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De la autoestima al egoísmo de Jorge Bucay – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en jueves, 13 de julio, 2017


© del texto, 1999, Jorge Bucay.
Editorial: RBA Libros.

Muchas personas invocan cotidianamente la autoestima pero, ¿qué significa realmente autoestimarse?

No necesariamente las mismas cuestiones que son útiles para algunos lo son para todos. Entre el Yo ideal y el Yo real en ocasiones media una gran distancia. ¿Merece la pena recorrerla?

Egoísta, ególatra, egocéntrico, ¿son sinónimos?

¿Tener miedo es estar asustado, ser fóbico o algo diferente?

Si no siento culpa, ¿soy una persona irresponsable?

Todas estas preguntas están la orden del día para muchos de nosotros. Recorrer el camino que va «de la autoestima al egoísmo» con Jorge Bucay es una grata manera de encontrar las respuestas. Este libro es una invitación a dialogar con el autor que, como siempre, nos brinda la oportunidad de conocer estimulantes relatos de todas las culturas y aprender de sus palabras, tan cálidas como sabias.

Jorge Bucay nació en Buenos Aires en 1949. Se graduó en medicina y se especializa en enfermedades mentales. Es psicodramatista y psicoterapeuta.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Los derviches, como jasídicos y como los monjes zen, nos enseñaron que una forma privilegiada de transmitir el conocimiento es a través de parábolas y cuentos.
  • El Jorge Bucay que quienes me leen conocen a través de los libros es una síntesis de las cosas que como dije aprendí de otros, verdaderos sabios y maestros con los que me he cruzado, y que escribí únicamente en los mejores momentos de mi vida.
  • Yo no soy un escritor, soy un médico o un psiquiatra o un docente que escribe, pero no un escritor; y seguramente por eso, para sentarme a poner mi pensamiento en palabras necesito estar en agluno de esos buenos momentos.
  • Una y otra vez sucede que alguien dibuja, encuentra o inventa algo y pregunta a los demás qué ven. Es parte de nuestra naturaleza gregaria. Pero la humanidad avanza no sólo por lo que alguien muestra y pregunta, sino sobre todo apoyada en estos sucesos que se repiten hasta el cansancio.
  • Muchas veces en la historia alguien decide no querer quedarse con la primera respuesta aunque sepa que es correcta.
  • Alguien ve lo que antes nadie había visto, o muchos ven lo que nadie había notado, pero alguien se anima a decirlo. Este es el segundo pilar de la evolución.
  • La humanidad avanza no sólo porque el que más sabe sigue preguntando si hay más que lo que él ve, sino también porque alguien se anima a decir que ve lo que no hay. Este es el tercer pilar: que alguien nos fuerce a revisar lo que sabemos, que nos obligue a dudar y nos condene a no confiar en nuestras respuestas como definitivas e inapelables.
  • Una buena autoestima es una buena capacidad de evaluarse a sí mismo y de encontrar las cosas valiosas de uno. Es ser capaz de valorarse adecuadamente.
  • Tener la autoestima puesta en su lugar; saber sin avergonzarme que hay aspectos en los que tengo ciertas capacidades y saber sin avergonzarme tampoco que hay otros en los que no las tengo.
  • Nos guste o no, de alguna forma todos somos incapces en algo y en alguna medida, todos somos discapacitados.
  • Cuidado con escudarme en «mis incapacidades» para justificar mi flojera o utilizarla como excusa para que otros hagan para mí lo que no quiero hacer yo por mí.
  • El único peligro es establecer como premisa que sería mejor que yo no fuera como realmente soy. En otras palabras: qué bueno sería yo si tuviera las capacidades de las que carezco, si manejara las habilidades que no poseo, si tuviera lo que no tengo.
  • El problema de la baja autoestima se hace evidente cuando lo vemos desde este ángulo… Cuando sólo nos evaluamos desde la óptica de los otros.
  • Si soy un adulto y es mi decisión y mi deseo llenar un hueco de mi potencial capacitándome para poder enfrentar algún desafío, debería hacerlo, pero que sea porque yo quiero y no solamente para agradar a los demás.
