampoco preguntan demasiado para no dar pie a que se metan en su territorio. A esta manera enfermiza de «sobrevivir» se la conoce en psicología como: desorden de la personalidad por evitación.
  • La memoria autobiográfica determina gran parte de nuestra manera de actuar, pensar y sentir el mundo.
  • Muchos niños sometidos a maltrato, adoptan el bloqueo informacional y/o emocional como mecanismo de defensa. Sencillamente, suben sus umbrales sensoriales para que nada los moleste o les importe.
  • Albert Ellis, psicólogo cognitivo: «La autoaceptación […] significa que el individuo se acepta total e incondicionalmente, actúe o no de forma inteligente, correcta, competente y al margen de si los demás lo aprueban, responden o aman».
  • Los demás son el caldo de cultivo donde se cristaliza nuestra propia identidad. No podemos renunciar al prójimo.
  • La gente sumisa puede resultar muy querida al principio, pero, con el tiempo, produce hastío: necesitamos un poco de repulsa, algo de oposición constructiva para que los lazos afectivos se fortalezcan.
  • El contenido verbal es el corazón de la asertividad.
  • Una mujer temerosa de ser asertiva me decía: «No hay nada más preocupante que la preocupación», y tenía razón.
  • Al ídolo se lo venera o se lo envidia: la mente se obnubila y se doblega ante la fascinación. Al líder verdadero se lo respeta: la mente se expande, crece en admiración no reverencial. El líder inteligente deja ser, es discreto, ayuda sin ser visto, nos pone en el camino del pensamiento y nos induce a ser libres.
  • El coraje es uno de los atributos que debe acompañar a la persona asertiva.
  • El asertivo es valiente, pero en un sentido realista. No es inmune al miedo, sino que se enfrenta a él, pelea con él, intenta dominarlo. Lo que define el valor no es la ausencia de miedo, sino la voluntad de vencerlo.
  • La regla es maravillosamente simple: «Debo aceptar mi esencia, En tanto esté vivo soy valioso por mí mismo, sin razones ni motivos, no por lo que haga o haya dejado de hacer, tampoco por lo que tenga o haya tenido alguna vez. Mi valía personal radica en mi existencia, no en mis logros. Mis éxitos o fracasos no pueden medir mi valor esencial como ser humano, simplemente porque soy mas que eso».
  • El amor que sentimos por nuestros hijos mayores nunca está en juego, jamás se condiciona a una buena nota o a que se porten bien. Condicionamos los premios o los privilegios a la conducta, pero no el afecto. Los queremos por lo que son, con lo bueno y lo malo a cuestas. Más aún: cuanto más problemas tienen, más los amamos, porque más nos necesitan. El amor por nuestros hijos no está condicionado. De manera similar, la autoaceptación incondicional es un factor de protección para la autoestima.
  • Esta transformación debe estar fundamentada en la convicción de que te has equivocado y no en la idea de que eres «malo» y «debes hacerte bueno». Mientras te criticas y tu mente trata de comprender qué fue lo que ocurrió y por qué fallaste, tu verdadero «yo» se conmueve, se quiere, se cuida y se renueva.
  • Nuestra mente funciona con una regla conocida como racionalidad restringida, que consiste en negar o excluir la información que no coincida con nuestras creencias y facilitar el procesamiento de aquellos datos que sí sean congruentes con ellas. Es decir, hacemos trampa y fomentamos el autoengaño a nuestra conveniencia.
  • Lo que implica el principio de someter las ideas a prueba es verificar si nuestros pensamientos tienen fundamento o no. Se trata de dejar que sea la realidad objetiva la que confirme o desconfirme las predicciones.
  • Espinosa, Proposición 73 de la Ética: «Al hombre que se guía por la razón, no es el miedo el que lo lleva a obedecer». El hombre «guiado por la razón» es aquel que se inclina ante la evidencia empírica.
  • Me pregunto si no será que la moda de la inteligencia emocional nos ha hecho descuidar las «buenas razones».
  • Explorar nuestros pensamientos y someterlos al exhaustivo examen de los hechos va creando una actitud saludable, antidogmática y abierta al mundo.
  • El conocimiento, el saber, la razón y la lógica pueden aminorar algunos miedos y eliminar otros de manera radical; sin embargo, no proporcionan necesariamente coraje. La valentía es una actitud que tiene bastante de pasional.
  • En psicología clínica, la regla principal para vencer el miedo es afrontarlo, exponerse a él y agotarlo.
  • Es imposible superar el temor, cualquier que sea, mirándolo desde la distancia, negándolo o escapando.
  • Árbol de toma de decisiones que permiten reflexionar sobre cada aspecto de la asertividad:
    1. ¿La situación que me impulsa a ser asertivo es real o es producto de mi prevención o imaginación?
    2. ¿Qué siento y cómo me siento?
    3. ¿Es vital para mí responder a esta situación?
    4. ¿Cuál es mi meta?
    5. ¿Qué consecuencias negativas espero?
    6. ¿Tengo alternativas de respuesta claras a las consecuencias probables?
    7. La ejecución el comportamiento.
    8. Autoevaluación.
  • No se trata de excusar el comportamiento agresivo o abusador, sino de asegurarse de si verdaderamente existió la afrenta.
  • Lo que sientes es de suma importancia, no lo subestimes ni lo distorsiones.
  • Si no tienes claro hacia dónde apuntas y qué esperas lograr con la asertividad, tu comportamiento perderá fuerza y dirección. Es probable que termines desviándote de tus propósitos iniciales.
  • El objetivo principal de la asertividad no es tanto cambiar el comportamiento del otro, como fortalecer la autoestima y autoafirmarse.
  • El abusador se ofende cuando sus víctimas se rebelan. ¿Qué puedes esperar? Las posibilidades son muchas.
  • Si lo que esperas al ser asertivo es agresión verbal, no te detengas: las palabras incomodan pero no hacen daño físico. No te prestes a los insultos.
  • Si lo que esperas al ser asertivo son consecuencias negativas en lo laboral, estás en un grave dilema moral.  Tú decides qué es negociable y qué no lo es. Pero recuerda que la mayoría de las personas que se han vendido al mejor postor al cabo de los años manifiestan que si la vida les diera otra oportunidad, no volverían a venderse.
  • Si lo que esperas al ser asertivo es sentir ansiedad, puedes hacerle frente.
  • Si lo que esperas al ser asertivo es que el receptor se sienta mal, llore o se deprima, aplica una asertividad empática, amable y especialmente cuidadosa, pero no dejes de ser asertivo.
  • Realiza ensayos imaginarios. Busca un lugar cómodo, cierra los ojos y recrea la situación provocadora. Imagínate siendo asertivo y reproduce mentalmente cada componente de manera relajada. Hazlo varias veces hasta que el ensayo imaginario pueda hacerse sin ansiedad y con una buena organización de los componentes.
  • No pospongas la ejecución real. Cuando creas que estás listo, sé atrevido y arriésgate, autoobsérvate y evalúa tu actuación de la manera más objetiva posible, es decir, sin lastimarte.
  • El autorrefuerzo garantiza una mejor ejecución la próxima vez.

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