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La justicia desahuciada de Elpidio José Silva – Apuntes Breves

Posted by Raul Barral Tamayo en jueves, 28 de abril, 2016


© Elpidio José Silva Pacheco, 2014
Editorial: Ediciones Península.

Hay un hombre en España que ahora mismo no deja indiferente a nadie. Se trata de Elpidio José Silva, titular del Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid. Desconocido, hasta hace pocos meses, su intervención en el llamado «caso Blesa» le ha convertido, desde el punto de vista mediático, en el magistrado que se ha atrevido a atacar a las caras más visibles del poder financiero, político y social.

Responsable de enviar a la cárcel, dos veces, al expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, uno de los representantes señeros de nuestras élites económicas, su muy relevante trabajo judicial contra la corrupción y contra las maniobras menos confesables de los poderes financieros le ha dejado muy solo, sin más apoyo que el clamor popular.

En La justicia desahuciada, Silva, sobre el que pende una amenaza de inhabilitación, da cuenta de su labor como juez y de los obstáculos que ha tenido que sortear para ejercerla. Detalla la forma en que los corruptos manipulan el sistema judicial, y no ahorra precisiones a la hora de explicar por qué cree que una figura como la suya resulta hoy, en España, muy incómoda para algunos de los elementos incrustados en los poderes institucionales y fácticos, cuando todo lo que pretende es, simplemente, hacer justicia.

Elpidio José Silva (Granada, 1959) estudió Derecho en la Universidad de Sevilla, donde fue el número uno de su promoción y obtuvo el premio extraordinario de licenciatura. Lleva veintidós años en la judicatura, desde mayo de 1991, cinco de ellos ejerciendo como magistrado-juez de instrucción en Madrid, y es experto en delitos económicos. Se formó en la Université Panthéon-Assas (París 2), en la Universidad de Cádiz y en la Università di Bologna (Italia). También ejerció un mes como juez del Tribunal de Grande Instance d’Ajaccio (Francia). Es experto en delitos económicos.

Algunas de las cosillas que aprendí leyendo este libro que no tienen porque ser ni ciertas ni falsas ni todo lo contrario:

  • Yo diría que la Justicia se ha detenido en España para dibujar caricaturas.
  • Nadie piensa ya que la Justicia española alargue su influencia sobre todos los ciudadanos por igual.
  • Las españolas y los españoles tienen derecho a saber por qué ya no somos una potencia económica emergente y nos hemos convertido en un país en decadencia, abocado a una lenta y progresiva degeneración.
  • La gestión de algunas entidades financieras, en el sector de las cajas de ahorros, nos ha llevado de cabeza a un rescate bancario de consecuencias impredecibles.
  • Los procesos judiciales son cubitos de hielo arrojados al Caribe del nepotismo, el derroche y los paradiasiacos reinos del blanqueo.
  • Un juez puede instruir una causa penal de forma impecable y, sin embargo, quizá le expedienten, le aparten de su cargo y le sometan a las incriminaciones más absurdas.
  • Hablaré sobre la vida diaria en un juzgado español.
  • Es curiosa la bipolaridad de nuestra libertad de expresión. A veces se utiliza para linchar a personajes incómodos. Pero cuando interesa, se reprime la libertad de los medios, por motivos de sensibilidad ñoña u otros más inconfesables.
  • El ajedrez es un juego apasionante. En el tablero, el CGPJ no es el rey. Ni siquiera la reina. A veces no pasa de ser un peón no demasiado bien posicionado. A la hora de perjudicar a un juez, el Consejo siempre ostenta posiciones ventajosas. Sin embargo, para la justicia no pasa de ser el peón esquinado que ni al final de la partida servirá para algo.
  • La ciudadanía, cargada de rechazo e indignada, cree que el sistema es el problema, cuando en realidad lo que ocurre es que el sistema ha sido colonizado por elementos esquistados. Muchos que se acoplan al sistema no suelen ser personajes llamativos, sino apocados o mediocres. La mayoría de sus comentarios son intrascendentes, y optan por denigrar a quien la mayoría difame.
  • Pesa a la corrupción del sistema, no hagamos nunca dejación de nuestros derechos. Comportémonos como si nuestras pretensiones si dirigiesen a instituciones legitimadas.
  • Los imputados lían el proceso. Atizan con peticiones absurdas. Atacan la instrucción con ráfagas de recursos y obstrucciones. Bombardean con recusaciones. Sobredimensionan sin cesar las garantías constitucionales. Abusan del trámite, de los esfuerzos del juzgado, del tiempo disponible. Se desprestigia o se denigra al juez, a la acusación popular, a cualquier impulsor del proceso contra los imputados. Se confunde sin límites a la opinión pública y a las partes procesales.
  • La pregunta es: ¿quién se beneficia? Debe indagarse quién se aprovecha enredando los procedimientos judiciales. Suele ser quien gana siempre.
  • Quien ostenta la supremacía en una cuestión dada impondrá su forma de entenderla.
  • La justicia desahuciada, una sociedad que se siente impotente por la impunidad de los poderosos, siempre encubre un fondo de esperanza.
  • Bertolt Brecht. La ópera de dos centavos: «Poca cosa es robar un banco, comparado con fundarlo».
  • Un banquero nunca roba. No le hace falta. Al gestor bancario desviado le sobra con valerse de las cifras astronómicas y el resultado complejo del negocio. Manipulando convenientemente estos dos párametros ya podrá cometer fraude empresarial.
  • No estoy seguro que los jueces instructores dominen igualmente los enredos que rodean la administración de cajas y bancos. Para la mayoría de mis colegas, el tramoyismo financiero carece de interés.
  • Un vocal del Consejo me manifestó sin rodeos: «Has instruido con las cartas abiertas y demasiada prontitud. Tal vez por eso te han frenado en seco». Me propuse que la instrucción fuera rápida.
  • La Ley de Enjuiciamiento Criminal permite al juez ejecutar sus decisiones aunque hayan sido recurridas.
  • Durante más de veinte años me he relacionado con fiscales tan objetivos y predecibles como la red de metro.
  • La plena independencia de actuación de la Fiscalía es el caballo de batalla pendiente en el Estado español desde su rpetendido paso a la democracia. La transición dejó una tarea sin cumplir: nos legó una fiscalía sometida al principio jerárquico, en manos del ministro de turno.
  • Llegar a ser fiscal cuesta demasiado esfuerzo como para buscarse la ruina negándose a obedecer. La independencia ni se huele en nuestro Ministerio Público. Sus miembros se comportan como un ajército de acusadores, acaudillados por el fiscal General del Estado.
  • Sun Tzu: «El arte de la guerra es dao de ficción. Por tanto, cuando seas fuerte, simula debilidad. Cuando estés preparado para actuar, finge apatía».
  • Sun Tzu: «Persigue la victoria rápida, huye de las operaciones prolongadas».
  • En las causas judiciales, la presencia de los medios de comunicación debe ser bienvenida. La sociedad quiere saber. Tiene derecho a un relato de lo sucedido.
  • Cuando el juez que instruye la causa es objeto de toda clase de presiones, deberían saltar alarmas.
  • Cuando un juez o jueza no es colaboracionista, experimentará continuadas sacudidas en su trabajo y patrimonio. El escenario de la supresión irá situando al confinado en una posición que sólo podrá salvar por sus convicciones.
  • Cuando un juez se resiste y no sigue el guión, se le suprime.
  • En España, el cumplimiento de las normas no es una virtud codiciada. No contribuye al mérito personal. Nadie tanto como un funcionario advierte esto. En muy poco tiempo, incluso antes de cobrar su primera nómina, descubre que cumplir con esmero sus obligaciones no aporta valor, sino todo lo contrario. Nuestro modelo, nuestra epidemia, esel cumplimiento de perfil bajo.
  • La corrupción sistémica requiere la leve colaboración de miles de personas. Incontables rutinas e insignificancias desviadas conducen a la inpunidad.
  • La Justicia en ESpaña ya no es una balanza, sino la caja negra que nadie quiere abrir. Está vacía, pero a unos asusta y a otros les provoca hilaridad.
  • Nuestro Poder Judicial no está claramente definido, configurado ni amparado por la Constitución. Como consecuencia de esta tierra de nadie, la realidad del día a día se pone de parte del CGPJ.
  • El actual CGPJ, en la práctica, no ampara a los jueces. Tampoco prevé la Constitución ese cometido.
  • Los políticos españoles han dejado a la Justicia, por sistema, relegada a los últimos puestos de nuestro entorno judicial comparado. Nuestra Justicia no está a la altura de la marca europea. En ese sentido, no está homologada.
  • Nos encontramos con tres tipos de jueces. En primer lugar, podemos hablar de jueces colaboradores. En segundo lugar, encontramos a una gran mayoría de jueces indiferentes. Por último, podemos referirnos a jueces incómodos.
  • En España, los jueces no disponemos de policía propia, estrictamente judicial. La discreción acerca de lo que conozca la policía en la investigación no es controlable por el juez. El juez tiene que fiarse de los equipos de apoyo.
  • Los jueces no somos un poder del Estado. Ejercemos jurisdicción, pero no somos Poder Judicial. Gozamos de relativa independencia cuando nos dedicamos a temas de poco relieve.
  • El sistema de oposiciones se conserva por dejadez. A lo mejor, el alternativo es peor, y tememos nuestra tendencia a la arbitrariedad. El actual sistema de selección premia la ortodoxia.
  • Los imputados tienen derecho a que el juez les cuente, a través de sus resoluciones, los hallazgos esenciales del proceso. Es una regla esencial de nuestro sistema. Creo en ella y no la socavé.
  • Pretenden que la ciudadanía enmudezca.
  • Por ahora España no es país para jueces.

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raul

7 respuestas to “La justicia desahuciada de Elpidio José Silva – Apuntes Breves”

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