  • Me molesta tomar conciencia del déficit que aparece como resultado si realizo la operación de restarle al Yo ideal el Yo real. Cuanto más importante es el resultado al compararlos, más conflictiva es la conciencia del déficit. Grande o pequeña, esa conciencia siempre empuja en mí una decisión: La decisión de cambiar.
  • Más pronto o más tarde me doy cuenta de que, por mucho que me empeñe, no consigo ser el Jorge ideal. Tomo conciencia de que no puedo ser tal como me enseñaron o me dicen que «debería». Y entonces me frustro. Me siento un fracasado.
  • Cuando los sesudos científicos no saben qué hacer, siempre aparece un poeta o un humorista para señalar el camino.
  • ¿Qué se hace con la gente que nos dice todo el tiempo cómo deberíamos ser? El problema no es qué hacemos con esas personas, el punto es qué hacemos con nosotros, frente a sus reclamos.
  • Aceptarse es uno de los desafíos del camino de mantenerse sanos y también de cualquier intento de recuperar la salud. Significa dejar de pelearme conmigo mismo, no enfadarme por no ser como los otros quieren que yo sea, no castigarme por no ser por el momento como a mí me gustaría.
  • Parte del proceso educativo transita por decisiones que uno toma por otrs, también pasa por la decisión del educador de ceder el poder y la responsabilidad de las futuras decisiones de cada uno a cada quien. Una de las claves es por supuesto enseñar a postergar el placer.
  • No hay que ser de ninguna manera determinada para ser valioso. Para serlo verdaderamente, lo primero es ser exacta y exclusivamente como soy.
  • Si algún cambio me espera sólo sucederá saludablemente si partimos de aceptar que somos lo que somos.
  • Si vamos a cambiar vamos a hacerlo a partir de nuestra decisión de mejorar, y nunca creyendo que ahora no valemos nada y que después del cambio vamos a valer, o que es inaceptable que seamos así o que tenemos el deber de ser de otra manera.
  • La mejor actitud de superación personal nunca es la que parte el desprecio o de la desaprobación hacia uno mismo en el presente.
  • Autónomo define a una persona capaz de fijar sus propias normas. Son aquellos que deciden por sí mismo qué es bueno y qué es malo, qué es correcto y qué no lo es, pero no anárquicamente sino revisando lo hecho o lo sucedido a la luz de su propia escala de valores.
  • Autónomo es alguien capaz de tomar sus decisiones de acuerdo a sus normas y de estructurar éstas según su propia moral y a sus propios principios.
  • Poner límites es de alguna manera una suma de las dos acepciones; una combinación de la decisión de darse a uno mismo un lugar y la de establecer desde ahí una relación con los demás.
  • Debo establecer los límites del espacio que ocupo.
  • Saber poner límites es algo que adquiere importancia precisamente con las personas que más queremos, y muy especialmente con aquellos con quienes convivimos.
  • Las personas que ponen límites brutales lo hacen porque no saben poner límites de manera afectuosa.
  • La persona que a la hora de poner límites lo hace chillando es porque no cree verdaderamente que tenga derecho a establecerlos.
  • Para que mi autoestima esté preservada, hace falta que yo me sienta orgulloso de ser quien soy, que me sienta verdaderamente contento y conforme conmigo…
  • La buena autoestima implica ser capaz no sólo de aceptar lo que soy, con mis virtudes y mis defectos, sino que, además, pueda sentirme orgulloso de esta particular combinación de unos y otros.
  • Estoy hablando de sentirse orgulloso de la totalidad de lo que soy, sin excepciones, entendiendo que soy una sola cosa, suma y combinación de capacidades e incapacidades.
  • Una parte imprescindible de la autoestima es vivir sabiéndose tan digno de recibir como para permitirse aceptar de la vida todo lo nutritivo que ésta nos concede.
  • Hay algunas cosas que a cierta edad ya no se pueden cambiar. A mi juicio, una vez que se sale de la adolescencia y se llega a la edad adulta, la estructura de la personalidad, por ejemplo, no se cambia nunca más.
  • Se pueden cambiar los hábitos, aunque sin duda al pasar los años se nos haga cada vez más difícil.
  • Cuando dos personas se encuentran, la interacción se produce desde sus maneras de ser y no desde su estructura.
  • Aquel aprendizaje que no se hizo en la infancia, puede y debe realizarse después. No hay ningún problema en que sea así, excepto por el tiempo perdido, claro. Tendré que encontrar el sitio y las relaciones en las que adquirir conciencia de mi propio valor.
  • Los grupos de autogestión o de autoayuda son muy útiles en este sentido; son una menra de realimentar estos sentimientos, de recibir del grupo lo que puede no estarse recibiendo o no haberse recibido nunca desde el entorno familiar.
  • Yo aprendo la autoestima no sólo por ser estimado, sino porque quien me estima se estima, se sabe valioso. El mejor paso que puedo dar para enseñarle a mi hijo la autoestima es fortalecer mi propia autoestima.
  • ¿De qué me sirve ser valorado por alguien que no es valioso o por alguien que no se siente así?
  • Tendemos a tratar a nuestros padres de la manera en que ellos nos enseñaron que había que hacerlo tratando a sus padres, y del mismo modo, nuestros hijos van a hacer con nosotros lo mismo que vieron que nosotros hicimos con nuestros padres.
  • Sólo el que se siente valioso puede transmitir con claridad a sus descendencia lo que significa sentirse valioso.
  • Soberbia es creer que por ser así, soy más que tú, más que alguno.
  • El placer que siente un padre cuando su hijo recibe un premio por haberse graduado es genuino orgullo. Si cree que por esto puede alardear entre sus amigos es soberbia.
  • Las cosas que yo digo son las que a mí me son útiles y las que me sirven de referencia en principio sólo a mí.
  • Aquellos que solamente son capaces de sentirse orugllosos de lo que consiguen, me parece que se quedan a mitad del camino.
  • Los logros sólo sirven para satisfacer la vanidad y, como consecuencia de ello, de alguna forma todo lo que uno puede adquirir y poseer es vanidad.
  • Lo único que verdaderamente tienes es aquello que no podrías perder en un naufragio.
  • No es verdad que si uno se quiere mucho a sí mismo no puede querer a los demás.
  • Alguien puede no querer a los demás por ser una persona antisocial, incapacitada afectivamente o resentida, pero nunca por ser egoísta.
  • El egoísmo se define por el hecho de quererse a uno mismo por encima de los demás. Excepto con los hijos. Ellos SON una prolongación de nosotros, pero nosotros no somos una prolongación de ellos.
  • Egoísta es aquel que se quiere y se privilegia antes que a los demás. ¿Y QUÉ? ¿Está mal darse la prioridad y escuchar, aunque sea de vez en cuando, las propias necesidades o anteponer las propias urgencias?
  • Me irrita y me subleva escuchar a todas esas personas que «se llenan la boca» diciendo cosas como: «Esto lo hago por ti, y quiero que sepas que lo hago por ti». Esto no es ninguna broma.
  • La única ayuda que no genera deuda es la ayuda dada por el placer de ayudar.
  • Se intenta que el parámetro de la medida del amor ideal sea lo que uno es capaz de quererse a sí mismo. Y justo después, intentar hacer lo posible para ver si se puede llegar a querer al otro como a uno mismo.
  • Egocentrismo es sentirse el centro del mundo. Y tampoco considero que esto sea malo. Del mundo que uno habita, de SU mundo.
  • Egolatría es otra cosa. Es creer que uno es el centro del mundo de los demás o de la vida del otro. Lo siniestro, lo perverso y lo terrible es la egolatría, no el egocentrismo.
  • La única manera de no vivir girando alrededor de algo o de alguien es ser el centro de la propia vida, el centro de mi propio mundo.
  • El sentido del amor no se mide solamente en nuestra capacidad de inmolarnos en sacrificios por el otro, sino también y sobre todo en la disposición a disfrutar de su sola existencia.
  • Si te amo, lo mejor que puedo hacer es trabajar para construir la manera en que los dos vivamos juntos el mayor de los placeres: el encuentro. Un encuentro donde tú sepas que estoy a tu lado porque me quiero y me prefiero; y donde yo sepa que estás junto a mí porque, haciendo uso de tus mejores egoísmos, me escoges a mí para estar conmigo.
  • Un neurótico es un inmaduro, alguien que no disfruta plenamente de su vida, alguien que no vive en el presente, alguien que interrumpe permanentemente su proceso vivencial.
  • ¿Cómo me reconozco neurótica? Hay tres conductas esterotipadas que son emblemáticas: el mal humor, la queja y el miedo.
  • Todo es cuestión de grados: lo patológico, lo enfermo, es que el mal humor, la queja o el miedo sean la norma, que rijan tu vida, que estén presentes la mayor parte del tiempo.
  • Un individuo absolutamente sano nunca estaría de mal humor. Ni se quejaría. Ni tendría miedo.
  • El miedo es causa y consecuencia de la conducta neurótica, y hasta cierto punto es también su definición, porque el miedo condiciona, limita, restringe, empequeñece y distorsiona…
  • Una lista de algunas emociones culturalmente aceptables y hasta deseables que muchas veces esconden miedo: fastidio, asco, timidez, malos recuerdos, aprensión, rechazo, repugnancia, resistencia, odio, precaución, obediencia, incomodidad, veneración, desagrado, repulsión, respeto, disgusto, irritación, desconfianza, «cosa».
  • Somos más miedosos de lo que en general estamos dispuestos a admitir.
  • Un individuo sano se asustaría frente a una situación de peligro, la recordaría y aprendería de su experiencia, pero no condicionaría su conducta posterior por el miedo.
  • Nadie podría seguir inifinitamente expuesto a una situación de peligro si no amortiguara su respuesta emocional.
  • Si la tensión se instala pueden suceder dos cosas: que se quiebre la estructura de la personalidad, locura o la depresión severa.
  • El miedo es una sensación de susto frente a un pensamiento. El estímulo para la propia respuesta temerosa no está afuera, sino adentro. Es la propia percepción la que me asusta, mi propia idea.
  • Una vez que un miedo se transforma en susto, entonces uno lo puede dominar y vencer.
  • En el caso del susto, si el motivo que lo provocó desaparece, desaparece también el susto. La reacción termina y uno se queda con la sensación, pero ya pasó.
  • El miedo comienza pensando una cosa que lo lleva a pensar en otra, que lo lleva a otra y así sucesivamente, hasta que llega al punto de su desesperación.
  • El miedo, dice Krishnamurti, es un invento del pensamiento, lo cual significa que nuestros miedos los inventamos nosotros, que son una construcción nuestra.
  • El susto es una respuesta automática; no hace falta intelecto para sentirlo, se siente desde la parte más animal.
  • Cuando el susto evoluciona aparece el miedo, que ya no es una respuesta instintiva sino intelectual.
  • Recuérdalo siempre: la emoción es la mitad del proceso; la otra mitad es lo que uno hace con esa emoción.
  • El ataque de pánico no es una enfermedad del miedo, es una enfermedad de la ansiedad.
  • Si la parálisis y la angustia, en lugar de transformarse en un episodio ocasional, se profundizaran aún más, si anidaran en nuestro ánimo, si se transformaran en nuestra forma básica de respuesta, darían lugar a otra vivencia que, a veces, es bastante más dramática: la depresión.
  • Cuando estoy verdaderamente deprimido no siento; cuando estoy triste me pasa eso que tú describes y mucho más.
  • La mayor parte de las veces, el deprimido no tiene ganas de nada, ni siquiera de suicidarse.
  • Sostener esa situación y seguir cumpliendo con las tareas que se tiene que hacer mientras se está deprimido, es realmente heroico.
  • En mi opinión, únicamente alguien que ha estado realmente deprimido puede entenderlo.
  • La depresión nos acerca mucho y al peligroso estado de la verdadera indiferencia. Alguien profundamente deprimido podría dejarse morir y que le dé exactamente igual.
  • El miedo se vence actuando y no hay otro camino.
  • Es más fácil para el cuerpo utilizar un viejo síntoma para expresar algo distinto que fabricarse un síntoma nuevo, de la misma forma que es más sencillo el error de leer un fenómeno según parámetros conocidos que cambiar mis prejuicios.
  • Los sedantes tomados indiscriminadamente durante mucho tiempo pueden frenar la capacidad de movilizar las energías necesarias y condenar a todas las decisiones a que queden sin fuerza para ser actuadas, pudiendo terminar como dijimos en una depresión por inacción.
  • El único antídoto que hay que para no tenerle miedo a la muerte es conectarse con la acción de estar vivo.
  • Qué bueno sería que yo me ocupara en verdad de ver cuáles son las cosas que tengo pendientes con cada ser querido, qué cosas no estoy haciendo y quisiera hacer, y entonces deshacerme de esos miedos.
  • Sólo hay tres miedos fundamentales: soledad, impotencia y descontrol.
  • Una regla que es inalterable: un ser vivo siempre está creciendo o envejeciendo.
  • Nosotros podemos crecer a nivel psicológico, a nivel espiritual, a nivel psíquico, a nivel intelectual indefinidamente. No hay ningún límite.
  • Lo que se puede deteriorar es tu capacidad neuronal. Es decir, puede ser que haya neuronas que dejen de funcionar y, sin embargo, tu capacidad psíquica puede seguir creciendo.
  • Mientras nos demos cuenta de que la clave está en seguir creciendo, podremos retrasar el envejecimiento.
  • Si tu estás ayudando a crecer a otros, entonces estás creciendo.
  • En la antigüedad, cuando la pena de muerte parecía una condena insuficiente para castigar a un criminal, se lo desterraba. El destierro era peor castigo que la muerte.
  • Siempre que hay un miedo es que hay algo que no estoy haciendo, algo que no me estoy atreviendo a hacer, algo que no estoy queriendo saber o no estoy pudiendo decidir. Muchas veces, el miedo encubre tanto la acción que uno siente que no puede actuar.
  • A veces hace falta ayuda profesional. Pero el intento de buscar en el afuera algo o alguien que te dé coraje, puede terminar mal.
  • La culpa es el resultado de esta supuesta exigencia del otro, sea dicha o no sea dicha, sea real o imaginaria. La culpa no sucede frente al dolor, sucede cuando me imagino una exigencia  la acepto válida.
  • Es este sentimiento de identificación con la exigencia lo que verdaderamente da origen a la culpa.
  • Yo no me siento culpable cada vez que mi madre me llama para decirme que hace mucho tiempo que no voy a comer a su casa, pero sí lo siento cuando creo que ella tiene razón y que hace mucho tiempo que no voy a visitarla.
  • Detrás de la culpa siempre está tu propia manera de exigir. La culpa está en relación con tus propias exigencias, no sólo con tus autoexigencias. No se trata aquí de las cosas que tú te exiges a ti mismo, sino de las cosas que tú le exigirías al otro si cambiaran los papeles.
  • Desconfía de los pobres llorosos que sufren de la eterna tortura de la culpa, porque en muchos de ellos hay un exigente encubierto.
  • Toda violencia es el resultado de la impotencia.
  • Cuando alguien se siente exigido, la respuesta primordial que aparece es el cabreo.
  • Las emociones son energía que fluye en nuestro interior y que están allí para transformarse en acción. Si uno no transforma las emociones en acción, esas energías se quedan dentro estancadas, como si fueran una bomba de tiempo.
  • ¿Cómo es la vivencia del golpe dirigido hacia otro que vuelve hacia mí? Vuelve en forma de culpa.
  • La culpa es la retroflexión de una agresión sentida frente a una exigencia muchas veces imaginaria. La culpa empieza y termina en uno, pero no como autoexigencia, sino como autoreflexión.
  • La indiferencia se presta a una aire de superioridad en el que muchas veces se esconde la propia incapacidad para actuar el cabreo o la ira. Algunas veces, la indiferencia es sólo una excusa tibia de los que no nos permitimos conectarnos con nuestra agresividad ni siquiera para defendernos.
  • Si cada vez que uno se siente culpable pudiera revertir el proceso de retroflexión y reorientar la agresividad, es decir, volver la agresión hacia donde originalmente estaba dirigada, inmediatamente dejaría de sentir culpa.
  • Si yo puedo sentir el cabreo que tengo frente a la exigencia del otro, no siento culpa. Sentiré miles de cosas extrañas y diferentes pero ninguna culpa.
  • ¿Por qué me voy a enfadar con mis padres? Primero y fundamental, porque no les perdono envejecer. Me molesta muchísimo que no sea joven, me crea complicaciones que no se pueda trasladar valiéndose de sus propios medios, me asusta que haya envejecido, me molesta muchísimo su decadencia, no tolero que no pueda valerse por sí misma, y me irrita tener que hacerme cargo de su decadencia más que por ellos estén decadentes que porque lo tenga que hacer.
  • Existen tres formas fundamentales en las cuales podemos retroflexionar el cabreo y agredirnos por no actuar ese cabreo con el otro. Una es la culpa, otra es la depresión y la tercera es a través de enfermedades psicosomáticas.
  • Ningún culposo es sólo culposo; también es un exigente que se siente exigido.
  • Nadie puede hacerme sentir culpa, amor, odio ni nada. Estas sensaciones y sentimientos son míos, no del otro.
  • Siempre digo que comprarse la historia de lo que tú eres capaz de hacer sentir a los otros u otros son capaces de hacerte sentir, es firmar una hipoteca. Atrevámonos a aceptar definitivamente la propiedad de nuestras emociones. Nadie te puede hacer sentir nada; tú sientes o no y no eres capaz de hacer sentir nada a nadie. No eres (ni nadie es) tan poderosa.
  • Si decido creer en lo bien que te hago sentir y en mi capacidad de hacer feliz a alguien, no voy a poder librarme de cargar con la responsabilidad de ser la causa de tu infelicidad.
  • Si yo he admitido y avalado que tu felicidad se debe a mí, ¿por qué no voy a creer luego que tu infelicidad también se debe a mí? Y te estoy diciendo que ambas son mentiras.
  • Yo soy yo y tú eres tú, yo no estoy en este mundo para llenar tus expectativas y tú no estás en el mundo para llenar todas las mías, porque tú eres tú y yo soy yo.
  • El hecho de que yo no sea verdaderamente responsble, no evia que yo me crea responsable. Y eso es posible, sobre todo, cuanto más poderoso me considere.
  • Cuanto más omnipotente me crea, más probable es que acabe creyendo que yo podría y debería haber evitado el daño que el otro sufrió.
  • El verdadero solidario, el que de verdad ayuda a otros, es alguien que es capaz de ayudar pero no porque se siente culpable, sino porque siente placer al ayudar.
  • La más denigrante de las maneras de disimular la culpa: la lástima.
  • Utiliza esto que digo para repensar tus propias convicciones y NO para pensar como yo.
  • La lástima es el sentimiento de los soberbios, de los que se sienten por encima de los demás. Prima hermana del desprecio, es casi lo pero que se puede sentir por alguien.
  • ¿Por qué la educación nos enseña a sentirnos culpables si es tan dañino? So yo partiera de la idea de un ser humano esencialmente noble, generoso, cariñoso, solidario y creativo, entonces no necesitaría inculcar la culpa ni educar represivamente.
  • La culpa solo sirve para crearnos conflictos, para volvernos más y más neuróticos, menos y menos auténticos.
  • la culpa es un bozal q ue les cabe sólo a los que no muerden. La culpa frena sólo a los que nunca matarían. A los verdaderos asesinos, no los frena ni los ha frenado nunca.
  • Quiero pedir te que te quedes pensando solamente en algunas pocas ideas:
    • Hay que dejar que salgan las emociones.
    • Hay que sacarlas hacia donde van dirigidas.
    • No hay que reprimir, ni tragarse las cosas.
    • No hay que retroflexionar, ni las buenas ni las malas, ni las positivas ni las destructivas, ni las mejores ni las peores.
    • No hay que vivir r egalando compulsivamente cosas cuando en realidad necesito que alguien me regale alguna vez algo a mí.
    • No hay que vivir enfadándome conmigo para no enfadarme con aquellos que me colman de sus expectativas.
    • Hay que asumir la total responsabilidad de todo lo que hacemos, de todo lo que decimos y de todo lo que decidimos no hacer y no decir.

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